«Mi operación bikini: hice dieta para engordar diez kilos»

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MARCOS MÍGUEZ

ALEJANDRA pesaba 39 kilos, estaba sana, pero su delgadez la consumía. Entró en bucle por la presión social que cuestionaba constantemente su salud. ¿El milagro? Nada de bollos y chocolate, una dieta equilibrada y el tesón la llevó a aumentar diez kilos en cinco meses

20 may 2019 . Actualizado a las 08:13 h.

Alejandra Sousa hizo una operación bikini muy poco frecuente y que seguramente elegirían muchos: comer, comer y comer. Aunque en el caso de Alejandra fue una dieta forzada porque estaba extremadamente delgada. No había cumplido los 40 años y pesaba 39 kilos. «Yo mido 1,67, así que imagínate lo que era mi cuerpo: mi bíceps era como tu muñeca y los ojos se me salían de la cara», explica aún con el recuerdo de que ese proceso no fue todo lo fácil que desde fuera parece. «La gente piensa que para engordar hay que comer bollos o atiborrarse de chuminadas, pero te puedo asegurar que yo comía de todo, también bollería, y mi cuerpo lo quemaba todo, no conseguía subir un gramo». Tan delgada estaba que la presión de los de alrededor terminó consumiéndola más. «Cada vez que me encontraba con alguien, o en el propio trabajo, en cualquier parte, todo el mundo me preguntaba si estaba enferma, si tenía bulimia, si sufría anorexia... Excepto en mi familia, que sí sabía que no tenía ningún problema físico, el resto se imaginaban que estaba pasando por un problema grave de salud», apunta Alejandra, que al final sucumbió a esa presión social. «Empecé a ponerme otra ropa, me tapaba de arriba a abajo, y eso me afectó todavía más. Me obsesioné con engordar y esa obsesión, en lugar de ayudarme, me llevaba a que la báscula marcase cada vez menos kilos», señala.

Después de dos años con esos 39 kilos y una cintura de 70 y pico centímetros, decidió ponerse en manos de una nutricionista. «Fue muy gracioso porque primero fue mi marido, Eduardo, para adelgazar muchos kilos, (al final se quitó unos 20) y al cabo de un tiempo fui yo para justo todo lo contrario». Cuando Ana Golpe la recibió en su consulta para proporcionarle una dieta reconoce que le llamó mucho la atención su delgadez e intentó constatar que en realidad Alejandra estuviese tan sana como decía. «Los análisis eran perfectos -explica-, así que decidimos que lo mejor era hacer una dieta que fuese poco a poco aumentando cantidades y que sobre todo fuera saludable».

COCINAR Y COMER

De aquella época Alejandra solo recuerda cocinar y comer, comer y cocinar, porque quería ser muy estricta siguiendo la base que la especialista le había proporcionado. «Engordar es mucho más difícil que adelgazar -explica Golpe-y, aunque la gente cree que con bollos y chocolate es suficiente, nada más lejos de la realidad. No se trata de engordar por dentro y mal, haciendo que los órganos aumenten su grasa o que asciendan los índices de colesterol, los triglicéridos, etcétera. Lo que hay que hacer es comer de manera saludable con algunas variaciones, como por ejemplo, consumir algo más de hidratos, le daba pan...».

Así que la base de la dieta tanto para Alejandra como para su marido fue prácticamente la misma, solo que ella se permitía algunas licencias: «Me levantaba casi hora y media antes para prepararme el desayuno: mis nueces con miel, mi yogur, las proteínas, las tostadas, la leche entera... Me llevaba mi tiempo cocinar y comer, pero tampoco podía llenarme de golpe porque mi cuerpo no estaba acostumbrado a atracones y podía ser peor», apunta Alejandra, que, eso sí, dejó el gimnasio por recomendación de la nutricionista. «Yo quería ver cómo le cambiaba el cuerpo solo con la dieta para comprobar si el aumento de peso era proporcional, por si después había que modelarlo con abdominales, por ejemplo», dice Ana Golpe, que en ningún caso tuvo que enfrentar esa experiencia con Alejandra: «Estaba perfecta, aumentaba de medidas y de peso sin que eso produjese un cambio negativo en su figura: no le crecía más la barriga que el resto, ni los muslos más que otra parte». «Yo estaba encantada -señala Alejandra-, para mí el mejor momento era cuando Ana cogía la cinta métrica y veía que todo aumentaba. Tanto fue así que a la semana de empezar ya pesaba dos kilos más y a los cinco meses mi reto se había cumplido: 49 kilos y 90 de cintura».

«Yo no creo que haya mucha gente que se haya alegrado tanto como yo cada vez que la báscula marcaba unos gramos más», apunta quien no ha renunciado tampoco a su bocadillo de Nocilla. «Durante la dieta recuerdo que le pedí a Ana tomarme uno y me lo negó rotundamente, me dijo: ‘Ya tendrás tiempo de comerte alguno, pero conmigo no’ -bromea Alejandra-, que ahora, unos años después y con 54 kilos, asegura que ya se ha tomado alguno. «Hoy por hoy como de todo, he bajado aquel estrés que tenía y me siento mucho mejor conmigo misma. Yo en aquella época es verdad que estaba delgada, pero sana; sin embargo, no me encontraba bien, no me gustaba mi cuerpo. Al final la presión me podía, así que estoy feliz de que mi operación bikini, al revés que otras, haya sido una cuestión de más peso».