La Voz de Asturias

Obreros sin voz

Opinión

Jorge Matías

24 Sep 2020. Actualizado a las 05:00 h.

Nuestro vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, entrevistó en 2014 a su amigo el rapero Nega. El vídeo con la entrevista saltó otra vez ayer a las redes sociales y todos pudimos volver a disfrutar de las extrañas diatribas a las que ambos personajes son aficionados a la hora de hablar de la clase obrera, como aquella otra en la que Iglesias, al lado también de Nega, narraba la delirante historia en la que “gentuza de clase más baja” les robó una mesa de mezclas, lo que le llevó a bloquearme en Twitter por reprocharle sus palabras cuando todavía no existía Podemos. Lo de Nega es peor: me bloqueó al creer que soy músico y que estaba promocionando mi último disco a su costa. Nunca deja de sorprenderme la gente lista.

En la entrevista de 2014 Nega intenta hablar de la romantización que, según él, tiene cierta izquierda al hablar de la clase obrera. Dice que la clase obrera es machista, xenófoba, qué sé yo, y que cuando él mismo curraba en el andamio tenía que aguantar cosas terribles, como que se hablara de tetas y culos o de fútbol.

Afortunadamente para el insigne rapero, la contradicción de ser de clase obrera y más o menos culto, es decir, lo que para otros no es más que un prejuicio, tenía fecha de caducidad, así que estudió para salir adelante por el bien del hip hop patrio y de quienes nunca lo escuchamos. Sí, amigos, el Nega tiene estudios y el que escribe esto, que acaba de salir de un taller hediondo con las manos apestando a acetona, no.

Una vez tienes estudios ya puedes ir por ahí adoctrinando y siendo paternalista con la clase obrera. Puedes hablar de ella sin parar porque la has conocido. Puedes contemplar su supuesto machismo y homofobia con cariño, pues es una condición indisociable del obrero, algo casi congénito, ser desagradable. Puedes caricaturizarnos y te darán una tribuna. Tu colega llegará a formar parte del Gobierno de España. La leche.

Hace años que me enfada esta gente. Verán, es muy irritante pasar nueve horas en un taller perdido de la mano de Dios y ver a diario gente que solo suda en el gimnasio y a la que le va estupendamente en la vida hablar de aquellos a los que no nos va tan bien. Todo el mundo quiere hablar de la clase obrera pero nadie quiere serlo, y es normal: por lo primero te pagan si tienes estudios y por lo segundo nadie te escucha.

La clase obrera no es ni más ni menos inteligente que quienes no pertenecen a ella, y hoy en día hasta sabemos escribir o apreciar un cuadro e incluso tenemos lavadora. Se cansa uno de ver a todos estos negas y lenores ejerciendo de higienistas de la nada con gorra de béisbol que saben mejor que tú lo que eres, encasillándote en la última tontería de moda o en ideas victorianas camufladas de modernas, diciéndote que eres un ser de prejuicios abyectos pero con un corazón de oro al que comprender y pastorear. Lo que tú quieras, pero los obreros seguimos sin voz mientras tú te lo llevas calentito y yo cargo piezas de cuarenta kilos. No hay nada tan interesante sobre la clase obrera que no pueda escribir mejor que ellos, pero mientras tanto, solo puedo ver pasar periódicamente artículos o charlas ridículas que aportan dinero a quienes las dan porque si ese dinero por escribir se lo llevara un obrero quién sabe lo que podría suceder. El mundo al revés, Dios no lo quiera.

 

 


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