El CO2 marca un récord histórico

Xavier Fonseca Blanco
XAVIER FONSECA REDACCIÓN / LA VOZ

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FILIP SINGER | EFE

La Tierra es un lugar habitable gracias al efecto invernadero, un concepto que ahora no goza de buena fama pero sin el cual no existiríamos

05 nov 2017 . Actualizado a las 19:27 h.

La temperatura media de la Tierra es de unos quince grados. Una cifra muy lejos de los cuatrocientos de Venus o los ochenta bajo cero de Marte. Las condiciones que han convertido a nuestro mundo en un lugar habitable son una consecuencia del efecto invernadero. Un concepto que ahora no goza de buena fama pero sin el cual no existiríamos. Se trata de un proceso natural en el que intervienen el Sol, la Tierra y ciertos gases que hay en la atmósfera, sobre todo el dióxido de carbono. El Sol emite una energía que calienta la superficie y que después la Tierra devuelve al espacio exterior en forma de radiación térmica invisible. Seguro que la ha visto alguna vez en películas donde el protagonista usa gafas de visión nocturna. Esa tecnología permite observar la radiación infrarroja, el calor que emiten todos los cuerpos.

Pero gases como el vapor de agua, el metano o el dióxido de carbono interaccionan con ese calor invisible y devuelven una parte hacia la superficie. Es el mismo proceso que ocurre en un invernadero, donde la cubierta deja pasar la energía solar pero atrapa una parte del calor que mantiene la temperatura constante. El problema es que desde la Revolución Industrial, el ser humano ha estado interviniendo en este mecanismo natural al inyectar millones de toneladas de CO2 anualmente.

En 1958, el científico estadounidense Charles D. Keeling propuso una forma de calcular el dióxido de carbono que contiene la atmósfera. Sus mediciones revelaron un ascenso sin precedentes de ese gas en la historia del planeta. Hoy el gráfico que muestra ese incremento se denomina la curva de Keeling y también es conocido como Palo de Hockey por la forma que presenta. Desde entonces los científicos no han dejado de registrar cómo la concentración aumenta cada año.

La Agencia Mundial de Meteorología ha informado hace unos días que en el 2016 se alcanzó un máximo histórico. El CO2 supone ya las 403,3 partes por millón o, lo que es lo mismo, la atmósfera contiene un 0,04 % de este gas. Puede que le parezca un número insignificante pero no se ha registrado un valor parecido desde hace tres millones de años, cuando la temperatura media era entre dos y tres grados más elevada a la actual o el nivel del mar era veinte metros superior. Los expertos avisaron de que nunca deberíamos haber rebasado el límite de los 400 y ya lo hemos hecho.

Ahora la advertencia es no superar los dos grados de temperatura. También vamos directos a hacer caso omiso del consejo.