La Voz de Asturias

Daniel Berdasco, el empresario cárnico a cuyo hijo menor expulsaron del mercado de Siero: «No pueden avergonzarme delante de todos los operadores»

Asturias

Manuel Noval Moro Redacción
Daniel Berdasco y su hijo en el mercado de ganado de la Pola

«Mi hijo está formándose conmigo; tenemos una empresa con más de 50 años y vamos por la segunda generación, y queremos que él sea la tercera»

27 Aug 2025. Actualizado a las 08:51 h.

El empresario cárnico Daniel Berdasco se encontró el pasado lunes con una sorpresa desagradable. Fue con su hijo, que cumple 15 años a principios de octubre, al mercado de ganado de Pola de Siero como llevaba haciendo todo el verano, y cuando dieron las ocho de la mañana, la hora del inicio de la actividad operativa, un funcionario obligó al menor a abandonar el recinto, supuestamente porque su presencia allí contravenía la normativa. 

Berdasco, gerente de la cárnica Benfer, dijo que el lunes, padre e hijo no habían hecho nada diferente de lo que venían haciendo el resto de los lunes del verano. Cuando le dijeron que su hijo no podía estar en el recinto, protestó airadamente, porque consideraba que estaba actuando correctamente. «Es un menor, y eso nunca lo ocultamos ni pretendí saltarme las normas; simplemente, traté de hacer ver que era el hijo de un profesional; yo soy un industrial cárnico, y no estoy pidiendo un imposible sino que mi hijo me acompañe», explica.

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Porque no había una razón lúdica en la visita al mercado sino formativa. «Mi hijo está formándose conmigo; tenemos una empresa con más de 50 años y vamos por la segunda generación, y queremos que él sea la tercera generación; no podemos pretender que haya relevos generacionales si los chavales se hacen ganaderos con 18 o 20 años y hasta ese momento no ven ni una vaca ni cómo se hacen las transacciones», sostiene.

Las tres generaciones de Benfer

El empresario se ofreció a firmar un documento en el que se hacía responsable de su hijo, por si ocurría algún tipo de percance, para eximir al recinto de cualquier tipo de responsabilidad. No se lo aceptaron. El funcionario insistió en que el menor debía irse, y posteriormente el director del mercado lo ratificó. «El director dijo que o abandonaba el recinto o llamaba a la Policía Local; yo le dije que no tenía ningún problema, porque que yo sepa no estábamos vulnerando ninguna ley», relata. Agentes de la Policía Local acudieron finalmente al recinto y redactaron un informe, pero no hubo mayores consecuencias.

Berdasco no tiene claro por qué, precisamente, ocurrió el pasado lunes el percance y no todas las veces que fue a lo largo del verano. «Probablemente alguien que haya ido a protestar», sugiere. En cualquier caso, cree que el trato no fue correcto: «No pueden avergonzarme a mí delante de todos los operadores, sacarnos los colores a mí y a mi hijo que se está iniciando en la profesión; ir a un sitio con tu padre para sentar las bases de un relevo generacional y que te avergüencen así lo que puede hacer es desilusionarte».

Para el empresario, no se ha hecho una distinción entre lo que podría ser la visita lúdica de niños muy pequeños, que si podrían dar problemas, y la de un adolescente que, además de tener mucha experiencia con el ganado —acude todos los años a ferias y mercados por toda Asturias— tiene una buena forma física. «Tiene una fortaleza y unas capacidades físicas que muchas personas que van al mercado no tienen: hay jubilados con muletas y personas con muchas menos posibilidades».

Además de todo esto, el incidente hizo que Berdasco perdiera mucho tiempo a lo largo de toda la mañana, lo que le impidió operar en el mercado, con el perjuicio que ello supone. «Surgió esto, tuve que hacerme cargo del chaval y tuve dos reuniones en el espacio de oficinas, todo ese tiempo me impidió la actividad operativa», lamenta.

La prohibición de Siero le parece muy extraña, porque es el único lugar y el único caso que se ha encontrado, no solo él sino cualquier ganadero que haya acudido con menores a este tipo de lugares. «Mi hijo participa en todas las ferias: Teverga, Quirós, Proaza, Somiedo, Cangas del Narcea. La semana que viene va a ir conmigo a Salamanca, al certamen anual. Y curiosamente, en el de Pola de Siero, todos los años, salen niños de 6 y 7 años con el toro o la vaca de casa, cosa que me parece muy bien, y se publica en todos los lados y decimos que es la nueva generación».

Para Berdasco, el caso es especialmente llamativo teniendo en cuenta que, en realidad, no se registra exhaustivamente quién acude y quién no al mercado. «Cuando la pandemia hubo una norma estricta: tenías que acreditar con el DNI quién eras para poder acceder al recinto; cuando establecieron esa norma, mi hijo no fue a nada, cumplimos a rajatabla; pero una vez que pasó, empezamos a ir, y también mucha más gente, que entra por varios sitios y no acreditan a nadie; hay gente que viene a hacer operativa y otra gente jubilada que viene a recrearse, a echar la mañana».

El empresario está convencido de que siempre ha habido menores en el recinto, y que nunca les han dicho nada. En cualquier caso, cree que cuando se trata de formación, hay que hacer un esfuerzo y tener en cuenta excepciones.

Su propia empresa es un ejemplo

«Yo mismo impartí un curso para los chavales de grado superior de Industria Alimentaria de Pola de Siero; vinieron a visitar las instalaciones de Benfer, a conocer cómo funciona la industria cárnica; todos los alumnos llevaron un documento después de hacer gestiones para autorizar la asistencia, y la visita fue completamente legal. Hay autorizaciones y excepciones vinculadas a la formación y a la enseñanza, al relevo generacional, a la continuidad de las empresas: es como tiene que ser».

Berdasco espera que el episodio del pasado lunes sea solo un pequeño lunar en la trayectoria de su hijo, que está realmente interesado en continuar con el legado de su padre y de su abuelo. «Un chaval de su edad que se levanta a las cuatro de la mañana para venir conmigo, que un domingo se acuesta a las nueve de la noche para madrugar, es porque tiene interés, y no podemos hacer que pierda la ilusión en un sector que bastantes dificultades tiene ya».

Más allá de que los funcionarios pudieran tener razón, aunque no hay una normativa que impida explícitamente la asistencia de los menores al recinto, lo que más lamenta Berdasco es que no hubieran tenido un poco más de delicadeza. «Podían haberme llamado aparte y decirme lo que había, pero no; nosotros quisimos hacerlo todo de una forma discreta pero no hubo ni un solo asistente al mercado que no se enterara del lío», concluye.


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