Siete mundos probables, pero a 800.000 años de distancia

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN / LA VOZ

ACTUALIDAD

MIKE THEILER | Reuters

Aún es imposible saber si en el sistema Trappist-1 existe vida

24 feb 2017 . Actualizado a las 08:30 h.

«Si queremos sobrevivir como especie, debemos alcanzar otras estrellas». Es el mensaje que, de forma reiterada, ha lanzado el físico Stephen Hawking. Pero, si la humanidad tiene que buscar un nuevo hogar en el futuro, el destino no será ninguno de los siete planetas que orbitan alrededor de la estrella Trappist-1. No lo será simplemente porque está demasiado lejos, tanto para la tecnología actual como para que la que se espera a medio e incluso largo plazo. Está situada a 39 años luz, lo que significa que es la distancia que se tardaría en recorrer 39 años si pudiéramos viajar a la velocidad de la luz: 300.000 kilómetros/segundo. News Horizons, la nave espacial más rápida jamás lanzada y que voló más allá de Plutón, viajó a 14,31 kilómetros/segundo. Esto significa, según los cálculos de la NASA, que se necesitarían 817.000 millones de años para alcanzar el nuevo sistema solar. Con una transbordador espacial convencional se precisarían 1,5 millones de años.

Pero del anuncio hecho por la NASA tampoco se puede pensar que alguno de los nuevos astros pueda albergar vida. «Que en un planeta exista una región habitable no significa que pueda ser habitado, como no es lo mismo que llevar bolsillos signifique que tengas dinero en ellos», precisa Marcos Pérez, director del Planetario de A Coruña. Es más, considera que con la tecnología de los telescopios actuales inferir que en los planetas que orbitan en torno a Trappist-1 puedan darse las condiciones para la vida es mera especulación. «Podemos deducir su tamaño y su órbita e incluso detectar una posible zona de habitabilidad, pero todo lo que tenga que ver con la vida y los océanos es pura fantasía». En una línea similar se pronuncia el geólogo planetario Jesús Martínez-Frías, que ha colaborado con la NASA en varios trabajos. «No debemos confundir habitabilidad con existencia de vida», advierte. Asegura que aunque el universo «es inmenso y sería absurdo pensar que estamos solos», lo cierto es que «hasta el momento no tenemos ninguna prueba de existencia de vida en ningún otro lugar que no sea la Tierra».

Zona de habitabilidad es la región de un sistema planetario en la que el agua se puede mantener en estado líquido en la superficie de los astros que se encuentren en ese entorno, ya que más cerca de la estrella el agua se evaporaría y más lejos se congelaría. Pero para que exista vida, entre muchos otros factores, es necesario que el cuerpo celeste disponga de una atmósfera o de un campo electromagnético que lo proteja de la radiación estelar. Lo primero es algo que podrán determinar telescopios como el James Webb, que empezará a operar el próximo año. Aunque será necesario al menos una década de trabajo para despejar dudas.

Para Marcos Pérez uno de los aspectos más relevantes del descubrimiento es que los planetas se sitúen en torno a una estrella enana ultrafría. «Estrellas como esta -indica- son las más abundantes, por lo que si nos fijamos en ellas podríamos encontrarnos con un montón de planetas de interés con zonas potencialmente habitables».

Y puede que también estén más cerca. Como es el caso de Próxima B, un astro similar a la Tierra situado en Próxima Centauri, la estrella situada a una menor distancia de nuestro Sol, a solo cuatro años luz. Tanto este exoplaneta como los ahora descubierto se suman a los 3.500 ya confirmados como tales.