La historia interminable del Sporting

Emilio Ordiz GIJÓN

SPORTING 1905

Fernández Sporting
Fernández Sporting

Columna de opinión

30 abr 2017 . Actualizado a las 15:59 h.

El Sporting ha entrado en un bucle. Todo se hace mal. Y cuando se dice todo es todo. Desde lo extradeportivo hasta lo que pasa dentro del terreno de juego. Un círculo vicioso que vuelve a tener como máximo afectado a la afición; a una masa social anestesiada que no entiende la categoría del problema. ¿Por qué? Porque cuando tú eres consciente de que algo falla, haces todo lo posible por remediarlo. Eso con el sportinguista -en términos generales- no ocurre. Por eso la rueda va a seguir girando de la misma manera y en la misma dirección.

Este Sporting vive de un regreso al pasado constante. Está a pocas semanas de consumar su descenso a segunda división; el que sería el segundo en cinco años. El anterior, el 2012, tuvo los mismos ingredientes que puede llegar a tener este (hay que tener cautela porque nunca se sabe). Dos entrenadores, tres en el anterior si contamos a Iñaki Tejada, mala planificación, jugadores que no dan el nivel y fichajes que no resultan lo que prometían. Valgan dos ejemplos para ilustrar lo último: Damián Suárez y Elderson. Cierto, son dos casos diferentes, pero con el mismo resultado.

Pero cuidado, el verdadero patrón común es solo uno: los Fernández. Antes era el padre y ahora es el hijo. Mismo patrón: el de deshacer un proyecto. En aquel entonces, Manolo Preciado fue destituido entre lágrimas tras una dolorosa derrota en Anoeta. Vega Arango, muy afectado, dijo adiós al que quizás haya sido el mejor entrenador rojiblanco de las últimas décadas. Luego llegó Clemente, que hizo lo que pudo, pero no fue suficiente. Ganó en campo del Espanyol con suficiencia, como Rubi en Leganés. Pero en casa hizo aguas ante Levante y Villarreal; como el catalán ante Deportivo y Málaga. Caminos paralelos.

El mercado de invierno, a peor

No todo fue malo en 2012. En invierno hubo que reforzar el ataque, y se hizo con la llegada de Adrián Colunga. El asturiano se hizo con un sitio rápidamente y aportó su grano de arena en las jornadas finales. No le llegó, pero al menos las sensaciones fueron realmente diferentes a las que deja Traoré. ¿Existe el africano? Parece que no.

Al final, aquel descenso fue aceptado por la grada, pero dio la sensación de tener un mayor nivel de rebelión que el que se puede producir más pronto que tarde. ¿Está la grada de El Molinón en modo conformista? Quizás. Pero lo que es una realidad es que los dos descensos más recientes ?ojalá este último no se llegue a producir- tienen relación directa en tanto a que el club sigue en manos de los Fernández. ¿Hay miedo porque llegue algo peor? No sabemos. Pero la pregunta que hay que hacerse es: ¿hay algo peor para el Sporting que los Fernández?.