La Voz de Asturias

Pablo Bulnes, cuarta generación al frente de El Molín de Corao: «Los oficios tradicionales se van perdiendo, pero este me da para vivir»

Asturias

Carmen Liedo Redacción
Pablo Bulnes trabaja con el maíz

El joven ha tomado el relevo tras la jubilación de su padre, manteniendo en funcionamiento en el oriente de Asturias la infraestructura hidráulica que mueve el río Güeña

16 Mar 2024. Actualizado a las 05:00 h.

El trabajo de molinero es un trabajo que Pablo Bulnes tiene «interiorizado». «Lo vi hacer siempre a mis padres. Vamos, que lo mamé», comenta este joven de Cangas de Onís que recientemente ha tomado el relevo de su padre, Bernardo Bulnes, ya jubilado, y con la ayuda de su madre, Carmen Sánchez, se ha puesto al frente de El Molín de Corao, una infraestructura de ingeniería hidráulica dedicada a producir maíz que se remonta al siglo XVIII. Pablo es, por tanto, la cuarta generación que se dedica a un trabajo que ya vio realizar a su abuela Amalia.

En buena medida, la carga de trabajo que tiene ahora se debe a que son muy pocos los molinos de agua que quedan en Asturias e, incluso, en Cantabria. «Los tiempos van cambiando y los oficios tradicionales se van perdiendo, pero para mí es un trabajo que me da para vivir», manifiesta Pablo Bulnes, que manteniéndose en el oficio de molinero cumple varios objetivos: dar continuidad a la labor realizada por su familia desde hace dos siglos, impedir la pérdida del oficio y mantener en buenas condiciones este molino que mueve el agua del río Güeña.

Y es que son muy pocos los molinos dedicados a la molienda que siguen funcionando en la región. Según tiene entendido Pablo, queda uno en la zona de Pravia, otro en la de Cangas del Narcea, «y uno que había en Peñamellera, cerró», por lo que señala que en los últimos tiempos recibe moliendas de gente desde Villaviciosa hasta casi Santander. «Traen la molienda, la dejan y cuando nos cuadra, lo molemos. Ya les decimos si pueden venir a la semana o a los 15 días a recoger la harina», explica Pablo, que añade que «no tienen que pagar porque hacemos maquila». Es decir, que por el trabajo de moler, se quedan con un porcentaje del peso de la molienda.

Molienda de verano y de invierno

Pablo reconoce que ahora, con el despoblamiento de los pueblos, el volumen de moliendas que les llega ha descendido en los últimos años. «Antes se traía más porque había más gente en los pueblos y, por tanto, se sembraba más maíz», comenta el mismo, que, no obstante, sigue teniendo trabajo en el molino tanto en invierno como en verano en un molino que tiene 4 molares, dos de los cuáles se destinan a moler maíz para consumo humano y otros dos para moler cereal para el ganado. «El volumen de trabajo va por temporadas. Por el verano se muele más maíz, porque mucho de ello se vende para restaurantes por el aumento de turista. En invierno, se muele más pienso porque los ganaderos tienen el ganado en la cuadra», traslada. Y aunque no tiene en mente un cálculo de cuántos kilos de cereal puede llegar a moler el Molín de Corao en un año, cifra en «tres o cuatro sacos de 40 kilos» lo que pueden moler en uno de los molinos en un día consiguiendo una harina fina.

Y respecto a las épocas en las que aumenta el turismo, Pablo Bulnes comenta que de vez en cuando acude gente al molino, incluso en grupo, que se interesan por el funcionamiento del molino, sobre todo en Semana Santa y en verano. Y aunque no es su trabajo hacer de guía turístico, el joven plantea que «si estamos en el molino, les explicamos como funciona. No es nuestro trabajo, pero lo enseñamos sin problema». Y es que, a su entender, «mejor que vean como funciona uno de verdad que no uno de adorno».


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