La lluvia, la nieve y el hielo, los enemigos del conductor en esta época del año

Manolo Calleja REDACCIÓN

MOTOR

Los neumáticos son un factor determinante cuando se circula sobre el asfalto mojado y de su estado dependerá el agarre y la evacuación del agua

18 ene 2017 . Actualizado a las 18:03 h.

La lluvia, la nieve y el hielo son los principales enemigos de los conductores en esta época del año y las principales causas de un considerable aumento de los accidentes con víctimas en las carreteras. Todas las precauciones que se tomen bajo estas circunstancias son pocas para evitar desagradables sorpresas y sobre todo si el conductor no tiene en cuenta los riesgos que entrañan cada uno de estos fenómenos atmosféricos.

Conducir bajo la lluvia exige como primera medida una técnica distinta a la conducción en seco y por lo tanto lo habrá que hacer con mucha precaución, aumentar la distancia de seguridad, manejar el volante con extrema suavidad al igual que con el freno y el acelerador con el fin de evitar que el coche pierda la estabilidad y el conductor su control. Hay que tener muy en cuenta que con el asfalto mojado un coche necesita 50 metros más para detenerse que si se circula en seco y con nieve casi 200 metros más, por lo que resulta necesario adelantarse a los acontecimientos para actuar con tiempo suficiente ante una curva, un obstáculo o al reducir simplemente la velocidad. Cualquier brusco movimiento del volante, al pisar el freno o acelerar fuerte el coche perderá la adherencia y se hará incontrolable.

El buen estado del neumático es un factor determinante cuando se circula sobre el asfalto mojado y de su estado dependerá el agarre y la evacuación del agua para evitar la perdida de adherencia. La clave está en la profundidad de los canales de evacuación de la banda de rodadura. El mínimo de profundidad admitido por Ley es de 1,6 milímetros y además las presiones deben de ser las recomendadas por cada fabricante  para su perfecto funcionamiento. Un presión menor de la recomendada, como la detectada en casi el 40% de los vehículos, según un estudio, cierra la salida natural del agua y una presión muy superior empeora también los diferentes canales de drenaje. Una presión correcta asegura mejor la adherencia, mejora la frenada y alarga la vida útil del neumático.

¿Que es el acquaplaning?

Uno de los accidentes más frecuentes en lluvia, en su mayoría en carreteras secundarias y en muchas ocasiones debido a la mala construcción y mantenimiento de las carreteras donde la deformación del asfalto acumula en determinados puntos mucha agua. Al atravesar el charco, incluso a una velocidad adecuada, el coche pierde totalmente la adherencia, es lo que se llama  acquaplaning con lo que el vehículo literalmente planea o flota sobre el agua. En ese momento los canales del neumático no pueden evacuar todo el agua formando una película entre el asfalto y la goma lo que provoca una pérdida total de adherencia y del control de la dirección. El  acquaplaning, en función del agua acumulada, puede agravarse cuanto mayor es el desgaste del neumático.

¿Que hacer?

Llevar las ruedas con el dibujo mínimo establecido y reducir la velocidad en esas condiciones es lo aconsejable. Pero una vez  producido el acquaplaning, se nota como un «flotamiento» de la dirección, la forma de reaccionar es con suavidad soltar el pie del acelerador, reducir la velocidad sin frenar y mantener firme el volante en línea recta y corrigiendo la trayectoria si se desviara el coche hacia un lado con suavidad.

La nieve también puede sorprendernos en esta época del año y tiene sobre la conducción diferentes efectos según su intensidad. En los primeros momentos, su caída suele ir acompañada de una limitación de la visibilidad por la niebla y una vez que se va cubriendo la carretera, en mayor o menor medida, supone una reducción, a veces extrema, de la adherencia. Por ello es conveniente circular con suma suavidad, previendo las circunstancias y no abusando ni del freno ni del acelerador ya que podemos llevar un buen susto. Al iniciar la marcha es posible, si usamos la primera velocidad, que el vehículo patine es aconsejable entonces hacerlo en la segunda marcha acelerando muy despacio. En esta situación hay que tener presente que con el suelo nevado un coche que circule por ejemplo a 120 kilómetros por hora, necesita 300 metros para detenerse. En estas fechas hay que llevar en el maletero las cadenas apropiadas para evitar problemas o en su defecto los neumáticos de invierno también muy efectivos.

Otro riesgo para los conductores es el hielo tan invisible como impredecible, que reduce la adherencia prácticamente a cero. Además es imprevisible, ya que no se detecta a simple vista. Las placas de hielo suelen estar en zonas sombrías, a la entrada o salidas de  túneles y puentes y nos pueden sorprender también cuando una filtración de agua atraviesa la calzada. La forma de preveerlas es ir muy atentos y reducir la velocidad en este tipo de zonas; no obstante, si se pierde adherencia al pisar una placa hay que reaccionar sin brusquedades, levantando el pié del acelerador y sólo si es necesario tocar suavemente el freno sin bloquear las ruedas y mover con mucha suavidad el volante si vemos que el coche pierde la trazada correcta.

Otros elementos del coche que deben de estár en perfecto estado para afrontar con garantías un viaje son:

• Los amortiguadores

• Los frenos

• La dirección

• Las luces

• Los limpiaparabrisas

• La batería

• Niveles (aceite, anticongelante, frenos)