La Voz de Asturias

La invención de la mitología

Opinión

José Luis Caramés Lage

18 May 2017. Actualizado a las 05:00 h.

Ideológicamente España sufre la enfermedad de las fronteras equívocas. Esto es debido a que en la política nos hemos desprendido de toda lógica y regresado a la mitología más antigua, en donde casi todo se definía como se ha hecho hace unos días al contestar un político profesional a una pregunta de otro político profesional, es decir de los políticos que nunca han trabajado fuera de su partido, que «el concepto de nación es un sentimiento». Lo que se está haciendo con esta respuesta es utilizar un discurso mítico que agrada a la gente en la que domina como un todo, el sentimiento patrio, como puede ser un nacionalista.

El político que responde a la pregunta quizás no sepa que está utilizando la épica oral para apoyar al nacionalista. Esta épica proviene del siglo IX, en el que se podría decir que comienza la civilización de la escritura. Aquí empieza la idea de la enciclopedia del saber colectivo en la que la oralidad debe ser filtrada por la razón y la lógica para no escribir las cosas sin pensar, algo que parece ser normal cuando se habla.

Decir que «la idea de la nación es un sentimiento» es evocar a Homero que jugaba con palabras y sus ritmos para darle al texto un efecto encantador, lleno de seducción, puesto que produce ese efecto de vértigo auditivo que armoniza y llena de melodía a nuestro oído. Es lo que el nacionalismo quiere oír para poder contextualizarlo en la tradición épica y en una identidad cultural construida en una feria de las vanidades.

Pero la mitología que proviene de un interesado mundo grecolatino trae consigo un desgaste ideológico que se va revelando por medio del avance de la escritura filosófica, racional y pragmática. Y de la idea de la nación en plenitud y en unidad, pensada desde la utopía que casi siempre termina en distopías, se va mutilando, resquebrajando, deformando como idea mitológica, dado que el concepto de nación mitológica se rompe al ampliarse y recuperar la verdadera Historia.

La incorporación de la Historia a la explicación del mundo, aleja a toda mitología, entendida como una explicación oscura, basada en la irracionalidad y, por ende, en el sentimiento.

En el mundo actual ha triunfado el espíritu humano riguroso y la eficacia del triunfo de la razón, del logos que se encuentra muy en contra de la antigua forma de pensar heroica y sentimental, aunque siempre muy interesada.

Por todo ello habrá que definir mejor a los conceptos y no emplear palabras vacías que pertenezcan al mundo mitológico. El político profesional tendrá que sustituirlas por las nociones que denoten vivencias, eso sí, pero acordes con el mundo actual pleno de estrategias conducentes a la vida en común, sin fronteras; fraternal y científica alejada de la luminosidad de los fuegos fatuos de los mitos que separan a los seres humanos.


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