Vuelve Pelayo Ortega con «El rostro triste y el corazón feliz»
Cultura
El pintor asturiano inaugura una nueva monográfica en la sede madrileña de Marlboroguh, pintada en un momento de su vida de «balance y reflexión»
10 May 2018. Actualizado a las 17:12 h.
Al artista Pelayo Ortega le gusta manejarse entre elementos contrarios, con una pintura ecléctica que camina entre la abstracción y la figuración, como puede verse en la exposición que inaugura hoy en la galería Marlborough de Madrid, en la que reivindica «la vigencia de la pintura». El rostro triste y el corazón feliz es el título de la muestra de Pelayo Ortega (Mieres, 1956), una muestra muy poética y existencial que se compone de 27 pinturas, realizadas en 2017, algunas de 2016 y una de 2015, en las que el artista ha tratado de armonizar conceptos plásticos en principio antagónicos. «Mi trabajo es cada vez más esencial, algo más ecléctico en el que fusiono planteamientos con aspectos de la pintura que siempre me han interesado, del movimiento de vanguardia de la abstracción. Mi obra al final tiene una moraleja que se resuelve en lo figurativo y queda representada con una pequeña figura: un hombrecillo en soledad en medio de la nada, a la intemperie, que está en la mayoría de sus obras y con las que interpela al visitante. Y es que el artista busca decir más con menos, en una pintura desnuda, en la que el color es protagonista de un montaje que se torna casi espiritual porque apela a la esencia del ser humano y que dialoga con el espacio arquitectónico de la galería.
El título de la muestra, El rostro triste y el corazón alegre, es toda una declaración de intenciones para el autor, una frase que tomó del texto que escribe el crítico Enrique Andrés Ruiz en el catálogo de la exposición, quien considera que el espectador se encontrará «quizá ante las pinturas más inclementes de Pelayo Ortega, las menos complacientes, las más ásperas y secas. Las más partidarias de lo real y más intransigentes con su doble imaginario, con su happy end». «Esta etapa de mi vida, por edad y trayectoria, invita a hacer balance y reflexión sobre el tiempo que queda por vivir y este título define bien la situación sentimental o emotiva por la que pasa mi obra y resume el sentido del cuadro», reconoce este artista que en 2019 expondrá en Nueva York, también con el sello Marlborough, galería a la que pertenece desde hacer años. La muestra, que está en la galería madrileña hasta el 3 de junio, tiene un componente muy positivo por el sentido del color, porque, además, para el creador es fundamental que la obra cuente cosas pero desde la esencialidad de la pintura.
«Estamos en una época en que la pintura no está bien valorada, a nivel general. Está más de moda lo conceptual, el arte político, sociológico, sobre todo en España; pero la pintura es eterna y habla de todo, de la filosofía, la religión, del conflicto humano, en clave estética», sostiene el pintor, que cree que «España por haber llegado tarde a la modernidad es más papista que el papa, y esta moda acaba calando en los comisarios y el poder político y los medios de comunicación al final dan coberturas a las últimas ocurrencias. En Estados Unidos conviven y dialogan todas las propuestas, pero espero que esto sea cíclico. Cuando se habla de la muerte de la pintura es como si se proclamara la muerte de la poesía».