La Voz de Asturias

Tensión entre Merkel y los länder para contener la epidemia

Sociedad

pablo l. barbero berlín / E. la voz la gestión del coronavirus en alemania
AMBIENTE EN LAS CALLES DE BERLÍN

Las negociaciones para establecer criterios comunes entre el Gobierno federal y los locales tampoco son fáciles en Alemania

19 Oct 2020. Actualizado a las 08:54 h.

Tras una primera ola de la que Alemania salió mejor parada en comparación con otros países europeos, todo indica que este segundo azote del virus puede pasar mayor factura a la principal economía europea. Con la llegada del frío y con los alemanes haciendo vida ya desde hace semanas en lugares cerrados, la incidencia del virus se ha multiplicado y hace presagiar un otoño e invierno complicados.

El sábado Alemania registró un nuevo récord de 7.830 nuevos casos positivos en 24 horas, la mayor cifra diaria desde que comenzó la pandemia, aunque el domingo se rebajaron a 5.587. Ante esta tesitura, el ministerio de Sanidad del gobierno federal intentó esta semana coordinarse con los estados federados, los llamados länder, para establecer criterios unitarios. El éxito ha sido solo relativo. Se han establecido como zonas de riesgo los territorios que cuentan con más de 50 contagios por 100.000 habitantes, una realidad que este viernes ya afectaba a 70 circunscripciones.

Cuando se supera esa incidencia semanal, según el acuerdo alcanzado por la canciller Angela Merkel con los jefes de Gobierno regionales, se tienen que imponer normas adicionales como el cierre de restaurantes y bares a partir de las 23 horas y la prohibición de venta de alcohol por la noche. Las autoridades han advertido que la mayoría de los rebrotes se han dado en fiestas nocturnas frecuentadas principalmente por jóvenes. Sin embargo, en Berlín, que acumula un considerable aumento de casos, la medida apenas llegó a ponerse en marcha, pues el viernes un tribunal la anuló por considerar que «no era evidente» que ayude a luchar contra el aumento de contagios.

Las medidas para contener el virus, que los alemanes por lo general acatan con obediencia y estoicismo, han venido acompañadas de polémica justo cuando empezaban las vacaciones escolares de otoño. Varias autoridades regionales decidieron imponer restricciones a los turistas nacionales procedentes de zonas «de riesgo» dentro del país. Se han dado así situaciones rocambolescas como que el estado de Brandeburgo, que rodea la ciudad de Berlín, haya prohibido las pernoctaciones de los llegados de la capital al ser esta catalogada como zona de riesgo.

El Gobierno instó a los alemanes a pasar sus vacaciones en el país y no en el extranjero, pero muchos ahora se han visto atrapados por la situación y se sienten desconcertados. Acusados de sembrar confusión, finalmente varios estados han decidido suavizar estas restricciones. Así, de momento no cesa la tensión entre el gobierno federal, que busca unificar criterios, y los länder, que tienen transferidas las competencias de sanidad e intentan protegerse del virus con sus propios medios.

A pesar de contados movimientos en falso, pocas razones hay para acusar al gobierno alemán de paternalismo y de no haber advertido a sus conciudadanos sobre la gravedad de lo que está por llegar. La propia Merkel dijo recientemente que Alemania podría contabilizar para finales del otoño una media de 19.000 casos diarios y llamó a la población a estar preparada para tiempos duros. Una voz médica autorizada como es la del epidemiólogo Christian Drosten -el Fernando Simón de Alemania- advirtió a últimos de septiembre, cuando el horizonte no pintaba aún tan negro, que es ahora cuando comienza lo peor.

Sin embargo, las cifras de estos días difícilmente pueden compararse con las de primavera debido a que el número de test ha aumentado considerablemente y se detectan muchos más casos de personas asintomáticas. Expertos coinciden en la importancia de mantener libres del virus las residencias de ancianos: es menos malo contar con decenas de miles de casos entre población joven que con cientos de ancianos positivos.


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