Lo que podremos y no podremos hacer tras el «brexit»

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DANIEL LEAL-OLIVAS | afp

El divorcio del Reino Unido y la UE no solo tendrá consecuencias económicas y financieras. Los cambios que se avecinan en las relaciones afectarán a muchas otras circunstancias del día a día

29 mar 2017 . Actualizado a las 17:56 h.

La ruptura brusca del Reino Unido con sus antiguos compañeros del Viejo Continente puede tener graves consecuencias a uno y otro lado. Sectores como el de la pesca, el turismo, la automoción y la banca pueden salir realmente damnificados de este divorcio que comenzará a tomar forma desde este mismo miércoles, día en el que, invocado el artículo 50, se inicia la ruptura formal del país con el bloque comunitario.

Tras más de cuatro décadas formando parte de la familia europea, el Reino Unido arranca un nuevo camino en solitario con aún muchas cosas por determinar. Por delante quedan dos años en los que los Veintisiete y las autoridades británicas tendrán que establecer los términos que a partir de ahora regirán las relaciones de ambos. A ninguna de las dos partes le conviene aflojar la cuerda, puesto que hay en juego muchas cosas.

Ante lo que se presenta como un escenario todavía algo difuso, estas son las cosas que un brexit duro podría cambiar de forma radical.

1. Entrar al Reino Unido sin pasaporte

La primera consecuencia que traerá consigo la salida del Reino Unido será la política migratoria, que con toda lógica sufrirá un cambio radical. Hasta ahora, los ciudadanos europeos podían acceder al país sin necesidad de presentar su pasaporte, al igual que en el resto de países miembros. En caso de que no se pacte lo contrario, a partir de ahora será necesario llevar el pasaporte (como mínimo) para poder cruzar las fronteras británicas.

2. Libre entrada al país para trabajar

Más de 600.000 españoles residen y trabajan en la actualidad en el Reino Unido, que tras la época de vacas flacas en España se convirtió en uno de los principales focos de la emigración de nuestro país. Las facilidades que se encontraron en su momento para entrar en las fronteras británicas los trabajadores españoles podrían tener los días contados. Y es que las circunstancias que gozaban hasta ahora los empleados venían dadas por la condición de ciudadanos europeos y los acuerdos firmados dentro de la Unión.

El brexit ha provocado un pequeño terremoto dentro del mercado laboral. Sobre este tema, uno de los más peliagudos que tendrán que poner sobre la mesa las partes negociantes, poco o nada se sabe. Probablemente sea uno de los principales caballos de batalla durante los dos próximos años. Si la opción firmada es la del brexit más duro, los trabajadores españoles (y los de otros países europeos) necesitarán una autorización de trabajo.

Y la cosa no se queda ahí. Porque el secretario de Estado de Inmigración, Robert Goodwill ya ha dejado caer que las empresas que recluten a trabajadores de países de la Unión Europea podrán incluso recibir una especie de sanción, en forma de tasa. En una comparecencia ante el subcomité parlamentario de Asuntos Exteriores de la UE, este político británico aseguró que su gobierno se planteaba la posibilidad de aplicar un sistema similar al que deberán acatar las compañías a partir del mes de abril, cuando tendrán que pagar 1.000 libras por cada empleado extra comunitario que contraten.

Los expertos ya han avisado. En caso de que esta fuera la opción del Reino Unido, se establecerá un principio de reciprocidad; es decir, los británicos trabajarían en los países europeos con las mismas reglas de juego.

3. Optar por un Erasmus en el Reino Unido

El Reino Unido es actualmente el cuarto destino de llegada y el quinto de salida del famoso programa de intercambio de estudiantes Erasmus. El divorcio entre Europa y el Reino Unido afectará al desarrollo de estas becas, pero a corto plazo (como mínimo durante los dos próximos años) seguirán funcionando tal y como las conocíamos hasta ahora.

Una vez cumplida la fecha de las negociaciones, y con la salida ya efectiva, habrá que ver qué sucede. En principio, el funcionamiento se resentirá, y las facilidades no serán las mismas que había hasta ahora; pero los rectores recuerdan que existen otras opciones para que el plan siga funcionando. Y es que ser un país europeo no es una condición estrictamente necesaria para estar en el programa Erasmus. A los 27 estados de la Unión Europea se han ido sumando en los últimos años otros asociados como Islandia, Noruega y Liechtenstein. Además, las universidades cuentan con la posibilidad de alcanzar acuerdos bilaterales y convenios con otros centros que permitan a los alumnos gozar de unas condiciones similares a las que hay en la actualidad.

