La Voz de Asturias

La franja de Naval: otra burla política a la ciudadanía de Gijón

Opinión

Cándido González Carnero
La consejera de Transición Ecológica, Nieves Roqueñí, durante su intervención en el pleno de la Junta general del Principado

29 May 2025. Actualizado a las 05:00 h.

Otra vez los de siempre. Otra vez la ciudadanía de Gijón contemplando desde la barrera cómo sus instituciones convierten lo público en rehén de sus miserias partidistas. Y esta vez, el escenario es la franja de Naval, ese pedazo de terreno que podría ser un espacio abierto, útil y digno para los gijoneses/as… pero que lleva años bloqueado por los egos, los cálculos electorales y la falta de altura política.

La situación es tan grotesca como indignante: un acuerdo previo firmado por la Autoridad Portuaria para ceder esa franja al Ayuntamiento ha sido dinamitado por la nueva presidencia del Puerto Nieves Roqueñi, la exconsejera que debería contarnos lo de la mina de Cerredo. ¿El motivo? Ni técnico ni legal, sino estrictamente político. Porque lo que está en juego no es el interés ciudadano, sino el control institucional y la imposición del relato propio. Lo han dicho sin decirlo: esto va de quién manda.

Desde el Ayuntamiento se exige lo que es justo: que se cumpla lo pactado. Que se culmine la cesión de un espacio que pertenece moralmente a la ciudad y que fue pagado, como siempre, con dinero público. Desde el Puerto, sin embargo, se nos ofrece una cesión «simbólica», con la titularidad retenida, como si estuviéramos negociando la herencia de un bien privado. ¿Qué parte de «espacio público» no han entendido?

Y mientras tanto, el Gobierno del Principado, lejos de actuar como mediador responsable, toma partido por el bloqueo, apoyando una postura que solo conduce a los tribunales y al estancamiento urbanístico. Lo que tendría que ser una política de ciudad —más litoral abierto, más integración puerto, más oportunidades para Gijón— se ha convertido en un pulso partidista que no busca acuerdos, sino victorias a corto plazo. Otra vez pensando en la próxima legislatura en vez de en la próxima generación.

Lo que estamos viendo es un espectáculo lamentable. Y más grave aún: humillación directa a la ciudadanía, tratada como menor de edad política, como masa pasiva que debe conformarse con comunicados vacíos y promesas rotas. Nos toman por tontos. Nos enfrentan entre nosotros mientras ellos reparten culpas y esquivan responsabilidades.

Y ya basta.

Basta de institucionalizar el desprecio a lo común. Basta de usar los recursos públicos como trampolín político. Basta de insultar la inteligencia de quienes pagamos impuestos, cumplimos normas y todavía creemos que una ciudad se construye con acuerdos, no con trincheras.

La franja de Naval no es solo una disputa de metros cuadrados: es un símbolo de todo lo que no funciona cuando la política se convierte en campo de batalla ideológico. Y si los jueces tienen que intervenir, que lo hagan. Pero no para resolver lo que la política no quiso, sino para dejar constancia del despropósito. Y si pudiera sancionarse la ineptitud, este sería el caso perfecto.

Es hora de que la ciudadanía de Gijón alce la voz. No podemos seguir permitiendo que quienes ocupan cargos públicos actúen como si lo hicieran por encima del bien y del mal. Nos deben respeto, nos deben resultados, y, sobre todo, nos deben memoria: esta ciudad tiene historia, dignidad y futuro. Y no puede seguir siendo rehén de políticos cortoplacistas que confunden gestión con poder.


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