Miles de húngaros mantienen la presión sobre Orbán

La Voz REDACCIÓN / LA VOZ

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FERENC ISZA | afp

Ultimátum de la oposición y los sindicatos al Gobierno para que derogue la ley de esclavitud

06 ene 2019 . Actualizado a las 08:50 h.

«¡No pararemos!» fue el lema de la marcha que reunió ayer a miles de personas de nuevo en Budapest en protesta contra la reforma laboral del primer ministro húngaro. Oposición, sindicatos y organizaciones estudiantiles dieron ayer un ultimátum al ultranacionalista Víktor Orbán sobre la reforma laboral: o deroga la conocida como ley de esclavitud o afrontará una oleada de movilizaciones y huelgas.

Pese a las bajas temperaturas, unas 10.000 personas se manifestaron en Budapest, según medios húngaros recogidos por Efe, en la primera movilización del 2019, año que la oposición ha calificado como «de la resistencia». La protesta contra la polémica ley, aprobada a mediados de diciembre en el Parlamento por la mayoría absoluta del Fidesz, el partido de Orbán, ha aglutinado a toda la oposición, sindicatos y organizaciones civiles en un frente único. «Basta de hacer trabajar a la gente hasta la muerte», exclamó el presidente de la Confederación Sindical de Hungría, László Kordás, que leyó las exigencias de los sindicatos y adelantó que, si estas no se cumplen, el 19 enero organizarán una protesta en todo el país. El ultimátum exige una nueva norma laboral y la abolición de la ley de esclavitud, el aumento de los salarios, la regulación del derecho a la huelga y una reforma del sistema de pensiones. Algunos oradores abogaron ayer por «paralizar el país» y subrayaron que el 2019 será «el año de la resistencia», mientras que otros demandaron ejercer presión para que esta norma «le duela a Orbán».

La polémica normativa eleva de 250 a 400 el número de horas extra anuales, lo que supone para algunos empleados trabajar seis días a la semana, y, además, permite a las empresas aplazar el pago de ese tiempo extra hasta en 36 meses. Aunque según la ley las horas extras son voluntarias, los sindicatos señalan que quienes se nieguen correrán el riesgo de despido. El Gobierno asegura que la ley solo hace posible que quien quiera trabajar más lo pueda hacer. Hungría sufre una aguda falta de mano de obra, con un desempleo del 3,6 %, y en los últimos años se aceleró la emigración de jóvenes cualificados a países con mejores salarios. Pese a la falta acuciante de trabajadores en algunos sectores, el Gobierno aplica un política restrictiva frente a la inmigración y acusa al magnate George Soros de estar detrás de las protestas, aunque no aporta pruebas.