José Antonio Quirós, director del documental sobre el nazi de Oviedo: «Llegó a tener una relación cordial con una familia judía»
La Voz de Oviedo
«El amigo de todos» triunfó en el Festival Internacional de Cine de Gijón y se puede ver en los nuevos Embajadores Foncalada de Oviedo. Un largometraje fruto de una «compleja» investigación que parte de la admiración que el cineasta guardaba cuando era niño hacia Auke Bert Pattist, al que describe como «un tipo tremendamente simpático y carismático»
25 Apr 2024. Actualizado a las 11:05 h.
El director, guionista y productor de cine asturiano José Antonio Quirós triunfó en el Festival Internacional de Cine de Gijón con El amigo de todos, un largometraje documental en el que regresa a su infancia para profundizar en la historia de Auke Bert Pattist, un nazi que se asentó en Asturias tras el fin de la Segunda Guerra Mundial. El filme llegó a las salas de la región y de otras ciudades de España a principios de año y puede verse en la semana inaugural de los nuevos cines Embajadores Foncalada de Oviedo. Coproducida por TVE y RTPA, seguirá su recorrido por televisión antes de llegar a las plataformas online.
- El amigo de todos se alzó con el Gran Premio del Público del Festival Internacional de Cine de Gijón, ¿qué ha supuesto este premio?
- Todo reconocimiento es grato. No solo para mí y para las televisiones y organismos que han apoyado el proyecto como TVE, RTPA y los ayuntamientos de Ribadesella, Morcín y Riosa; también para todas las personas que han sido y siguen siendo parte de El amigo de todos. Pero reconozco que recibir el Gran Premio del Público hace que el corazón lata aún más fuerte, si cabe. No existe un reconocimiento mayor, a mi juicio, y además este premio abarca las tres secciones del festival.
- La película documental se centra en la figura de Auke Bert Pattist, un hombre al que usted conoció cuando era niño. ¿Qué recuerda de él cuando frecuentaba el bar de sus padres?
- Algo que no he contado hasta ahora es que Pattist apareció el día de mi primera comunión con un tren de juguete que aún conservo. El hecho de que hablara en otros idiomas ya resultaba difícil de olvidar. Entraba en la cocina del bar y destapaba las ollas.
- Reconoce que aquel hombre llegó a fascinarle. ¿Cómo era su comportamiento en aquella época?
- El Alemán (así le llamaban, aunque en realidad era holandés) era un tipo tremendamente simpático y carismático. Por sus distintos negociados políticos y su oficio de traductor trataba con las más altas esferas, pero pienso que donde realmente se sentía cómodo era alternando con la gente llana.
- ¿Qué supone para usted descubrir su pasado, teniendo en cuenta la fascinación que había sentido por su figura?
- Fue un proceso de asimilación primero, más tarde de indagación para acabar en el proceso de investigación que finalmente se convirtió en obsesión.
- Al fin y al cabo tuvo dos vidas. La de las Waffen SS y la que después creó en Oviedo tras su huida con el fin de la Segunda Guerra Mundial. Usted las descubrió en primera persona. ¿Es difícil de asimilar?
- Para mí sí, desde luego. Y he pensado mucho en los hijos de Pattist. Si algo lamento es no poder haberme entrevistado con alguno, bueno, lo intenté y de varias maneras. Entiendo que somos los héroes de nuestros hijos hasta que crecen y nos ven como realmente somos. Eso que Freud denominaba «matar al padre» es, ciertamente, un rito de paso universal, tan duro como necesario para crecer. Con un padre como Pattist tan encantador, pero a la vez tan oscuro, por no decir turbio, tuvo que ser especialmente complicado. A mí, que no era ni hijo suyo, sí me supuso un shock. Sin embargo, no son pocos los que conocían su pasado y no quieren tenerlo en cuenta. Aquel hombre extranjero ya era uno de los suyos, y se le defendía y se le defiende a capa y espada.
