La Voz de Asturias

El precedente asturiano del fiasco de Villamanín con el gordo de la lotería: el condenado pagó menos de 700 euros a cada estafado

Asturias

Marcos Gutiérrez Redacción
Participación de lotería de Navidad vendida por la comisión de fiestas de Villamanín y premiada con el gordo

El 15 de diciembre de 2012, varios vecinos de Portuarios creyeron durante varias horas que eran mucho más ricos que el día anterior. Habían comprado en el quiosco del barrio participaciones del 69345, número ganador del primer premio de la Lotería Nacional. Muy pronto sus sueños se convirtieron en pesadilla y desilusión

29 Dec 2025. Actualizado a las 17:24 h.

Parafraseando, de aquella manera, a los añorados Bigelf en su tema «Money, It's pure evil», cuando el vil metal entra en juego uno no sabe «quién es su amigo ni tampoco su enemigo», ya que el dinero «es pura maldad, porque cambia a las personas».

Esto es algo que se ha podido apreciar en Villamanín, el pueblo de León al que el Gordo de la Lotería de Navidad ha quebrado y hecho pasar de la euforia a la ira, enfrentando a vecinos, amigos y familiares, un poco a la manera del Leland Gaunt de La tienda de Stephen King. Se trata de una situación que muchos vecinos de Gijón tienen aún muy fresca en la memoria.

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Volviendo a lo más reciente, la comisión de fiestas de la localidad leonesa, integrada por unos diez jóvenes y tres adultos, se reunía a las 18 horas del 26 de diciembre con los portadores de papeletas premiadas con el Gordo, el 79432, para aclarar lo sucedido cuatro días antes. Y lo que sucedió fue que uno de los tacos con las papeletas no se había entregado al lotero de La Pola de Gordón, por lo que se vendieron más de las que se tenían, sin entrar en juego, aparentemente, mala fe. El resultado fue la pérdida de cuatro millones de euros de los 35 que habrían tocado en la localidad.

Pese a que los integrantes de la comisión han entregado su premio personal y el décimo de la organización (unos dos millones) para compensar el error, la grieta que se ha abierto en este pueblo de unos trescientos habitantes parece insalvable. Y no por un dinero robado o escamoteado, sino por uno que antes del 22 de diciembre, a las 10.44 horas, ni siquiera existía.

El precedente asturiano del fiasco de Villamanín

Si bien no tan grave en lo pecuniario como el que se ha producido en Villamanín, en Asturias (concretamente en Gijón) existe un precedente de una situación parecida. Y no hace tanto tiempo. Y es que Portuarios amaneció el sábado 15 de diciembre de 2012 con la esperanza de que algo de suerte cayera sobre este honrado y obrero barrio. Y lo hizo, pero de manera muy sui generis. Y es que a más de un vecino le dio un vuelco el corazón al creerse propietario del 69345, número ganador del primer premio de la Lotería Nacional. Sin embargo, las participaciones que habían adquirido en el quiosco de la zona no estaban sustentadas por décimos reales.

En su momento, en torno a siete vecinos denunciaron al quiosquero en la Comisaría de El Natahoyo por los 30.000 euros por participación que se habían quedado en el limbo. Según sus cálculos, se habían adquirido ocho participaciones (algunas compartidas) a 3,5 euros cada una, por lo que los afectados estimaban la cantidad no percibida en torno a los 240.000 euros.

De la euforia de los «premiados» a las lágrimas del vendedor

Las sospechas de los vecinos comenzaron muy pronto, casi en el momento en el que habituales del quiosco, curiosos y «agraciados» comenzaron a agolparse junto al establecimiento. Y es que buscaban ser partícipes de la felicidad que reinaba en un lugar en el que se acababa de repartir una suma de dinero tan generosa. Sin embargo, pronto se produjo casi una evidente discordancia entre el jolgorio general y el rictus serio del vendedor, al cual muchos vecinos dijeron haber visto marcharse del lugar con lágrimas en los ojos.

Muchos sostenían entonces que era un comportamiento propio de la emoción por haber hecho algo más ricos a varios vecinos o, simplemente, por el desencanto resultante de no haber adquirido para sí mismo una participación del número supuestamente afortunado.

Los siguientes dos días fueron también extraños para los ciudadanos del barrio y, más si cabe, para los que habían resultado —o eso creían— premiados. El quiosco abrió apenas unas horas al día siguiente del sorteo, el domingo, y el lunes se mantuvo cerrado. Tras haber justificado que no se hubieran cobrado los premios por no haber recibido el dinero, ya en la tarde del lunes posterior al sorteo el propietario del establecimiento tuvo que confesar que, por una falta de comunicación con su pareja (no con la intención de estafar), vendió participaciones sin tener los décimos.

Esta persona se ofreció a compensar con 5.000 euros a cada uno de los afectados a cambio de que no denunciasen. Fue la propia Policía la que, una vez personada en la asociación vecinal del barrio, recomendó a los vecinos iniciar acciones legales de manera conjunta.

El número de la discordia, el 69345, fue repartido en la zona oeste de Gijón. La administración número 27, ubicada en la avenida de la Argentina, en La Calzada, repartió a varios clientes décimos del premio y otros se los vendió al quiosquero de El Natahoyo. Los afortunados que adquirieron décimos y no participaciones sí pudieron disfrutar de lo obtenido en el sorteo.

Años después, los tribunales determinaron que el quiosquero, que se enfrentaba a una condena por un delito de estafa agravada, debía pagar 500 euros en concepto de indemnización a cada uno de los siete vecinos afectados por haber quebrado sus sueños, así como 180 euros de multa y devolver el importe de las participaciones. Una cantidad, sin duda, muy lejana de la que hubieran percibido si hubieran ganado realmente el premio.


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