Artículo de opinión
26 abr 2017 . Actualizado a las 13:31 h.Parafraseando, a mi modo, las palabras de Abelardo Fernández en una de sus últimas ruedas de prensa, todo es negatividad en torno al Real Sporting. Cuando el equipo se adelantó en el marcador en la tarde de ayer, muchos aficionados comentaron: «a ver cuántos minutos tarda en empatar el Espanyo», «a ver qué pasa para nos empaten como otros días». Y al final ocurrió, como siempre.
Siguiendo con las frases, el director deportivo rojiblanco, Nico Rodríguez, realizó las siguientes declaraciones cuando se cambió de técnico: «a esta plantilla no se le ha sacado todo el rendimiento necesario». Pues pasado el tiempo, con Rubi se ha visto que el vestuario no da para mucho más que para alcanzar la permanencia, si se logra, de forma milagrosa. Quizá bocabajo o con Mourinho en el banquillo se les exprimiría más, pero no demasiado más. Todos los jugadores acaban cada cita extenuados entre los kilómetros recorridos y la tensión con la que los hacen, poco más se puede pedir o esperar.
Es cierto que este equipo no tiene suerte y seguramente con una pizca de ella -cuando no es un resbalón, es un error del árbitro, un mal rebote o un disparo al aire...- se salvaría gracias a la ineptitud de los rivales directos por la permanencia. Pero la suerte también hay que buscarla y en este vestuario faltan jugadores que ganen partidos o sostengan al Sporting en los momentos clave. Esos jugadores que cuestan millones y aquí sólo llegan de rebote, aunque tengamos una deuda eterna como si hubiésemos jugado en la Champions League sin vender Mareo.
En el fondo, aunque todo nos parezca siempre puto negativo, no es ninguna sorpresa que el segundo tope salarial más bajo de Primera División, sólo por encima de Osasuna, no vaya a salvarse plácidamente. Esas cosas son más propias de Vigo, Vitoria o Eibar.
Sólo queda esperar a que el Leganés se pegue otro tiro en el pie y pierda esta noche frente a Las Palmas.