La Voz de Asturias

Luhovy: «Jugar en el Sporting fue lo mejor de mi carrera»

Sporting 1905

David Acebal
Milan Luhovy

Entrevista con La Voz de Asturias

21 May 2020. Actualizado a las 18:00 h.

Sólo metía goles. Milan Luhovy (Checoslovaquia, 1963) fue delantero del Real Sporting de Gijón durante dos temporadas y media, 90-92. Su nombre se mantiene como el último anotador de los rojiblancos en competición europea, o el último futbolista que perteneciendo a la entidad, marcaba en un Mundial. Apartado del fútbol, desde su residencia en Praga, conversa con La Voz de Asturias y repasa recuerdos de una época alejada en el tiempo y en la realidad que vive la entidad sportinguista.

-¿Qué ha sido de Luhovy?

«Tengo una agencia que se dedica a organizar eventos vinculados con cadenas hoteleras que se hacen promoción en Chequia, Eslovaquia y Polonia. Hacemos el marketing y buscamos clientes para hoteles de Portugal, Italia o Austria»

-¿Totalmente apartado del mundo del fútbol?

«Lo dejé completamente. Igual hace 20 años que no toco una pelota. Hago deporte, me gusta mucho la bicicleta, también salgo a correr, me mantengo en forma. Hace unos años que sí me saqué la licencia de entrenador UEFA, pero nunca ejercí. Mi pequeña vinculación se reduce a a algún artículo que escribo en prensa, bueno, y que participo en una tertulia en la televisión estatal Checa de vez en cuando. Como no estoy ligado a ningún club tengo mucha libertad para opinar, pero es simplemente una diversión y una manera de mantenerme un poco a la vista»

«La verdad que trabajar en el fútbol checo es una pérdida de tiempo. Hay dos o tres equipos importantes, que tienen buenos futbolistas, pero en el resto el nivel es muy poco profesional, incluso en el entorno. Recuerdo mi época en España, en la que estabas en un bar y la gente te hablaba técnicamente de los planteamientos, te explicaban perfectamente el desarrollo de un partido. Aquí eso no ocurre ni en la prensa»

-Sorprende su perfecto castellano

«Lo mantengo porque, además de que me puede servir para mi trabajo, me gusta. Leo a diario la prensa de España por internet, Marca, AS, El País… así me mantengo informado y activo el idioma. Si no lo hablas lo pierdes, confieso que en muchas ocasiones lo hablo conmigo mismo, me monto diálogos yo solo y así practico (risas)»

-¿Qué recuerda de su llegada al Sporting?

«Cuando fui aquí acaba de cambiar el régimen. Se había caído el comunismo y se me abría la posibilidad de cumplir un sueño, poder jugar fuera, España, Francia. La primera ocasión que se me presentó fue la del Sporting. Estaba con mi selección jugando en Alicante, después de un partido se me acercó un directivo, fue curioso porque vino a pedirme un autógrafo, pero en el papel que me daba, me había escrito que quería venir a hablar conmigo al hotel. Así empezó todo. Días después me llamaron a Praga, yo tenía un acuerdo con mi club, el Dukla, que si tenía una oferta que me convencía, me dejaban salir. Ni me lo pensé»

-¿Una decisión acertada?

«Sin duda. Llegar a Mareo, unas instalaciones increíbles. Hablamos de los 90 y le digo que es un lugar que hoy en día, aquí no tienen todavía muchos equipos. La ciudad, tan agradable. Me sentía un privilegiado y además había presión. Llegaba por todos los lados. Soy una persona a la que no le gusta la relajación y en Gijón sentías que se te apretaba para dar lo mejor, la prensa, la afición»

«Luego, El Molinón. Yo digo que me cayó bien ese campo. Es una sensación que he tenido en mi carrera. Me adapté perfecto a él, sus medidas, su ambiente. La adaptación es algo muy importante, en aquellos años más porque el cambio era brutal. Hay que hacer mucha fuerza para encontrarte en una situación así. Hay que tener voluntad para amoldarte a las costumbres y sobre todo para aprender rápido el idioma, siento que tuve suerte en ese sentido»

-Y llegaron los goles y los resultados.

«Cuando me incorporo era finales de marzo. El equipo estaba peleando por evitar caer al descenso. Sólo fueron unos meses, el equipo consiguió el objetivo y a mi me vinieron muy bien para aclimatarme. Al año siguiente estuve mucho mejor y eso que yo era un jugador al que le costaba coger la forma. Llegué después de jugar el Mundial y me costó un poco encontrarme»

-Una temporada que no comenzó de la mejor manera.

«Con García Cuervo no terminaban de llegar los resultados. La llegada de Ciriaco lo cambió todo, especialmente el ambiente del vestuario. Rebajó la tensión, introdujo matices en los entrenamientos y con su forma de ser, más cariñoso, cercano, abierto, ayudó mucho a aquel equipo»

-¿Tan grande fue el cambio?

«Fue mucho, pero en el éxito final tuvieron culpa los dos entrenadores. García Cuervo había hecho estrenarse a los jóvenes. Luis Enrique, Abelardo, Manjarín, Arturo. Fue valiente al apostar por ellos, que fueron fundamentales. Luego Ciriaco fue capaz de explotar todas sus cualidades, encima logrando resultados. Eso en un club de cantera es algo fundamental»

-¿Era una plantilla compensada?

