La Voz de Asturias

El «boom» de la poesía 2.0 llega a Asturias

Cultura

Laura Montes Redacción
Tamara Camino y Patricia Suarez

Los nuevos bardos digitales se convierten en el principal foco de las editoriales y colisionan con el sector literario mas purista

13 May 2017. Actualizado a las 14:45 h.

Desde el 2015, los libros de poesía han experimentado un aumento de ventas que contrasta con el estancamiento general de la industria literaria. Este «boom» ha coincidido con la proliferación de los escritores que hacen de las redes sociales su plataforma de difusión y luego dan el salto al papel, colocándose en los primeros puestos de los más vendidos. Tamara Camino y Patricia Suárez son dos de los ejemplos asturianos de este tipo de poeta 2.0. Estos bardos digitales se han convertido en el principal foco de las editoriales dado a su gran éxito entre los lectores. Pero no es oro todo lo que reluce ya que estos nuevos poetas se encuentran en el punto de mira del sector literario más purista, que en muchas ocasiones califica sus versos como de mala calidad. Lo que es innegable es que este fenómeno, ha resultado en un empujón importante para el sector poético y ha conseguido devolver este género a las manos de los más jóvenes. 

«La poesía está en otra parte. Tenía que llegar y ha llegado: hoy en la lista de más vendidos de poesía en el ABC Cultural, ningún poeta». Antonio Rivero Taravillo, poeta, ensayista y traductor melillense, reavivaba a principios de año la polémica de la omnipresencia de poetas 2.0 en las listas de bestsellers poéticos. Se refería a una lista copada por autores entre los que destacan nombres tan «exóticos» como Defreds, @srtabebi o Carlos Sadness. La poesía «de nueva generación» ha dado el paso de las redes sociales al papel, convirtiéndose, contra todo pronóstico, en uno de los sectores más punteros dentro de la industria literaria contemporánea. Miles de seguidores, likes y retweets han alzado a estos jóvenes creadores. Según el informe del Comercio Interior del Libro en España, del 2015, se concluyó que hubo un aumento anual de 26.5 % en la categoría de Poesía y teatro. Esta cifra se vuelve significativa al compararla con las del 2010, año en el que el sector literario entro crisis y la tirada poética cayó hasta al 4.5%.

¿Cuál es la clave de este «boom»? El perfil de los poetas online se suele identificar con el movimiento confesional; las experiencias personales son narradas desde la emoción de lo simple, que cobra todo el protagonismo. La temática amorosa suele primar, muchas veces acompañada de escenas sexuales con cierto toque de realismo sucio que podría evocarnos a Bukowski. Estos poetas no suelen pararse en detalles técnicos. Versos sin métrica o rima evidente, alejados de los cánones, suelen generar reticencias a los más críticos, a los que las cacofonías habituales en este tipo de poesía les rechinan. La cotidianidad puede considerarse el «enganche» para los miles de seguidores que retweetean y comparten versos alejados de complejas metáforas gongorianas. 

Para Mario Vega, poeta y editor, este «boom» es positivo. «Existe un rechazo frontal por parte de la mayoría académica a este tipo de movimientos y personalmente creo que es un error». La clave está, dice el poeta en «tener en cuenta el tipo de lectores que acceden a este tipo de creaciones; la pregunta que debemos hacernos, antes de lanzarnos a criticar es ¿para quién está hecha?» El perfil del lector para Vega es el de aquel que «de otra forma no se hubiera acercado a la poesía, al menos no a la más canónica». Sin embargo, esta afirmación no quiere decir que no se puedan llegar a interesar por una poesía más académica. «La parte positiva es que, la mayoría de estos autores, beben de los poetas canónicos y, en este nuevo tipo de poesía citan a autores como Ángel González o Leopoldo Panero que puede llevar al lector a indagar en las distintas ramas del género». En cuanto a la cuestionada calidad de este tipo de poesía el editor remarca «si no hubiera libros malos, no habría libros buenos, es decir, con el dinero que puede hacer una editorial con libros de menor calidad puede sacar otros libros que, si bien son de mejor calidad literaria, tienen un mercado más limitado». No obstante, el poeta se posiciona a favor de este tipo de difusión poética «me resulta maravilloso que cada vez se lea más poesía».

Francisco Borge, teórico literario de la Universidad de Oviedo, coincide con la visión de Vega. «No entiendo que este tipo de poesía se pueda considerar mala; entiendo este fenómeno como algo totalmente positivo». Para Borge el medio ha de ser un condicionante y considera el debate generado en torno a los poetas 2.0 «ridículo» ya que «publicar poesía en este país no es tarea fácil y si estos autores llegan a hacerlo y llegan esos grandes números de lectores, es imposible que se pueda calificar como mala poesía». Para Borge, las redes sociales son solo un medio más, «antes las poesías se publicaban en los periódicos, ahora en las redes. El medio no determina la calidad; si se hace un paralelismo con la música, hay muchos artistas que, antes de llenar estadios, se han hecho un hueco en la red».