4. Pagaremos más por el móvil

 El roaming, el servicio que nos permite tener cobertura en el extranjero, también cambiará tal y como lo conocemos ahora. El Reino Unido quedará fuera de todos los tratados europeos firmados en esta materia, y por tanto, sus compañías podrán añadir sobrecostes en las llamadas que se realizan desde el país. 

En el momento en el que los británicos abandonen el proyecto europeo, entrarán en juego los operadores, que tendrán que negociar entre ellos y el organismo de control de los mercados de telecomunicaciones las reglas con las que competirán a partir de ese momento. Todo apunta a que estas tarifas se acabarán encareciendo. 

5. La balanza comercial, la gran afectada

Varios informes publicados estos últimos meses han puesto cifras a uno de los grandes dolores de cabeza de España ante la salida del Reino Unido de Europa. Las relaciones comerciales entre ambos países están valoradas en 55.000 millones de euros al año y, según los datos del ICEX, existen actualmente más de 300 empresas de capital español en suelo británico. 

Según los datos de S&P, España sería la octava economía más afectada por el brexitmientras que Irlanda, Malta y Luxemburgo se convertirían en las más sufridas con la salida. 

Galicia tampoco saldrá indemne. La comunidad contabiliza medio millar de empresas que exportan al Reino Unido, unas quinientas compañías que siguen muy pendientes cómo se ejecuta finalmente el brexit. Peces grandes como Inditex, Citröen o Finsa comparten preocupaciones con otros más pequeños como Bodegas Campante, Petroni, Torre de Núñez o Pazo Valdomiño. Las exportaciones a este país han crecido de forma considerable en los últimos años. En el 2016, por ejemplo, crecieron un 43,6 % con respecto al año anterior.

Ellos serán los que más de cerca sufran las consecuencias de un divorcio poco amistoso.

 6. ¿Acogeremos a la nueva City europea?

 No todo son malas noticias. La ruptura del Reino Unido y Europa puede traernos un jugoso pastel hasta nuestras fronteras. Hablamos de lo que se conoce como la City de Londres, el distrito financiero y empresarial más importante del país y uno de los más importantes de toda Europa.

Esta pequeña área situada en el centro de la capital británica concentra cada día operaciones de compra-venta financiera por valor de casi dos billones de dólares. En ella se encuentran las sedes de importantes grupos bancarios, aseguradoras, firmas de contabilidad, bufetes de abogados, gestoras de fondos, agencias de rating, compañías navieras y los mercados de materias primas, metales preciosos, derivados...

Ante el endurecimiento de las condiciones de relación comercial con el resto del continente y la imposición de medidas arancelarias, es muy probable que esta ciudad del dinero busque una nueva ubicación en la que seguir operando con las mismas reglas con las que lo hacían hasta ahora. Y Madrid está en el punto de mira de muchas de ellas.

7. La ciencia también buscará nuevos horizontes

Las instituciones científicas británicas se han convertido en líderes en los ránkings de la Unión Europea en la captación de fondos de élite concedidos por el Consejo Europeo de Investigación. Actualmente, el gobierno del Reino Unido solo invierte el 1,6 % de su PIB en investigación, porque sabe que sus investigadores ganan el resto del dinero necesario para mantener el esfuerzo en las convocatorias competitivas de la UE. Todo esto va a cambiar. 

Sin el apoyo de los Veintisiete, es muy probable que el Reino Unido sufra un éxodo de investigadores. La ciencia tendrá que buscar un nuevo emplazamiento, un lugar en el que poder seguir desarrollando sus trabajos con el apoyo que conceden las autoridades del Viejo Continente. Y los números, al igual que los de la City, son muy jugosos. El tejido científico británico está compuesto por casi 5.000 empresas que emplean a unas 200.000 personas en el Reino Unido, lo que se traduce en una facturación anual de 60.000 millones de libras. 

8. Los británicos se alejarán del mercado inmobiliario español

Los británicos son, a día de hoy, los extranjeros que encabezan la compra de viviendas en España con un 21 % de las adquisiciones en el año 2015. Y la realidad es que con el inminente divorcio, el mercado inmobiliario español sufrirá un importante revés. Hay antecedentes que nos permiten aventurarnos. Hace unos años, la depreciación de la libra provocó una bajada de la demanda de viviendas en la costa. Y el panorama que se avecina es bastante más preocupante.

