Jordi Cuixart, un agitador del «procés» que renuncia a las listas electorales

Sara Carreira Piñeiro
Sara Carreira LA VOZ EN BARCELONA

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BENITO ORDOÑEZ

Dice que no puede decantarse por ninguna de las opciones independentistas

15 nov 2017 . Actualizado a las 07:14 h.

Jordi Cuixart (Barcelona, 1975) ha decidido no presentarse a las elecciones del 21D. Líder de Òmnium Cultural, su papel en el futuro no queda muy claro, ya que al no estar en las listas tendrá más difícil salir de prisión (donde está tras ser acusado de un delito de sedición). Al menos eso es lo que piensan desde la ANC y por lo que impulsan la candidatura del otro Jordi, Sànchez. Cuixart, en cambio, y lo dicen desde la entidad que preside, asegura que su trabajo está con Òmnium, que es transversal, y por tanto no puede decantarse por una de las opciones independentistas.

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La decisión de Cuixart no parece extrañar a su entorno. Òmnium (algo así como ‘de todos’, en latín) era una agrupación que vivía al calor de las subvenciones de la Generalitat y que tenía como objetivo promocionar la lengua y la cultura catalanas. Cuixart se hizo socio en el 1996, con 21 años, y lo cierto es que hasta que él tomó las riendas (primero como tesorero y después como presidente, en el 2015) la entidad iba languideciendo.

Empresario a los diez años

Eso es, en definitiva, lo que quiere Jordi Cuixart, hacer verdadero el nombre de la entidad, aunque siempre desde una perspectiva catalanista. Él, que es hijo de murciana (empleada de una carnicería) y catalán (obrero), se crio en un entorno castellanohablante. Pero su tío, hermano de su madre, descubre el catalanismo y se lo inculca a su sobrino. A los diez años lo tenía claro: iba a ser catalanista y empresario.

Empezaba la parte difícil de la vida de Cuixart: dejó los estudios en la mitad del BUP y se puso a trabajar barriendo una fábrica de sobres, pero, como entendió que así podría seguir toda la vida, se matriculó en FP y comenzó a hacer diseños en Autocad. Para mejorar de empresa aprendió inglés con un curso a base de casetes, y después francés. Ya pudo mejorar su puesto. Fue objetor de conciencia y se enfrentó al sistema. A los 29 años montó su empresa, AraNow, que vende máquinas más rápidas para hacer sobres diseñadas por él y que hoy factura 7 millones de euros, la práctica totalidad en exportaciones. Su faceta empresarial no es ajena al catalanismo, porque su gran preocupación es, además de Òmnium, crear un tejido industrial potente para disparar la economía. Por ahora, sin éxito: desde el 1-O, casi 2.500 empresas han dejado Cataluña.