Dos ejemplos

Tamara Camino (Oviedo, 1992) ha hecho de las nuevas tecnologías una catapulta al éxito. Su atracción por la literatura comienza a una temprana edad con los cuentos de Gloria Fuertes. La poeta no le abandonará a lo largo de su vida, a través de su poesía para adultos y a ella se sumarán Neruda, Miguel Hernández o Wislawa Szymborska como figuras influyentes en los versos de la joven escritora. Como una gran parte de sus contemporáneos, las redes sociales han sido su carta de presentación al mundo literario. Autodefinida como una poeta tímida, «nunca me había decidido a compartir lo que escribo, y quedaba recluido en libretas que pasaban sus días en una estantería de mi habitación». Fue precisamente la red social Instagram, la plataforma a través de la que decidió dejar a un lado esa timidez para empezar a publicar sus escritos. «Bajo mi punto de vista, es la red social que está mejor organizada», destaca sobre todo la facilidad a la hora de llegar a un público mucho más extenso. «Los hashtags hacen de redes como Instagram un mundo de posibilidades para los poetas».

Una vez en la red, Tamara Camino se convirtió en @lamusaquearana. «La musa que araña nace de esa timidez o ese miedo a la exposición que existe en primer momento, es un pseudónimo tras el que puedo ser yo y compartir». Tras un tiempo publicando sus textos, el punto de inflexión de su perfil fue el momento en el que se decidió a poner cara a los versos. Todo comenzó a fluir cuando colgó un video quitándose simbólicamente una careta; «ahí surgió el #mypoetrychallenge, que era un reto poético en el cual los seguidores me escribían palabras y yo tenía que hacerlas poema». Camino destaca la facilidad de comunicación entre lector y poeta a través de este tipo de plataformas como la clave del éxito, «que sean partícipes es una ventaja que te da este medio». Aparte del feedback fluido, para la poeta, «la facilidad de llegar a mucho público en cualquier parte en cualquier momento» es un factor clave que, junto al uso de «un lenguaje cercano, con temas de actualidad», han dado lugar a este «boom» de la poesía 2.0.

En cuanto al aprovechamiento que hacen las editoriales de este fenómeno, Camino se muestra crítica. «No estoy a favor de que las editoriales más punteras, o con más recursos, valoren la calidad poética en base a un número de seguidores porque los poetas no son números, son escritores y la calidad de un texto o de un poema nunca debería ser valorado por un número de me gusta».

Lo que es innegable es que, gracias al uso de las redes, la chica tímida que escondía sus versos en su habitación, se ha convertido en poeta publicada en papel que, de la mano de la editorial Camelot, presentará su libro La Musa que Araña el próximo 12 de mayo en Oviedo. En esta ocasión firmando como Tamara Camino.

Patricia Suárez (Mieres, 1999) lleva escribiendo «desde que tengo uso de razón». Se adentró en la poesía con apenas 12 años y, fue en ese momento cuando se dio cuenta de que ese mundo estaba hecho para ella.  Su aventura en las redes comenzó en Twitter donde empezó a difundir pequeños poemas, pero ahora coincide con Camino en utilizar la red social Instagram. «Me parece una red muy buena para transmitir la poesía, para darse a conocer y sobre todo para conseguir que alguien disfrute, que se sienta identificado con los versos». @Patzeta es su nombre de usuario y para ella, la clave de la poesía 2.0 reside en una nueva relación autor-lector. «Se vuelve mucho más familiar ya que puedes leer las opiniones de la gente, sentir más de cerca las reacciones de los seguidores, compartir gustos y crecer como poeta; los seguidores nos dan las alas para seguir volando».

Suárez matiza que, a pesar del número de likes o retweets, no hay que dejar de lado la autenticidad. «Yo pienso que la clave del éxito está en no dejar de ser uno mismo, en no perder la esencia que se tiene desde un principio; desde el primer momento tuve muy claro que lo daría todo de mí; mis enfados, mis enamoramientos, mis sueños y también mis pesadillas».

Al igual que para su compañera, el hecho de haberse dado a conocer por medio de las redes no le ha supuesto ninguna crítica; «abrirme en las redes me ha llevado a conocer a grandes poetas que comparten su trabajo como yo; nuestro objetivo es plasmar en versos lo que no se puede decir sin metáforas y ser sinceros en nuestra poesía».

Para ella, el boom poético digital está siendo positivo para el género. «La poesía vuelve a estar presente en todos los rincones y no puedo estar más feliz; me llena el poder compartir de manera tan sencilla sensaciones tan intensas, es un placer estar conectada a través de mi poesía».

Un negocio fructífero para las editoriales

Dejando a un lado el debate de la calidad poética de este tipo de obras, lo que está claro es que las editoriales se frotan las manos con los beneficios económicos que reporta el paso a papel de estos versos electrónicos. Vega afirma que existe un marketing detrás, generado por el efecto bola de nieve que estas plataformas tienen en cuanto a difusión. La forma que tienen las editoriales de fichar a estos escritores es distinta a lo habitual: «Se basan en el número de seguidores, y calculan que aproximadamente un quinto de ellos termine comprando la edición en papel».

 


Comentar