¿Por qué engancha tanto el Catán?

Abel L. Martínez

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El «Washington Post» lo ha definido como el juego de mesa de esta era. El pasatiempo con el que un dentista alemán esquivó la quiebra suma ya más de 25 millones de copias vendidas y cuenta en todo el mundo con un ejército de fieles seguidores, entre los que se encuentra Mark Zuckerberg

02 oct 2018 . Actualizado a las 21:43 h.

Si juegas una vez probablemente te parezca aburrido y lioso. En la segunda partida, todo empezará a tener algo más de sentido. Pero si juegas tres veces al Catán, estás perdido. Es el juego de esta era, según The Washington Post, que lo compara incluso con el Monopoly. Más de 25 millones de copias vendidas (que se dice pronto) y su traducción a una treintena de idiomas avalan el éxito de este juego de mesa del que se han confesado adicto Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, y otros pesos pesados de Silicon Valley. ¿Por qué este juego creado por un dentista alemán ha logrado reunir frente a un tablero a gente que llevaba años sin tirar un dado? ¿Por qué engancha tanto el Catán? Su creador, el sexagenario alemán Klaus Teuber, se atreve a contestar. Cree que una de las claves está en que obliga a los jugadores a colaborar, comerciar y competir al mismo tiempo. Unos se necesitan a los otros, pero al mismo tiempo deben vigilar el crecimiento de sus oponentes para no perder la partida. Y precisamente ese difícil equilibrio entre el compañerismo y la rivalidad es el que garantiza que, cada vez que se monta el tablero (unas instrucciones al estilo Ikea no vendrían mal), todos los jugadores, tanto los novatos como los que suman decenas de partidas a sus espaldas, tengan posibilidades y deban discurrir una estrategia nueva si quieren ganar.

En realidad, el planteamiento del Catán es sencillo. Un territorio, varias materias primas y jugadores que construyen poblados y ciudades según van ganando las cartas de piedra, madera, ovejas, arcilla o cereal. El azar de los dados es el que decide si un jugador va ganando más o menos cartas y con ellas es con las que puede progresar y expandirse por el tablero. Lo que complica el juego, y a la vez lo hace entretenido, son unas cuantas sencillas normas. Las suficientes para abrumar a cualquier jugador en su primera partida, pero las justas para que el juego sea imprevisible y nadie tenga asegurada la victoria aunque se haya colocado en los mejores números del tablero.

A todos los que hayan jugado al Catán les habrá pasado. Una partida sin conseguir prácticamente madera, hace que en la siguiente tengas claro que esa es la materia prima realmente importante. Cuando toca elegir terreno, solo tienes ojos para los hexágonos de bosque. Y entonces todo cambia y lo que nadie tiene es arcilla.  Y en la siguiente ocasión será el cereal... Los mapas variables hacen que cada juego sea totalmente distinto. En este juego de mesa ninguna partida se parece a la anterior y, por eso, los jugadores nunca deben seguir la misma estrategia.

Klaus Teuber, el alemán que creó el Catán en 1995, se inspiró en las conquistas de los vikingos para crear el juego. El diseño de pasatiempos era su pasión, pero no su profesión. Teuber había heredado la clínica dental de su padre y mientras seguía arreglando dentaduras se encerraba horas en el sótano de su local dibujando tableros. Esa fue su salvación. Estaban a punto de embargarle su casa cuando salió a la venta su primer juego de estrategia, el Barbarossa. No tuvo, ni de lejos, el éxito del Catán, pero le permitió seguir encerrándose en aquel sótano y seguir ideando dinámicas de juego. Cinco años después de que se empezase a comercializar en Alemania el Catán, Teuber pudo cerrar la clínica dental y se dedicó plenamente al diseño de las expansiones y las diferentes versiones del juego. Creó su propia empresa, en la que también se implicaron sus dos hijos, que durante años habían sido sus conejillos de indias. A ellos les tocó probar todos aquellos juegos que iba discurriendo su padre. «A veces me dejaba un cómic de Mickey sobre la mesa por si el juego era muy aburrido», recuerda Benny Teuber.

Aunque muchos han criticado la sencillez del juego y entre los aficionados al roll no cuenta con muchos amigos, hay varios factores del Catán que inclusos sus detractores admiten como determinantes para su éxito. El diseño del juego y de sus expansiones ha conseguido que nunca una partida esté decidida desde el principio. Puedes conseguir las mejores combinaciones de números y el azar puede dejarte tirado. Por mucho que conozcas el juego, nadie te garantiza nada. Pero no todo es cuestión de suerte. Lo atractivo del Catán es que los jugadores deben ir reaccionando constantemente, cambiando de estrategia y adaptándose según avanza la partida. La oferta y la demanda cambian permanentemente. Las necesidades de los jugadores van cambiando y controlar lo que hacen los demás es casi tan importante como tu propio objetivo.

Para se hayan enganchado al juego pero lo de ganar aún se les resiste, los miembros de la familia Teuber tienen unos consejos básicos. El primero es que nunca se note cuando te va bien y menos que vas ganando. Disimula y quéjate un poco, porque si el resto de jugadores saben que estas avanzando rápido, probablemente vayan a por ti. Y entre todos pueden hundirte sin mucha dificultad. Otra de sus advertencias es que no construyas al principio la ruta comercial. Mantener el mayor número de caminos seguidos condicionará toda la partida y no te dejará avanzar. Y el último consejo es muy básico, pero puede resultar muy útil. Construye las ciudades lo antes que puedas. Es mejor tener una segunda ciudad, que hacer un par de aldeas. 

Un universo inagotable

El juego básico del Catán, que en España distribuye la empresa Devir, está pensado para tres o cuatro jugadores, pero una ampliación permite que puedan competir hasta seis personas al mismo tiempo. Ese mismo modelo se repite con las diferentes expansiones, de manera que sólo podrán jugar seis personas al Catán Ciudades y Caballeros si se han comprado el Catán, la ampliación para jugar seis, la expansión de Ciudades y Caballeros y su ampliación para seis jugadores. Si tenemos en cuenta que cada uno cuesta entre 20 y 40 euros, la adicción al juego puede ser un capricho caro. 

El universo Catán es inagotable. Al juego básico y sus cuatro expansiones (Navegantes de Catán, Ciudades y caballeros, Mercaderes y Bárbaros y Piratas y Exploradores) hay que sumarle las decenas de versiones históricas y de coleccionista que se han hecho (Egipto, América, Europa...) y las inspiradas en ficciones como Juego de Tronos o Star Trek. Y para ir entrenando a los más pequeños de la casa también hay una versión infantil. ¿Listo para engancharte?