9. Frutas y verduras, ¿más baratas?

La industria agroalimentaria española podría tener que hacer frente a una importante reducción de sus ingresos. Las exportaciones de alimentos al Reino Unido crecieron hasta el 2015 un 60 %, y las frutas, hortalizas y legumbres protagonizan la partida más importante, con 2.056,5 millones de euros en el 2015.

Sin embargo, todo apunta a que este crecimiento podría sufrir un importante frenazo en los próximos meses como consecuencia de la decisión de los británicos. La depreciación de la libra tiene una primera consecuencia precisamente en las exportaciones, que se ven encarecidas. Por tanto, diversos estudios apuntan a que en los próximos años se producirá un impulso de los productos fabricados localmente y un mayor abastecimiento de los minoristas.

La caída de este foco de recepción de frutas y verduras obligará a productores y distribuidores a buscar una nueva salida para sus cultivos, por lo que es posible que dentro de nuestro país el exceso de oferta baje los precios

10. El pescado podrá sufrir un encarecimiento

Al otro lado de la balanza se sitúa el pescado. El sector pesquero ya se prepara para lo peor. La Alianza Europea de Pesca (EUFA), prevé que hasta un 15 % de la flota europea (entre 500 y 600 buques) podría desaparecer a consecuencia de la implantación de un brexit duro. Y es que un tercio de las capturas de estos barcos proceden actualmente de las aguas del Reino Unido.

El delegado de Flota de Puerto de Celeiro, Jesús Lourido, confirmaba hace unos días que gran parte del stock de las especies se verá afectado en caso de que se cierren estas aguas: «Pensemos en el stock de caballa, el de jurel o bacaladilla. Dependen de la negociación de la UE con Estados costeros, a los que ahora habrá que sumar un tercer miembro. Pensemos que una parte importante de las capturas de merluza, rape y gallo las hacemos allí». 

Todo este agujero que generará el cierre de aguas a estos barcos tendrá, con toda lógica, un impacto directo en las lonjas y pescaderías españolas.

11. Ponerse enfermo en el Reino Unido podrá salir caro

La Tarjeta Sanitaria Europea (TSE) garantiza a los ciudadanos de los Veintiocho (ahora Veintisiete) recibir la atención sanitaria necesaria cuando viajan a cualquier país de dentro de las fronteras de la Unión y del Espacio Económico Europeo (que incluye a Islandia, Noruega, Suiza y Liechtenstein). Mientras la ruptura no sea efectiva, todos los que en los próximos dos años decidan viajar al Reino Unido podrán hacerlo tranquilos con este documento, pero las cosas cambiarán después del divorcio.

A día de hoy, en caso de urgencia o de accidente, cualquier ciudadano puede acudir a un hospital del Servicio Nacional de Salud sin necesidad de presentar ningún documento. En este país, la atención sanitaria de urgencia es un derecho universal e incluso los indocumentados son atendidos sin pedir nada a cambio.

Pero las cosas cambian cuando la estancia se prolonga durante unos meses, una circunstancia que obliga a solicitar un médico de atención primaria. Y aquí es cuando comienzan las dificultades. Está por ver qué condiciones se establecen en este caso, pero la ruptura podría endurecer el acceso a los servicios. De hecho, algunas de las medidas iniciadas estos últimos meses hacen sospechar que las cosas no serán tan sencillas. El pasado mes de febrero, los de Thresa May aseguraban que comenzarían a cobrar a los pacientes extranjeros no residentes que no necesiten atención urgente. El plan del Gobierno británico pasa por obligar a los hospitales que comprueben por adelantado si los pacientes son elegibles para el tratamiento gratuito de su sistema sanitario público. O lo que es lo mismo, en caso de que los médicos se encuentren con un paciente que no resida de manera habitual en el Reino Unido, los enfermos tendrán que pagar por adelantado para poder usar el servicio sanitario.

 12. Las compras por Internet a la espera de las decisiones

Después de que los británicos optaran por la papeleta del «Leave» el pasado 23 de junio, la primera gran afectada ha sido la libra esterlina. La moneda del país ha sufrido en apenas unos pocos meses una depreciación que no encuentra precedente en las últimas tres décadas. 

La caída de la libra no solo tiene una lectura negativa. Mientras el dinero británico se deprecia con respecto al euro, los que ganan son los consumidores de este lado, que a través de Internet podrán adquirir productos algo más baratos de lo que estaban acostumbrados debido a la bajada de la moneda británica con respecto a la europea.

Habrá que ver qué sucede después de que el brexit sea una realidad. La imposición de medidas arancelarias y la pérdida de acceso al mercado provocará una subida de los precios a largo plazo.