Macron se asusta por el empuje de los «chalecos amarillos»

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

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ROMAIN LAFABREGUE | Afp

El Elíseo rebaja algunas tasas para frenar las protestas callejeras

24 nov 2018 . Actualizado a las 09:26 h.

Ya puede Emmanuel Macron buscarse alguna nueva coartada que le permita tapar su constante caída de popularidad. Hoy, una semana después de que una mujer que protestaba contra la subida de las gasolinas proyectada por el Gobierno para financiar sus planes de transición ecológica, París se convertirá en el epicentro de la protesta de los «chalecos amarillos», como se conoce a los cada vez más manifestantes contra el Gobierno.

El movimiento, que nació contra el alza del precio de la gasolina, se convirtió rápidamente en una protesta general contra la pérdida del poder adquisitivo y los impuestos excesivos. Un estudio confirma este sentimiento general: El ingreso anual de los hogares franceses ha retrocedido de 440 euros entre el 2008 y el 2016. «El problema es que antes de la crisis teníamos un aumento, pero desde el 2008 hay una ruptura. Y el nivel de vida no ha vuelto al anterior a la crisis», explican los autores del informe.

La situación debería mejorar gradualmente, estima Emmanuel Jessua, director de estudios del Instituto Rexecode. «Durante el 2018, se estima que habrá un aumento global del poder adquisitivo de todos los hogares del 1,3%». Pero esta mejora no beneficiará a los más modestos, que incluso verán su ingreso disponible disminuir.

Brecha social

El aumento del 23 % del diésel en el último año fue la gota que colmó el vaso para muchas familias que luchan para llegar a fin de mes. Macron ha vinculado la subida del precio de los carburantes al alza del barril de petróleo, pero los «chalecos amarillos» acusan al Ejecutivo de castigar a los automovilistas mientras se recortan los impuestos a las empresas y a los más ricos.

Este movimiento desligado de sindicatos y partidos políticos promete tomar París hoy, donde ya hasta la Torre Eiffel permanecerá cerrada. Algunos lo comparan con la revuelta de los gorros rojos bretones que obligó al Gobierno de Hollande a eliminar un impuesto a los camiones para luchar contra la contaminación.

Según un sondeo, el 72 % de los franceses se identifican con las reivindicaciones de los «chalecos amarillos», sobre todo los empleados y obreros (78 %), las personas que viven fuera de la capital (74 %) o en zona rural (77 %).

Macron ha intentado reducir el malestar general anunciando ayudas para los desplazamientos laborales o para los aislamientos de viviendas. Al poco entusiasmo con sus medidas se suma el despropósito de su ministro de Hacienda, Gerard Darmanin, que intentó congraciarse con los indignados con una frase que encendió más los ánimos: «Comer en París por menos de 200 euros es imposible», dijo para desesperación de quienes llegan a duras penas a fin de mes con salarios para los que esa cifra es imposible.