La Voz de Asturias

Inaciu Iglesias, autor de «Propietarios del mundo, uníos»: «Los ciudadanos somos los dueños del 'prau' y los políticos son solo los llevadores»

Asturias

Carmen Liedo Redacción
Inaciu Iglesias, autor de Propietarios del mundo, uníos

El escritor y empresario, consejero delegado de Cartonajes Vir, insta a través de una recopuilación de artículos a aprender a reivindicar nuestra condición de propietarios y nuestros derechos para generar una sociedad fuerte en la que todo el mundo aporte y cumpla con sus obligaciones

12 Mar 2023. Actualizado a las 05:00 h.

Con otros quince trabajos publicados y alguno más en la recámara, el empresario Inaciu Iglesias (Oviedo, 1966) presentará el próximo 23 de marzo a las ocho de la tarde en el espacio Circus, en Oviedo, su último libro: Propietarios del mundo, uníos, una publicación que ya está a la venta con la que insta a que cada persona sea consciente de sus condición de propietario (de nuestros países, de nuestros gobierno y de nuestras instituciones), asumiendo su responsabilidad y dejando de echar «la culpa de todo lo que nos pasa a los demás». Un libro con el que también quiere dar «una llamada de atención para que como asturianos dejemos de ser víctimas y pasemos a ser actores» dando a los políticos, sólo, el papel de llevadores sin olvidar que los dueños del prau, los dueños del mundo somos nosotros.

-En unos días presentarás en Oviedo tu último libro, Propietarios del mundo, uníos ¿Qué se va a encontrar el lector en esta publicación?

-Algo de sal, pero nada de vinagre: un libro que le puede gustar a gente que no piense como yo. Son artículos escritos entre el 2016 y el 2020, pegados a la realidad, pensados para el momento, con intención de divulgar, que defienden una posición particular, pero también con una clara dimensión intemporal y con intención de permanecer. La idea es defender la condición de propietarios, la responsabilidad que eso implica.

-¿Y qué implica esa condición?

-Que si queremos resultados, primero tenemos que asumir sus costes. Que no podemos seguir echando la culpa de todo lo que nos pasa a los demás, al gobierno. Y, sobre todo, que tenemos que empezar a asumir nuestra propia responsabilidad. Somos los dueños del prau, los dueños del mundo y los políticos son sólo los llevadores.

-Como curiosidad ¿te inspiraste para poner el título en el lema político «¡Proletarios del mundo, uníos!», frase proveniente de la socialista francesa Flora Tristán que posteriormente se popularizó como grito de movilización de El Manifiesto Comunista?

-¡Por supuesto! Yo soy marxista, de Groucho Marx, quiero decir… y me gusta la provocación. Mira, de mis dos abuelos, uno era minero -por cierto, en el Pozu María Luisa- y otro era cartonero; o sea, uno se dedicaba al carbón y el otro al cartón: uno era proletario y otro propietario. Y este juego de palabras me pareció interesante como título: como digo, provocar desde el cariño.

-Entonces ¿es un llamamiento a la revolución de los propietarios?

-Me gusta como subtítulo, está bien… Sí, sí, yo creo que sí. La idea es que tenemos que dejar de ser adolescentes malcriados para pasar a ser adultos responsables. Y hablo en muchos términos también como país: basta de quejarnos de que Madrid o Bruselas no nos hacen caso y asumamos nuestra propia responsabilidad. Y pongo un ejemplo: gestionemos nuestros propios trenes; peor de cómo lo hacen ahora es difícil hacerlo. Es un ejemplo actual, pero como este podríamos poner muchos. Este libro es una llamada de atención para que, como asturianos, dejemos de ser víctimas y pasemos a ser actores. O dicho de otra manera: que pasemos de querida a patria.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Pues que una querida ya sabemos lo que quiere significar: algo o alguien, que es muy guapa, muy presentable y está muy bien para venir de vacaciones, pero que… ¡está mejor callada! Así que cuando alguien nos vuelva a decir aquello de que «mejor no os metáis en política», hay que responderle que eso se les dice a las queridas, pero no a las patrias.

-Pero un título así ¿denota cierto hartazgo con lo establecido?

-No, hartazgo no. Yo soy optimista por naturaleza, mis amigos dicen que incluso demasiado… Lo que me gusta es llamar la atención. Hay dos extremos que me parecen paralizantes: el optimismo en exceso, que resulta paralizante porque para qué se va a hacer nada si está todo estupendo; y el otro, que me parece más peligroso todavía: el pesimismo en exceso, todo eso de que no hay nada que hacer, los políticos son todos corruptos, Asturias es un desastre… Yo no soy de esa mentalidad. Yo creo que la solución está en nuestras manos y hay que pelearlo.

