Precios justos

OPINIÓN

21 feb 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno solo no puede cambiar el mundo. Tampoco dos, ni tres, ni cuatro personas juntas. Y por desgracia caminamos a un individualismo preocupante, que en cierta manera tiene lógica que exista, pero por otra parte nos va a conducir a nuestra destrucción. «La unión hace la fuerza», «Divide y vencerás». ¿No es acaso muy sabio nuestro refranero?

En diciembre asistíamos en Asturias a la huelga de los trabajadores de los supermercados en la que una de las reclamaciones estaba mejorar sus salarios. Nadie con dos dedos de frente puede entender que se celebre (queda mucho aún por incrementar) la subida del Salario Mínimo Interprofesional a 950 euros al mes y que haya empresas que a sus trabajadores les paga por debajo de esa cifra. Ahora estamos escuchando las reivindicaciones del campo, de los agricultores y ganaderos, que dicen tener que vender su cosecha a precios que no les cubren y por tanto no pueden vivir de ello. El problema es que estas personas ven que el consumidor final paga por su producto una diferencia porcentual descomunal (datos de COAG hablan de que por un kilo de patata que el agricultor cobra a 0,15€ al usuario final le sale a pagar 1,20€ en el supermercado, un 700% de diferencia). La propia ministra Yolanda Díaz les ha pedido que «aprieten» al Gobierno nacional porque tienen razón (quizás sea falta de experiencia en Unidas Podemos, pero precisamente son ellos los que tienen que solucionar esta cuestión, no animar a las movilizaciones contra sí mismos).

Si estamos diciendo que los trabajadores de los supermercados trabajan mucho y cobran poco y que quienes venden sus productos ganan muy poco en función de lo que al final cuestan las mercancías a los consumidores, ¿quién se está quedando el dinero? ¿Son las cadenas de distribución? Desde luego que es normal que toda empresa busque su rentabilidad y que quiera ganar cuanto más dinero posible, pero en España nos sigue faltando una clara apuesta por la responsabilidad social corporativa. También nos falta a los consumidores más concienciación, no solo por donde compramos, sino por lo que compramos. Y ojo, este mundo cambiante, donde el capitalismo salvaje está de la noche a la mañana cambiando nuestros hábitos, puede que nos haga comprar en poco tiempo desde el móvil y que alguien nos lleve el pedido a casa. Las librerías y las agencias de viajes saben perfectamente que las que quedan abiertas en las calles son la resistencia (y no le auguro un buen futuro a los comercios que se dedican a la alimentación).

¿Estaríamos dispuestos los consumidores a comprar los productos en su precio justo? Es decir, contando con que el agricultor y el trabajador del supermercado, además del intermediario, gane cada parte su necesaria cantidad para poder vivir. Y sí, al usuario final nos costará más dinero, pero estaremos manteniendo un sistema más igualitario y habitable para todos. A la pregunta le diría que «poderoso caballero es Don Dinero», que decía Quevedo. Por tanto, creo que en la dirección en la que vamos no habrá lamentablemente un equilibrio, y seguirá ganando más quien más tiene y puede apretar al débil y seguirá perdiendo más quien tiene menos recursos económicos por falta de regulaciones que controlen estos excesos.