«No son pocos los que conocían su pasado y no quieren tenerlo en cuenta. Aquel hombre extranjero ya era uno de los suyos, y se le defendía y se le defiende a capa y espada»
- Más allá de haberle conocido de niño, ¿llegó a hablar con él tras descubrir su pasado?
- No, nunca hablé con él de su pasado ni de su vida en general. Después de muchos años sin verle asistió al estreno en Asturias de Pídele cuentas al rey. «Muy bien, Josín», me dijo, dándome unas palmadas en la espalda. Le vi muy anciano, nervioso, muy solo. Había burlado a la justicia pero de igual manera se le veía derrotado. A día de hoy, no pude saber cómo consiguió ir a aquel estreno.
- Auke Bert Pattist estaba perfectamente integrado en Oviedo, ¿la gente desconocía su pasado nazi?
- Él era conocido en casi toda Asturias, se codeaba con todos los estratos sociales, era el amigo de todos. Lejos de formar comuna con otros correligionarios, solo Pattist se integró en nuestra región como uno más. En realidad él se afincó en Ribadesella y la mayoría de sus convecinos les recuerdan tanto a él como a su esposa con afecto y admiración por todo lo que hicieron por la villa. De modo especial, por el Descenso del Sella y su conocimiento de distintas lenguas se convirtió en una figura imprescindible. Es bastante paradójico que fuera un nazi quien promoviera todo ese aperturismo al resto del continente europeo, sin duda. Pero así fue.
«El caso de Pattist era especial. Incluso llegó a tener no una amistad, pero sí una cordial relación de vecinos, con una familia judía que había llegado a España a través de los Pirineos huyendo de la invasión nazi»
- ¿Quién considera que miró hacia otro lado para que esta integración fuera posible?
- No podemos olvidar que vivíamos en el franquismo, digamos que los nazis «jugaban en casa». Pero ya he destacado que el caso de Pattist era especial. Incluso llegó a tener no una amistad, pero sí una cordial relación de vecinos, con una familia judía que había llegado a España a través de los Pirineos huyendo de la invasión nazi. Lo de mirar hacia otro lado continuó en la etapa democrática.
- ¿Fue esa actitud la que hizo que pese a ser reclamado hasta en tres ocasiones por los Países Bajos muriese impune en Oviedo?
- Ya muerto Franco, en Democracia tampoco se le pudo extraditar. Supongo que en aquel momento preciso tocaba limar asperezas todos entre todos. Aunque hay quien dice que el franquismo continuó manteniendo el poder en la sombra, incluso hasta nuestros días.
- ¿Tiene constancia de si Auke Bert Pattist seguía manteniendo su ideal nazi en la etapa final de su vida?
- Si bien suavizó e intentó justificar sus acciones, su distanciamiento con el nazismo fue tibio, como se puede ver en El amigo de todos, pero nunca reconoció ni pidió perdón por sus crímenes.
- ¿Qué le motivó a convertir esta historia en una película-documental?
- Puede sonar extraño, pero muy probablemente El amigo de todos nació con el Covid. El aislamiento obligado durante el confinamiento propició una vuelta al pasado. Ocurrió todo en tiempos de pandemia, rebuscando entre fotografías y recortes de prensa que tenía mi madre entre cajas polvorientas. Probablemente en el fondo está esa sensación de «¿llegará a repetirse todo esto?»
- ¿Cómo fue el proceso de investigación para descubrir toda la historia detrás de Auke Bert Pattist y cuánto tiempo le llevó?
- Muy complejo y laborioso. Yendo de un lugar a otro, porque se grabó en Asturias, Madrid y Países Bajos. El proceso no lo puedo desvelar; se puede ver en la película. El camino fue largo y complejo, pero la obsesión te lleva a no darte cuenta de ello.
- ¿Qué aprendizaje personal se lleva de la historia de Pattist?
- Eso ya lo soslayo en la película. No quiero entrar en mayores profundidades. Sí me atrevo a decir que esta historia tiene mucho meollo, muchas posibles lecturas, y que cada espectador tiene que extraer sus propias conclusiones.