Patricia Martínez, instaladora de gas: «Hay gente que todavía se sorprende al ver a una mujer; te miran con duda»
Asturias
La dueña de Buprolesa demuestra que las mujeres también tienen cabida en un sector tradicionalmente masculino: «Me preguntan si todo quedará bien, pero al final quedan encantados y me vuelven a llamar»
08 Mar 2025. Actualizado a las 05:00 h.
Patricia Martínez es la dueña de una pequeña empresa familiar, Buprolesa, dedicada al sector del gas, la calefacción y la fontanería. A pesar de ser un campo mayoritariamente dominado por hombres, ella ha sabido encontrar su lugar, destacándose como una de las pocas mujeres en un sector tradicionalmente masculino. Su historia comenzó por obligación, pero pronto se convirtió en pasión. Aunque inicialmente trabajó en la hostelería, Patricia decidió seguir los pasos de su padre, dedicándose al negocio familiar y sacándose los carnets necesarios para trabajar en este mundo. Hoy, casi 20 años después, ha encontrado su lugar y se siente orgullosa de su trabajo, a pesar de los retos que implica.
«El mundo del gas me gusta mucho. Es un sector muy de hombres, pero está bien», cuenta. Patricia trabaja junto a cinco hombres en su empresa, y aunque reconoce que al principio fue algo más complicado, se siente cómoda y respetada. «Es verdad que no es un trabajo habitual en el que haya mujeres, y hay gente que se sorprende cuando voy a hacer una revisión y ven que soy una chica. Pero al final, das tu opinión profesional y les vale igual que la de un hombre», comenta.
«Te miran con dudas, especialmente las personas mayores. Ellos no están acostumbrados a que llegue una mujer a hacer una revisión o a reparar algo», explica. «Me preguntan si todo quedará bien, pero al final quedan encantados y me vuelven a llamar», dice. «Los chavales no se sorprenden, todo lo contrario», añade. Sin embargo, Patricia lo toma con humor y asegura que al final siempre demuestra su profesionalidad. «Cuando ven que hago bien mi trabajo, ya no les sorprende tanto», dice entre risas.
Ahora, con más experiencia, las cosas han cambiado. «Cuando voy a dar un alta de gas natural y me encuentro con inspectores, a veces me hacen preguntas como si me estuvieran examinando. Pero no me lo tomo a mal. Al final, el trabajo sale bien, y eso es lo que importa». La discriminación en este campo no es algo que le haya afectado personalmente, pero sí reconoce que, en sus primeros años, algunos compañeros le dirigían menos la palabra. «Cuando empecé, los hombres no se interesaban mucho por lo que hacía. Solo me veían como una chica en prácticas», recuerda. A pesar de ello, nunca dejó que esto la desanimara. «Lo más importante es demostrar que sabes lo que haces. Al final, tanto hombres como mujeres lo que quieren es que el trabajo se haga bien», afirma.
Con el tiempo, ha aprendido a manejar las situaciones incómodas con humor y paciencia: «Hay gente que prefiere hablar con mis compañeros, pero también tengo clientes que prefieren hablar conmigo. No creo que sea cuestión de ser mujer, aunque a veces está claro que es por eso», reflexiona. Sin embargo, asegura que nunca se ha sentido menospreciada. «Me tomo las cosas con humor. Si no, viviría amargada», dice riendo.
«Si hubiese mas chicas en obra seria genial, mas que nada porque no se sorprenden al ver que llego yo. Al final el que va a tu casa a hacer revision de la caldera y demás, siempre son hombres. Luego llegas al banco y hay una directora y nadie se extraña», añade. Aunque le gustaría ver más mujeres en el sector, entiende que es un trabajo sacrificado: «Nunca he hablado con una jefa de obra o una encargada. Las chicas están presentes en otros sitios, pero en obra no», comenta. «Es un mundo en el que las chicas están todas en oficinas».
Su día a día
Su día a día comienza temprano, a las cinco y media de la mañana. Dependiendo del volumen de trabajo, puede terminar a las dos de la tarde o llegar a casa a las ocho de la noche. «En invierno tenemos mucho más trabajo porque las cosas se estropean más», explica. Además, ofrece un servicio de mantenimiento de 24 horas, lo que implica estar siempre disponible. «Aunque vaya para casa, siempre estoy trabajando», dice.
Patricia se encarga de revisar instalaciones, leer contadores, supervisar obras y certificar que todo cumple con la normativa, entre otras cosas. «La responsable soy yo», afirma con orgullo. A pesar de las largas jornadas y los desafíos, Patricia ama su trabajo. «Me gusta mucho lo que hago. Es un sector que, aunque sea de hombres, me hace sentir bien», comenta. «Aunque siempre trato de equilibrar mi vida personal, a veces me pierdo eventos importantes, como las graduaciones de mis hijos», reconoce.
Aunque su padre al principio no estaba convencido de que trabajara fuera de las oficinas, finalmente la apoyó. «Me decía que era un trabajo duro, pero yo quería ir con él. No quería estar en la oficina», recuerda. Hoy, Patricia es una profesional respetada en su sector, y su historia es un ejemplo de cómo las mujeres pueden destacar en cualquier ámbito, incluso en aquellos tradicionalmente dominados por hombres.
«Yo creo que este sector va a seguir siendo muy de hombres. Muchas veces sacamos ofertas de trabajo y todos los currículums que llegan de chicas son para administrativas», comenta. Aunque no ve un cambio significativo en el futuro, Patricia está convencida de que las mujeres tienen un lugar en este mundo y que, con la actitud adecuada, pueden lograr lo que se propongan. «Este sector es muy de hombres, pero yo creo que cualquier mujer puede desempeñar esta tarea perfectamente», concluye.