Salvador Méndez, tras su primer turno trabajando en Asturias: «Me tratan como si fuese el Dios de los de la calle y yo lo he hecho para que la gente sea coherente»
Asturias
El madrileño además denuncia que el trato por parte de los guardias a las personas que viven en el aeropuerto «ha ido a peor» tras el revuelo de su caso
24 Jun 2025. Actualizado a las 18:26 h.
El de Salvador Méndez está siendo uno de los casos más mediáticos de los últimos días en panorama televisivo español. Tras protagonizar a comienzos de semana una historia que conmovió a gran parte de la audiencia, narrando en el programa Espejo Público de Atresmedia cómo el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas se convirtió en su hogar durante cuatro años, este joven de 28 se ha convertido en un fenómeno social y se ha erigido como un representante de todas las personas que viven en una situación similar a lo largo y ancho del país.
En su caso, Salvador ha tenido la suerte de ser contratado por Fernando Fernández, un empresario asturiano que se ha hecho con sus servicios como camarero de piso ofreciéndole un puesto remunerado, alojamiento y pensión completa en un hotel en Peñamellera Alta a la altura del pueblo de Llonín. Tras su primer turno en su nuevo oficio, La Voz de Asturias charla con él para conocer cómo están siendo sus primeras horas en Asturias, sitio que pisa «por primera vez» en su vida. Su primer contacto con su nuevo puesto laboral lo define como «bastante intenso» y explica que está tratando de «reorganizar» su vida tras unos días tan ajetreados, algo que cuenta que le será «algo costoso», pero asegura que «antes de todo» está «feliz y contento».
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Acerca de la relación con su nuevo jefe, a pesar de ser corta, el madrileño se muestra muy adaptado con su nueva casa: «Muy bien, muy bien. Acaba de traer al médico por si necesitaba cualquier pastilla o algo. Además, he conocido a los trabajadores de otro local y súper buenos conmigo. O sea, un recibimiento y una calidad de bienvenida que en pocos sitios ves», apunta.
«He pasado de ser un muerto de hambre y un mierda a que de repente todo el mundo te habla aquí como el Dios de los de la calle»
En los últimos días, a través de su historia, se ha puesto mucho el foco en su persona y en la de las personas que vivían en condiciones similares. El joven explica que son días en los que ha recibido una gran atención de los medios de televisión y contaba que acababa de conocer al alcalde y le había dicho «que era famoso». Este cambio radical de la atención que recibe, Salva lo vive cómo algo exagerado, pero sabe que es algo que puede ayudar a cambiar la percecpción del público general: «Imagínate, de ser un muerto de hambre y un mierda a que de repente todo el mundo te habla aquí como el Dios de los de la calle. No lo he hecho para eso, lo he hecho para que la gente sea coherente y entienda que hay ciertas circunstancias de la vida que son reales y la gente es tan estúpida que no lo quiere ver. ¡Están cegados!», explica.
Este madrileño de 28 años, con estudios en el mundo de Comunicación Audiovisual, Imagen y Sonido y Producción Musical y experiencia durante seis años de su vida como DJ, la aparición de la pandemia del coronavirus provocó que su vida terminase en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas: «Aparece el Covid, me voy con mi pareja, acabo con ella y mi familia me da la espalda completamente y termino en situación de calle. Unos meses fuera del aeropuerto y desde diciembre de 2021 estaba allí».
Si esta situación no fuera ya de por sí bastante difícil, Salva denuncia que el trato por parte de los guardias del aeropuerto: «Motes vejatorios, agresiones, malos hábitos para despertar a la gente, es decir, tirándo las maletas por el medio de los pasillos», son algunas de las acciones que recuerda de sus años allí. Sobre por qué se comportan así, presuntamente, el madrileño de 28 años lo tiene claro: «Es el típico personaje que se cree policía y es placa de seguridad. O sea, un media placa, como se le conoce», asegura.
Sorprendentemente, a pesar lo mediático de su caso, Salva cuenta que el trato por parte del aeropuerto a la gente que vive allí «ha ido a peor: están tirándoles los pasaportes, sus cosas...», afirma. «De hecho yo tengo el mandato de AENA y es horrible. Nombran a esa gente como ONAS (Ocupantes No Autorizados), como okupas nos tratan», se lamenta.
«Tengo un poco el sentimiento y el resentimiento de haberlos vendido, como haberlos traicionado»
Finalmente, haciendo un repaso a estos últimos días, el madrileño hace balance de estos días después del revuelo de su historia personal. Primero de todo, se queda con lo positivo: «El movimiento que he llegado a crear de que dos millones y medio, casi tres millones de personas, hayan visto mi historia de Espejo Público. Eso es una de las mayores cosas porque significa que he conmovido a casi tres millones de personas y eso es algo que a mí mismo me enorgullece porque es, como digo, algo normal en todas las regiones de España. Pero no lógico que exista a día de hoy», asegura.
En el aspecto negativo, Salva no se puede olvidar de todos aquellos compañeros que vivían en la que era, hasta hace pocos días, su situación y reconoce que siente «dejar a mucha gente» atrás y tener «un poco el sentimiento y el resentimiento de haberlos vendido, como haberlos traicionado», concluye con cierta pena en su tono Salva.