Toni Cantó: «Soy peleón y piso charcos, por eso mis errores son más visibles»

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Manuel Fiestas Moreno

Se baja de los escenarios para sentarse durante los cuatro próximos años en una de las butacas más famosas de España. Lo hace por convicción, porque asegura que es la única forma de que la política no se meta contigo, aunque ello le pase factura como actor.

30 jul 2016 . Actualizado a las 12:15 h.

Su verdadera pasión es la interpretación, pero le han puesto por delante un reto (ser la voz de los valencianos en el Congreso) que le interesa lo suficiente como para bajarse, al menos durante cuatro años, de los escenarios. Es consciente de que ha sido y será uno de los diputados en el punto de mira. «Estaban esperando el mínimo tropiezo para darme por todos lados, como ha sucedido». A modo de reflexión, cree que los errores se deben a querer pisar todos los charcos y a su carácter peleón. Pero gracias a esto, explica, también se consiguen las cosas. Aunque lamentablemente este tesón por cambiar ciertas situaciones le acabe pasando factura a nivel artístico. Menos mal que ya contaba con ello.

-De la interpretación a la política y de nuevo a la interpretación, de manera más o menos intensa, pero no puedes estar sin la una ni la otra...

-Soy muy afortunado, realmente es complicado compaginar las dos cosas, pero tenía ciertos compromisos adquiridos y si algún día quiero volver a mi profesión, a la interpretación, no puedo fallar. A partir de que acabe la serie y haga ahora la función en Mérida tendré que bajar el ritmo, porque el trabajo en el Congreso es muy exigente.

-A ver si con tanto lío, un día en el hemiciclo les sueltas el guion de «Amar es para siempre»...

-Ha sido un año bastante intenso en este sentido, porque antes de saber que iba a volver a estar en política ya firmé el contrato con ellos, ya superé mi último día de trabajo.

-¿Tu último día? ¿Te pesó?

-Me pesa tener que dejar cosas que tienen que ver con la interpretación, que es mi verdadera pasión, pero son elecciones que he hecho yo, a las que nadie me ha obligado, es absolutamente natural.

-¿Y si te llamara Almodóvar?

-No creo que me llame.

-Bueno, si surgiera el papel de tu vida...

-Tendría que decir que no, he tenido la suerte de compatibilizar hasta ahora y me he esforzado por hacerlo, porque eran compromisos anteriores.

-¿Qué ocurrió en tu cabeza que te hizo dar el salto a la política?

-Por un tema de una recalificación salvaje en el pueblo donde vivíamos en Madrid, en Torrelodones, creamos un partido y al año siguiente estábamos en el ayuntamiento. Yo me di cuenta al inicio de aquella experiencia que la política era la manera de cambiar las cosas, y que si no entras o no te metes, la política se mete contigo.

-¿Solo nos cansamos desde fuera o desde dentro también agota?

-Desde dentro es agotador, a mí me consta que hay mucha gente que no trabaja con la misma intensidad pero hay otra que sí, de cualquier partido, no depende tanto de eso como de las personas. La intensidad, la exposición mediática y el nivel de trabajo en el Congreso es muy elevado.

-¿Cómo se vive mejor, de político o de actor?

-De actor.

-¿Se gana más?

-También, pero eso no es solo lo que me hace decirte que es donde mejor se vive. De hecho es a lo que yo volveré, mi paso por la política es temporal.

-¿Lo tienes claro?

-Sí, sí, yo siempre dije que iba a hacer como mucho dos legislaturas. Entiendo que los que estamos aquí tenemos que estar de paso y dar el relevo.

-¿Hay mucho espectáculo en la política de hoy en día?

-Hay teatro del malo, en el arte la mentira se utiliza para sacar a flote la verdad, y en política se está todo el día diciendo mentiras para que no se sepa la verdad; es prácticamente lo contrario.

-Eres el primer actor en el hemiciclo, un hecho criticado por muchos pero también has abierto las puertas al mundo real, ¿no?

-Yo siempre digo que no creo que haya muchos diputados en esta última legislatura que hayan creado tantos puestos de trabajo como he creado yo con los festivales de artes escénicas o al producir mis funciones de teatro o de televisión, o que hayan sido tantos años autónomo como yo, y eso a mí me da más legitimidad que a otros que llevan en política muchísimos años y no saben lo que es el trabajo en la calle.

-En cambio, para volver a la interpretación no te ha marcado el haber estado en política...

-Sí, sí, por ejemplo, no te voy a decir la ciudad, hace nada la función que yo he escrito y dirigido se presentaba en un lugar donde la cadena autonómica no me quiso hacer una entrevista y la radio suspendió otra que ya estaba cerrada, y esto tiene que ver con la política. Es obvio que mi paso por la política a nivel artístico me ha creado limitaciones pero yo ya contaba con eso, y hay pueblos donde no me contratarán en la vida con mi función de teatro.

-Llegas al Congreso casi como cualquier ciudadano de a pie, ¿qué es lo que más te ha chocado?

-Es como si a ti te gustase mucho el fútbol, llevases muchos años jugando en la calle o en un campito con tus amigos, y de repente te sueltan en la mitad de la final de la Champions. La sensación es la misma. Empiezas a ver una velocidad de pase de balón que no habías visto en tu vida, cómo corren, cómo maquinan, el fragor del público, que serían los medios, y un nivel de juego que te hace alucinar. Al principio tenía pesadillas todas las noches, pero poco a poco fui aprendiendo, y al final de la primera legislatura, yo era el segundo diputado con más intervenciones y no está nada mal para un novato.

-¿Pesadillas?

-Yo era portavoz de ocho comisiones con temas muy diversos y abarcar todo ese abanico es muy complicado, además yo estaba con mucha tensión mediática, todo el mundo se fijaba en lo que hacía, y sabía que estaban esperando el mínimo tropiezo para darme por todos lados, como así pasó.

-¿Te sentías especialmente observado?

-La vida es así. Gracias a la exposición mediática que yo tengo también conseguí el cargo.

-También has estado inmerso en más de una polémica. ¿Es la impulsividad?

-Soy peleón y piso charcos, tengo cierta tendencia a no callarme, y eso te permite conseguir muchas cosas, pero también hace que tus equivocaciones sean más visibles.

-¿Por qué renunciaría Toni Cantó a su escaño?

-Por una vida más tranquila, por pasar más tiempo con los míos, por un proyecto artístico a largo plazo, que me interese o emocione especialmente, pero también podría renunciar a mi vida artística por un proyecto político que me apasionara.

-En una ocasión el rey te dijo en el Congreso: «Pero tú, ¿qué haces aquí?». ¿Qué le contestaste?

-Intentar que las cosas mejoren y hacer política que me gusta mucho. Cumplir un sueño porque realmente para mí lo era poder estar en el Congreso, inalcanzable, porque con los números en la mano era imposible que saliera, y sin embargo salí.

-Hace unos meses contabas que la política no te dejaba tiempo para el amor, volviéndote a presentar, ¿le cierras las puertas otros cuatro años?

-No, no, hace tiempo me pasaba eso, pero desde hace menos tiempo esa parte de mi vida la tengo muy bien cubierta.

-Y si no, que surja allí en el hemiciclo.

-[Risas]. Bueno, yo preferiría no tener que seguir hablando de política en casa.