Una chapuza solemne sigue siendo una chapuza

OPINIÓN

20 oct 2016 . Actualizado a las 08:38 h.

Los argumentos que maneja el PSOE para optar por la abstención en la investidura de Rajoy ya estaban sobre la mesa el 20D, hace 304 días. El único dato nuevo que manejamos -que no es un argumento- es que el PSOE se ha estrellado contra su propia tozudez, que todos los postureos y mamarrachadas han fracasado estrepitosamente, y que a la gestora que ahora preside Javier Fernández solo le es posible escoger entre la eutanasia de unas terceras elecciones y el ensañamiento terapéutico de una investidura efímera. Porque para una tercera y razonable opción -pactar lealmente una legislatura reformista, estable y bien gestionada- no hay arrestos ni grandeza. Y todo apunta a que, tras el inaudito secuestro de la voluntad nacional que ahora termina, solo se nos ofrece el desmoronamiento de un sistema -el nacido en la transición- con el que el PSOE desea disimular y paliar su propio colapso. Por eso propongo que la primera ley de esta legislatura sirva para cambiar la leyenda de nuestro escudo nacional - «Plvs ultra»- por la popular divisa «Mal de muchos consuelo de tontos».

Ya sé que el párrafo anterior es muy cruel, y pone casi toda la responsabilidad en el PSOE. Pero creo que sobran argumentos para decir que, lejos de buscar un cambio de actitud y mentalidad, la gestora de Fernández se está limitando a cambiar el postureo de baja estofa, que impulsaba Sánchez, por un postureo solemne, ritual y falsario. Y que, si bien es comprensible que el cansancio social y el fracaso mediático nos hagan ver la inminente investidura como una liberación, no creo que los politólogos independientes tengamos que contemporizar con el fariseísmo político que dirige este momento.

Si tras el golpe de mano del pasado Comité Federal no abrieron paso a la investidura, y siguen presentando como debates lo que solo es huir de la huida de la quema, es porque no tienen intención de cambiar. Si, a pesar de estar atosigados por un calendario infame, no apoyan a Rajoy a la primera, es que quieren disimular su claudicación, y no tienen intención de cambiar. Si, en vez de pactar una legislatura decente y estable, pactan una investidura cobarde y efímera, es porque no tienen intención de cambiar. Si, en vez de enmendar su obcecación, siguen insistiendo en un Gobierno parlamentario utópico y profundamente resentido, es porque no tienen intención de cambiar. Si, en vez de reconocer que la podemización del PSOE afectó negativamente a la gobernabilidad del Estado y al funcionamiento del sistema, siguen insistiendo en crear un paraíso sin Rajoy, es porque buscan la venganza y no tienen intención de cambiar.

Por eso creo que la sesión de investidura de la próxima semana, y la jura del presidente, deberían hacerse con las banderas de las Cortes y la Zarzuela arriadas a media asta. Porque los símbolos son muy importantes.