La Voz de Asturias

La pregunta del millón

Opinión

Diego Valiño

12 Oct 2017. Actualizado a las 19:55 h.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, compareció el miércoles tras el Consejo de Ministros para explicar la posición de su ejecutivo al desafío soberanista de Cataluña momentos antes de someterse en el Congreso a un debate sobre este asunto con el resto de fuerzas parlamentarias: «Tras la confusión generada por los acontecimientos ayer en el Parlament, hemos dedicido requerir formalmente al Govern de la Generalitat para que confirme si ha declarado la independencia, al margen de la deliberada confusión creada sobre su entrada en vigor».

Es la pregunta del millón, aunque formalmente está clara una cosa, y es que no hubo declaración de independencia como tal. Puigdemont hizo un sí pero no que no dejó satisfecho a nadie. «Llegados a este momento histórico, y como presidente de la Generalitat, asumo al presentar los resultados del referéndum ante el Parlament y nuestros conciudadanos, el mandato del pueblo de que Cataluña se convierta en un estado independiente en forma de república. Esto es lo que hoy corresponde hacer. Por responsabilidad y por respeto. Y con la misma solemnidad, el Gobierno y yo mismo proponemos que el Parlament suspenda los efectos de la declaración de independencia para que en las próximas semanas emprendamos un diálogo sin el cual no es posible llegar a una solución acordada».

Hay imágenes muy significativas del martes. Una de ellas con la gente concentrada en el Paseo de Lluís Companys de Barcelona, donde en cuestión de diez segundos se pudo ver cómo el paso de la euforia a la decepción dejó a los seguidores del independentismo frustrados con lo que querían oír y celebrar. La verdad es que les mintieron. No se explica que todo este procés, del cual partimos tras las últimas elecciones cuando la antigua Convergencia (hoy PdCat) y ERC se juntan por el sí (y de ahí Junts pel Sí), haya llegado al final con unos matices que, efectivamente, nos han dejado a todos sin entender nada y con la misma duda que Rajoy le pregunta a Puigdemont. Es más, el acto posterior al pleno de la independencia suspendida fue la firma de un documento sin registrar, pero que evidenciaba una clara apuesta de intenciones que me lleva a pensar que lo único importante en todo esto es el marketing, no los objetivos políticos que prometieron a sus votantes. Yo me alegro del incumplimiento, pero también creo que utilizaron a la gente para un circo que deja muy mal parada a Cataluña. Lo del pasado martes fue una situación tan cutre y absurda que no le veo otra salida inmediata a este caso que volver a convocar elecciones y que la ciudadanía catalana legitime en las urnas un nuevo Parlament.

Me sorprende bastante la actitud de Ciudadanos en este asunto. Entiendo que como partido con origen catalán y hoy como primera formación de la oposición al nacionalismo quiera ejercer su papel en primera línea, pero sí que me parece que su estrategia está siendo la más agresiva, al menos públicamente. Albert Rivera es quien más grita que debe aplicarse el artículo 155 de la Constitución, cosa que creo que no debería desear nadie sin agotar antes otras vías. No le he escuchado pedir diálogo ni un punto de encuentro. Pero quitando esta petición del partido naranja, lo bueno que saco de las conversaciones mantenidas por nuestros dirigentes está el compromiso de Rajoy con Pedro Sánchez para abrir la reforma constitucional y resolver los problemas del modelo autonómico, reconociendo la plurinacionalidad y la singularidad catalana para que tenga más autogobierno, por ejemplo, en áreas como la económica, la educativa, la cultural o la lingüística. Solamente así, creo humildemente, conseguiremos unir a los españoles. Hay quienes trabajan insistentemente por dividir cuando se necesita hablar, siempre y cuando Puigdemont y los independentistas respondan a la pregunta del millón y nos aclaren si quieren hablar desde el respeto a la ley o si prefieren ir a la insumisión a las normas de juego que democráticamente el pueblo español eligió para garantizar la convivencia de quienes vivimos en esta parte del mundo. Esto parecía que acababa esta semana pero no, todavía tenemos que esperar a ver qué pasa. Ojalá haya diálogo. ¿Parlem?

 


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