El desagradable partido de las cuentas

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

20 oct 2016 . Actualizado a las 08:38 h.

Los partidos de la que será oposición formal en el Congreso de los Diputados se lo están pasando pipa. Con alegría juvenil dan rienda suelta a su imaginación, se dicen «esta es la nuestra», se dan el gustazo de gobernar por unos días y aprueban proposiciones de ley a mansalva. En poco más de una semana parieron más ideas que en los cuatro años de la mayoría absoluta de Rajoy. No les importa el coste, ni se paran a pensarlo, porque no tienen un Montoro propio que los frene ni tienen que disponer de los recursos económicos que hacen falta y funcionan al grito de «legislemos, que paga la casa». No vale para nada, pero justifican el sueldo, demuestran creatividad, se acercan al país ideal que sueñan, cuentan las votaciones que pierde el PP, duermen tan tranquilos y si después el PP veta sus proposiciones, tienen la fiesta completa: ya pueden decir que el Gobierno es un grupo de reaccionarios que está en contra del progreso y la justicia social.

Y el PP, como es natural, veta todo lo que puede, al grito economicista de que no hay dinero o lo aprobado aumenta el déficit público, ahora que lo hay que rebajar. Los partidos de la oposición son los partidos de la agradable utopía y el partido que será del Gobierno es el desagradable partido de los números; el partido de las cuentas. Parece el administrador de comunidad de propietarios que restringe los gastos, ordena apagar las luces de las zonas comunes e impone derramas para dar satisfacción a Bruselas. No sabe cómo resolver lo de Cataluña, pero los números los maneja y controla como un inspector de Hacienda, aunque no lo parezca por el endeudamiento estatal.

Lo malo es que esta auténtica coalición opositora le coja gusto al experimento y decida funcionar así a partir del Día de Difuntos, que es cuando Rajoy será presidente con todas las de la ley. Como le coja gusto, no es que se dedique a presentar proposiciones, que serían de agradecer en este páramo de ideas, sino que se dedicará al divertido juego de rechazar todas las propuestas de Rajoy en la línea que dijo el portavoz catalán Francesc Homs: convertir la legislatura en un calvario para el Partido Popular.

Ganas no les faltan a la mayoría de los grupos: pocas veces se ha visto y oído tanto rechazo, por no decir rencor a un presidente del Gobierno. Y entre los que sienten ese rencor y los de Podemos y el PSOE, que lucharán por ganar puntos ante el electorado de izquierda, se avecinan tiempos de bronca. Que nadie descarte un nuevo bloqueo, esta vez parlamentario. Que nadie descarte, por tanto, que pasados unos meses de asedio e imposibilidad de gobernar, Rajoy dé un carpetazo, diga hasta aquí hemos llegado y convoque las elecciones que ahora no quiso repetir.