Lucía Etxebarría se despide de Asturias llamándola «Vulgaria»

N.M. REDACCIÓN

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Lucía Etxebarría
Lucía Etxebarría

La escritora explica en sus redes sociales la decepción que se ha llevado durante sus vacaciones en el norte

25 ago 2018 . Actualizado a las 17:10 h.

Las vacaciones asturianas de Lucía Etxebarría han sido todo menos un remanso de paz. Desde que llegó, ha protagonizado una serie de polémicas relacionadas con los elevados precios de la zona o en relación a la apacibilidad de los toros. Parece que, para ella, en la comunidad no hay nada que se asemeje a la publicidad que se exporta fuera de las fronteras de Asturias. Y así de claro lo ha dejado en su perfil de Facebook

Para que no quepa ninguna duda de su desencanto, la escritora empieza cambiándole el nombre a Asturias que, en sus ojos pasa a llamarse Vulgaria del Norte. Sí, con V. Por otro lado, León pasa a llamarse Vulgaria del Sur. Su relato vejatorio empieza cual cuento: «Había una vez una viajera que emprendió viaje a Vulgaria ( con V). Vulgaria con V estaba dividida en dos regiones: Vulgaria del Norte (la rica) y Vulgaria del Sur (la pobre)». 

Su historia continúa ensalzando las supuestas virtudes que se encontraría en esa Vulgaria del Norte: «Playas espectaculares, cordilleras imponentes, gastronomía rica y variada y, sobre todo, gente guapa». Mientras que en el sur, según le habían contado, se encontraría con la nada: «Allí no hay playa, no hay hoteles, no hay gente guapa, no están preparados para el turismo, los paisanos son unos rudos labriegos que solo saben hablar de vacas...¡ Te vas a aburrir muchísimo!».

Etxebarría señala que, tras acudir a esa rebautizada Vulgaria del Sur y encontrarse con «paisajes bellísimos y una gente acogedora y hospitalaria», sus expectativas a acudir a Asturias eran más que elevadas. Pero para la valenciana fue todo menos agradable. Según su experiencia, más que paisajes bellos, en Asturias hay «paisajes masificados» que le impidieron «sentirse en paz». Además, no encontró sitio en las posadas y, allá donde hubo hueco, afirma que «los posaderos exigían dos doblones de oro».

Y la cosa no acaba ahí, pues Lucía Etxebarría también desprecia la gastronomía asturiana: «El vino estaba aguado y el pan mohoso, y se la cobraban a precio de cordero». 

Para finalizar su relato de los horrores de Asturias -o Vulgaria del Norte-, la escritora señala que, tras volver a su hogar y comentar las impresiones con asturianos -cuyo gentilicio modifica por vulgares- emigrados, le revelan el secreto de esa fama que tiene la comunidad, a su parecer, falsa: «La gente paga tanto por ir al norte que a la vuelta no se atreve a reconocer la verdad, y les da vergüenza contar que han sido estafados. Y cuando alguno se armó de valor y contó lo que vio, los del norte enviaron a unos sicarios para asaltarle en el camino. Mejor no cuentes nada y no regreses al Norte jamás».

Los comentarios a su publicación son rabiosos. Muchos la critican porque consideran que lo que Etxebarría quería era venir gratis, otros lamentan que disfrute desprestigiando la comunidad basándose en experiencias aisladas, otros estiman que no se ha quedado con la impresión de un sitio en concreto, en lugar de animarse a probar más; muchos consideran que su juicio en nada se parece a la realidad y algunos estiman que ha hecho todo esto para acaparar la atención en un momento en el que parece necesitarlo.