-Dices en la sinopsis del libro que «esperamos demasiado del gobierno» ¿Ciertamente esperamos demasiado del gobierno con lo que nos cuesta a los ciudadanos toda esa infraestructura?

-Prefiero hablar de gobiernos en plural, porque son muchos los que nos gobiernan… Y, en efecto, esperamos demasiado; sobre todo teniendo en cuenta lo mal que hablamos de ellos: todo eso de que los políticos son unos corruptos, unos sinvergüenzas, unos inútiles… y seguimos confiando en ellos para que nos arreglen todo… Los políticos tienen que ser como los administradores a los que contratamos para que nos lleven las cuentas, pero sin olvidar nunca que los dueños somos nosotros. No podemos hacer como aquellas viejas damas de una casona familiar, que dejaban todo en manos del administrador y cuando se querían dar cuenta, ya no tenían nada...

-También dices que la solución a nuestros problemas no está en un gobierno débil, sino en una sociedad fuerte ¿cuáles son tus ideas para conseguir eso?

-Paga tus impuestos, ocúpate de tus negocios, cuida tu patrimonio y fórmate. O, dicho de otra manera, sigue los consejos que te daría cualquier abuela: sal mudado de casa, estudia para labrarte un buen futuro, sé una buena persona y paga tus deudas. Si todos hiciéramos eso, nos iría mucho mejor o, como no vivimos en un mundo utópico, empezaríamos a nombrar como administradores a los que hacen eso y no a los que se dedican a robarnos.

-¿Esto no choca un poco con eso que se dice de que vivimos en el país de la picaresca?

-Es que yo eso de la picaresca no lo comparto. Nuestra tradición, como asturianos, es ser paisanos, tener palabra y ser ilustrados. Y si tenemos casos de corrupción es porque les dejamos, pero no forman parte ni de nuestra idiosincrasia ni de nuestra tradición. Todo eso de que un poco de suciedad mejora el funcionamiento del motor y engrasa las bujías es una trampa con la que nos entretienen, pero de eso nada.

-¿Y cual es la explicación a eso que dices en la introducción del libro de que a los propietarios nos da vértigo coger las riendas de nuestro propio destino?

-Ser el dueño no es hacer lo que te de la gana, al contrario, es dormir peor por la noche porque tienes que cuadrar las cuentas, por ejemplo. Y volviendo a un caso concreto, lo de los trenes… Es mucho más fácil que los trenes los gestionen otros y que decidan, no sólo el tamaño de los vagones, sino la periodicidad, los horarios, todo… mientras nosotros nos dedicamos a protestar. Es comodísimo. Es un desastre, pero es un desastre muy cómodo. Por el contrario, asumir la propia responsabilidad es aburrido, es incómodo y es una lata…

-¿Por qué este libro que lanzas ahora puede ser el principio para que los propietarios empiecen a defender lo suyo?

-Porque ya estuvo bien. Porque creo que si los asturianos podemos aportar algo es esto: dejémonos de protestar, asumamos el riesgo y cojamos las riendas; y el momento de hacerlo es ahora. Es mucho mejor verse como el comienzo de algo que como el final de nada.

-Ya has publicado otros libros además de este ¿hay más en la recámara?

-En total llevo publicados 16, aunque algunos son más pequeños que otros. Y sí que hay más en la recámara, algunos en esta línea -porque hay gente que opina que uno siempre escribe el mismo libro, y algo de eso es verdad- pero en el futuro también voy a abrirme a otros géneros, y hasta aquí puedo leer…

-Si el libro sólo lo pudieran leer tres personas, pero tres con capacidad para cambiar las cosas ¿a qué tres personas escogerías?

-Es una buena pregunta… (Lo piensa con detenimiento). A mis hijos, al presidente de este pequeño y verde país nuestro, y a mi candidato… Y que cada uno lo interprete como quiera.

-Para terminar ¿qué quieres aportar con todos esos libros que escribes? ¿Cuál es el objetivo o qué legado quieres dejar?

-Desde la humildad, el objetivo es no dejar nada en papu. Creo que las cosas hay que decirlas, esa es mi sensación, y los buenos tenemos que defendernos: no podemos dejar que el que más grita se lleve la razón. A veces nuestro silencio responde a esa infantilización de que, como tenemos razón, pues ya no hay por qué decirlo… Es como ese chiste: «Uno pregunta, ¿qué esperas del año que viene? Y otro responde, a estas alturas nada, tiene que salir de él». Pues no, las cosas hay que decirlas, y eso es lo que espero: que quede dicho. O como dice esa expresión asturiana tan guapa: ¡Ta falao!

 


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