Un emporio gastronómico asturiano que ya da empleo a casi 400 personas en Madrid

JUAN M. ARRIBAS REDACCIÓN

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Marta Seco y Sandro Silva
Marta Seco y Sandro Silva

Sandro Silva y Marta Seco abren su cuarto restaurante en el barrio de Salamanca

23 jul 2016 . Actualizado a las 17:03 h.

Han formado uno de los emporios gastronómicos más sobresalientes de Madrid. Dan empleo a casi 400 personas en sus cuatro restaurantes. Entre sus clientes, desde la reina Letizia a empresarios, deportistas o el mismísimo Bruce Springsteen. Son Marta Seco y Sandro Silva y desde los fogones de Oviedo han conseguido el éxito a través de El Paraguas, Ten con Ten, Quintín Ultramarinos y ahora Amazónico, su nuevo local en pleno centro de la capital. Su cocina tradicional con platos de cuchara como las fabes con centollo o las verdinas con bugre,  la merluza a la sidra, el cachopo de solomillo, el arroz con pitu caleya o los frixuelos se combina con otras apuestas más internacionales. Las listas de espera corroboran su éxito pese a no sumar ninguna estrella Michelin.

La historia de Sandro Silva está unida a Asturias. Brasileño, sobrino de Fernando Martín, el mítico cocinero asturiano que convirtió Trascorrales en el primer restaurante asturiano con estrella Michelín, Silva aprendió allí el oficio y renunció a sus sueños de futbolista. Pasó por las cocinas del Raitán y de Bocamar y del restaurante El Oso, de cocina asturiana en Madrid. También por la costa malagueña. En Oviedo, en la plaza del Paraguas, conoció a la que sería su mujer, Marta. En 2004 se echaron la manta a la cabeza  (Marta renunció a una plaza de funcionaria en el Centro de Cálculo de la Politécnica) y pusieron en marcha El Paraguas, un local que era propiedad de Antonio Gala.

Se trataba de hacer cocina tradicional, sin pretensiones vanguardistas, apegadas al gusto de siempre y en una zona elitista de Madrid, el barrio de Salamanca. El boca a boca funcionó, y sus recetas con raíces asturianas fueron calando en Madrid, con visitas de la reina incluidas. Seis años después y a la vista del éxito llegó Ten con Ten. En las recetas, presencia asturiana: oricios gratinados, croquetas de fabada, pastel de centolla, anchoas del cantábrico, arroz con pitu de caleya, fabada, verdinas con bugre, cachopo de solomillo de ternera, pote con castañas, merluza a la sidra, pixín a la asturiana, o fritos de pixín con tinta de calamar.

Y luego le llegó el Ultramarinos Quintín, creada con la impronta de la tienda que el abuelo de Marta regentaba en Oviedo. Lo que iba a ser una simple tienda se convirtió en restaurante por la insistencia de los clientes, que querían comer. Una guisandera de Luarca, Concha, fue la encargada de cocinar los platos de cuchara y el pitu caleya. Su última apertura es un local de nombre selvático, Amazónico, y que es un asador de carnes y pescados con añadiduras de comida japonesa, al que se unirá un local de jazz en la planta inferior. La plantilla total de trabajadores suman ya 377 trabajadores. Mientras ya preparan nuevos planes.