Un equipo del CNIO aísla el gen que determina la gravedad del melanoma

S. C. REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

BENITO ORDOÑEZ

El hallazgo puede predecir el desarrollo del tumor, ahora valorado por su tamaño

29 jul 2016 . Actualizado a las 07:23 h.

Si un paciente con un melanoma tiene una pérdida parcial de la proteína ATG5, el especialista sabrá que el pronóstico de ese caso será malo: es más probable que presente resistencia al tratamiento y desarrolle metástasis, y podrá ofrecer un fármaco específico o, si no lo hay, optar por el tratamiento más agresivo. Hasta ahora, los médicos solo podían basarse en el tamaño de la lesión -dos milímetros de grosor era ya una mala señal- para saber cómo iba a comportarse el cáncer: una técnica aceptable pero menos fiable que un marcador biológico, sobre todo si se cogía de forma precoz.

Este ha sido el último hallazgo del equipo liderado por la gallega Marisol Soengas, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), tras años investigando qué biomarcadores pueden determinar la gravedad de un melanoma. La información se ha publicado en la revista Autophagy. La elección de la revista no es casual, ya que la ATG5 es, precisamente, una proteína fundamental para la autofagia, ese proceso de autodestrucción que acometen las células cuando ya no son útiles pero que, en el caso de los tumores, funcionan de una manera desconcertante. «Con nuestro estudio queríamos descubrir hasta qué punto la autofagia es importante en el melanoma en comparación con otras patologías, e intentar entender en la medida de lo posible esa doble función pro y anti tumorigénica», explicó Soengas.

Llegar a determinar la importancia del ATG5 no fue sencillo: «Analizamos hasta 20 genes de autofagia en más de 25 tipos de cáncer utilizando bases de datos de casi 5.000 muestras de pacientes -explica Soengas en el CNIO- y encontramos alteraciones en el gen ATG5 que tenían valor pronóstico solo en el melanoma».

Una vez determinado el valor del ATG5, el equipo decidió poner a prueba la idea, creando ratones genéticamente modificados a los que les faltaba una de las copias de ATG5, y entonces comprobaron que efectivamente sus tumores tenían un mal pronóstico, los ratones morían. Incluso más: «Descubrimos que cuando los tumores pierden una sola copia de ATG5 también responden peor a los fármacos». La conclusión, dice Soengas, es sencilla: «Estamos ante un interruptor que regula la autofagia y favorece la metástasis, y creemos que esta información nos permitirá tener una mejor capacidad de predecir el pronóstico».

¿Y para qué sirve todo este conocimiento? «Este trabajo tiene importantes implicaciones traslacionales de cara al diseño de fármacos», apuntó Marisol Soengas. Es decir, que la quimioterapia que se aplique a quienes tengan problemas con el ATG5, por ejemplo, incluya un elemento que fortalezca a esa proteína para que sintetice las copias del gen. O como detector, lo que supone que con un análisis de sangre del paciente se sabrá si sufre esa modificación del ATG5 y por tanto aunque su tumor sea pequeño -y el médico tienda a pensar que controlable-, lo normal es que sea difícil de vencer.

Medicina de precisión 

Eficacia a la medida. Todos los hallazgos de biomarcadores tienen el objetivo de hacer pronósticos más exactos y fármacos más eficaces. Los médicos sabrán si es conveniente, por ejemplo, empezar con un tratamiento muy agresivo y dispondrán de medicación eficaz para esos casos.