«Creo que teníamos un equipazo. Con veteranos como Jiménez o Joaquín, que hacían muy bien el papel de mediadores entre, vestuario, directiva, entrenador y los jóvenes. ¡Vaya jóvenes!, sólo hay que ver lo que consiguieron después. Siempre he creído que mis buenos números de aquel año tiene mucho que ver con ellos. Cuando subieron esos chavales encajaron fenomenal y sus características me complementaban a la perfección. Eran rápidos, físicamente potentes, con mucha técnica, se movían con inteligencia y yo me pude aprovechar de su forma de jugar. Lo recuerdo como un balance perfecto entre veteranos y jóvenes, así se consiguieron los resultados que conseguimos, aquella clasificación para la UEFA… parece mentira que aún siga siendo la última»

-Toda una generación de sportinguistas sin ver a su equipo en Europa.

«Mire, yo no he vuelto a Gijón desde el 97. Estuve viendo el partido en el que se salvó el equipo. La gente estaba loca aplaudiendo, en la grada la gente decía que un jugador, Lediakhov, era un fenómeno. Recuerdo estar en el campo y preguntar: ¿Por qué es un fenómeno? ¿Por qué el equipo no descendió a Segunda? Ahí lo notas, viendo lo que la gente considera un éxito. Se valoran las cosas y los jugadores dependiendo de la situación. Muchas veces el fútbol no es justo. Nosotros nos clasificamos para la UEFA en Valencia, volvimos a Gijón en tren, nos tomamos en el viaje una copa de cava y ya. No nos esperaba nadie. No hubo más que hacer, luego teníamos que jugar la Copa. Estábamos felices sí, pero veníamos de habernos salvado el año anterior, de haber comenzado regular la temporada y de haber recibido muchísimas críticas»

-De usted se decía que, ‘sólo metía goles’.

«Lo recuerdo. Tengo respeto por la prensa, pero hay veces que se toman manías personales y como decía antes, yo necesitaba la presión para competir. Pero aquel equipo y yo en particular recibía críticas criminales. Pese a todo conseguimos resultados»

«Alguien que mira el fútbol sin intereses personales es capaz de ver el trabajo que se hace en el campo. Aquel equipo jugaba de manera colectiva, había una cooperación y cada uno sabía su papel. Alguien tiene que meter los goles, pero para meterlos hay que saber colocarte, como moverte, saber si esperas o si atacas el espacio… no es tan sencillo meter goles. Entre Luis Enrique y yo, aquel año metimos 30 goles, que fueron muchísimos puntos. Si comparas calidad-precio no creo que mi fichaje fuera tan malo»

-¿Qué gol recuerda especialmente?

«Recuerdo que el primero que marqué fue muy tonto. Alguien disparó, me tocó el balón y acabó entrando. Era un partido contra el Atlético de Madrid. Pero el que tengo más fresco y considero más importante fue el primero en liga en El Molinón. Contra el Cádiz. Un gran centro de Arturo, que luego sería como mi asistente personal, que buenos centros me ponía siempre, rematé de cabeza y sentí que se esfumaba la presión. Ahí me di cuenta que me encontraba perfectamente en el campo, que El Molinón era mi hábitat perfecto. Aquel gol me dio confianza, seguridad. Ese día logré otro gol y desde entonces empecé a marcar. Luego están los de la UEFA, en casa ante Partizan y ante Steaua. Me acuerdo ahora del penalti fallado en la tanda ante los serbios, estaba cagado, menos mal que pasamos»

-¿Cuál fue la razón de no seguir en el Sporting?

«Reconozco que yo no era alguien fácil de manejar. No tenía cabeza, era joven y tomas malas decisiones que luego ves que te perjudican. No fue culpa de nadie, sólo mía. Estábamos negociando para ampliar tres años más, me ofrecieron algo en Francia y me marché de una forma fea. Fue la peor decisión que tomé en mi carrera. No tuve problemas con nadie, ni roces con nadie, fue mi culpa, lo manejé muy mal. Si lo miro desde hoy hacia atrás, no hay una manera de entender mi compartimiento en aquella situación. Jugar en el Sporting fue lo mejor de mi carrera»

-Se retiró joven.

«Con 32. Cuando fui a Francia, al Saint Etiene, enseguida empecé a sentir que no tenía tanta motivación, pronto me pesó la decisión. Luego fui a Grecia, era un buen lugar, pero notaba que me alejaba de lo que había tenido, veía que se complicaba volver al nivel anterior, ya pensaba en cerrar mi carrera. No me hacía gracia jugar, cuando tienes la experiencia de jugar en España, más en aquellos años que las diferencias con otras ligas eran enormes, pierdes las ganas y ahí se termina todo»

-¿Se mantiene al tanto de la actualidad del Sporting?

«No me motiva verle en Segunda, me molesta se puede decir, pero sí sigo la actualidad. Visito habitualmente la web del club y estoy un poco pendiente de quién es el técnico, como es la plantilla. También me sirve para practicar un poco español. Conozco los resultados y sé cómo está en la clasificación, pero no estoy suficientemente informado como para analizar al equipo. Ojalá regrese pronto a Primera y todos podamos disfrutar de mejores momentos»

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