Emmanuel Macron: El sucesor tapado de Hollande

Alexandra F. Coego PARÍS / CORRESPONSAL

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MARTIN BUREAU | AFP

La carrera política del socioliberal solo puede describirse como un ascenso meteórico y representa, ahora, la última esperanza

23 abr 2017 . Actualizado a las 10:22 h.

La carrera política de Emmanuel Macron solo puede describirse como un ascenso meteórico. El desconocido a quien François Hollande entregó la cartera de Economía hace solo tres años se postula como el candidato más serio a ocupar el Elíseo. El exbanquero de Rothschild que dejó el Gobierno en junio del año pasado, desatando la conmiseración general de la clase dirigente cuando alegó que quería «iniciar una nueva etapa en su combate», ya no les hace hoy tanta gracia a sus rivales. De visionario ha pasado a ser la última esperanza de quienes no quieren una Francia caída en los extremos.

La elección en las primarias de François Fillon y de Benoît Hamon, ambos con programas radicales dentro de la derecha y la izquierda, dejaron un vacío en el centro que Macron supo aprovechar bien. Su movimiento político, ¡En Marcha!, «ni de derechas ni de izquierdas», se transformó rápidamente en un potente motor de campaña con el añadido de que, aunque procedía del Gobierno de Hollande, logró presentarse como el único candidato de la renovación.

El centrista François Bayrou, presidente del Movimiento Democrático, fue el primer peso pesado en unirse a sus filas. Pero, con la pérdida de popularidad de Hamon, los apoyos a Macron en el PSF se multiplicaron, agravando aún más la escisión socialista. Según revelaron fuentes cercanas al Elíseo entonces, en el partido ya no se discutía si votar o no por Macron, sino cuándo: antes o después de la primera vuelta. Con Marine Le Pen pisándole los talones en los sondeos de la primera votación, varios pilares socialistas optaron por la primera opción. Así, consiguió el favor del ministro de Defensa, Jean-Yves le Drian, y de Manuel Valls. En este último caso, el apoyo no le salió gratis, porque derecha y ultraderecha vieron de inmediato un síntoma de que era el heredero encubierto de Hollande.

Pese a que su programa no presenta un cambio radical frente a las políticas del presidente saliente, Macron ha sabido maniobrar en el estrecho terreno del centro para seducir al mayor número de electores. El resultado es una serie de propuestas liberaldemócratas: a la derecha en materia económica y a la izquierda en el área social. Su programa económico en particular ha recogido grandes halagos, con 40 economistas de renombre respaldándolo como «el único proyecto que permite un crecimiento equitativo». Sus otras grandes propuestas son la reforma de la escuela, mejorar la estrategia internacional de Francia y la moralización de la vida pública.

Macron quiere invertir 50.000 millones de euros en cinco años para, entre otros fines, aumentar al 2 % del PIB el presupuesto de defensa, contratar 10.000 policías, crear 80.000 alojamientos sociales para jóvenes y amortiguar la exoneración del impuesto sobre la vivienda a las clases medias y bajas. Habrá recortes, ya que espera ahorrar 60.000 millones con la reducción del número de parlamentarios y la eliminación de 120.000 funcionarios. Su elección devolvería además el aliento a la Unión Europea, ya que es el único de los cuatro principales candidatos que apoya una mayor integración de Francia en la UE y en la zona euro.