Jeremy Corbyn, el aspirante accidental

Francisco Espiñeira Fandiño
FRANCISCO ESPIÑEIRA REDACCIÓN / LA VOZ

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Pilar Canicoba

Situado a la izquierda del ala izquierda de su partido, siempre defendió en minoría postura consideradas radicales

08 jun 2017 . Actualizado a las 09:25 h.

Jeremy Corbyn (Chippenham, Wilshire, 1949) se encuentra ante el gran reto de su vida. Con 68 años recién cumplidos, aspira a dar la campanada y entrar en el 10 de Downing Street por la puerta grande. El escenario era inconcebible hace año y medio, cuando se impuso por sorpresa, casi por accidente, a Ed Miliband en la lucha por el liderazgo del Partido Laborista. Situado a la izquierda del ala izquierda de su partido, se había caracterizado por ser la conciencia social de la formación, acostumbrado a defender en minoría, muchas veces casi en solitario, posturas consideradas radicales.

La política fue siempre su gran pasión. Desde 1974, con 25 años, cuando dio el paso a la vida pública con su acta de concejal en Haringey, en el Gran Londres. Allí había llegado tras criarse en una familia acomodada formada por un ingeniero eléctrico y una profesora de matemáticas que se habían conocido en una manifestación de apoyo al bando republicano español en la Guerra Civil. Corbyn nunca acabó los estudios superiores en la Politécnica de Londres. Empezó a trabajar como asesor sindical y ejerció de concejal nueve años, hasta que en 1983 obtuvo asiento en los Comunes por la circunscripción de Islington, un barrio acomodado del norte de Londres, que ha defendido con éxito desde entonces a pesar de sus ideas de izquierdas.

Corbyn presume de haber votado más de 500 veces en contra de los postulados de su propio partido, sobre todo en las etapas de Tony Blair y Gordon Brown. Y en esta campaña han sacado a relucir algunos asuntos del pasado que levantan ampollas: se reunió con el IRA y apoyó su lucha en los años más duros, se posicionó en contra de la guerra de las Malvinas y calificó a los activistas de Hamás, considerada una organización terrorista, como «unos amigos», episodio muy recordado tras los atentados de Mánchester y Londres. También se ha declarado como entusiasta de las dictaduras bolivarianas y del desarme nuclear.

Casado tres veces, padre de tres hijos, vegetariano, abstemio, apasionado del críquet y seguidor del Arsenal, Corbyn ha superado las burlas de la prensa y las críticas de sus propios compañeros con su apuesta por las bases, a las que complace con su discurso: suprimir los contratos precarios, hacer gratuita la universidad y aumentar la protección social. Tan hondo ha calado su mensaje que su victoria en el liderazgo laborista se saldó con el alta de casi medio millón de nuevos afiliados. Y, tras muchos años de alejamiento, ha recuperado para la campaña la figura de ilustres personajes, como el cineasta Ken Loach, que le ha ayudado a elaborar su campaña.

Corbyn habla español perfectamente, pues su segunda mujer era mexicana y la actual es chilena. La primera, Jane Chapman, le dejó porque no podía soportar su pasión por la política: «Llegaba a comer de lata para poder dedicarse a sus cosas. Nunca salíamos», llegó a contar años después. Ese amor por la vida pública ya le la ha llevado a anunciar que, aunque pierda, no dejará la política: «Seguiré luchando por la socialdemocracia, como he hecho toda mi vida», asegura.