Un escándalo de corrupción obliga a la ultraderecha a salir del Gobierno austríaco

Patricia Baelo BERLÍN / CORRESPONSAL

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El canciller austriaco, Sebastian Kurz, durante su comparecencia ante los medios
El canciller austriaco, Sebastian Kurz, durante su comparecencia ante los medios CHRISTIAN BRUNA | EFE

Un vídeo muestra al vicecanciller, el ultra Heinz-Christian Strache, dispuesto a cometer actos de corrupción con tal de recibir donativos ilegales de Moscú

21 may 2019 . Actualizado a las 09:50 h.

Al igual que los días anteriores, la comparecencia de Sebastian Kurz se hizo esperar. Pero finalmente el joven canciller austríaco cumplió ayer la voluntad del pueblo, al proponer la destitución de su ministro del Interior. El ultraderechista Herbert Kickl es una figura polémica en el ámbito europeo, famoso por haber allanado los servicios secretos de la pequeña república alpina. Y, sobre todo, era secretario general y responsable de finanzas del partido de extrema derecha FPÖ en verano del 2017, el momento en que se grabó al vicecanciller, el ultra Heinz-Christian Strache, dispuesto a cometer actos de corrupción con tal de recibir donativos ilegales de Moscú.

El vídeo, una trampa filmada con cámara oculta en la isla española de Ibiza, ha provocado que Strache dimita como socio minoritario y número dos del Gobierno de coalición así como líder del FPÖ. Además, el escándalo ha desatado un auténtico terremoto político, que ha obligado al conservador Kurz a romper la alianza que selló hace año y medio con la ultraderecha y convocar elecciones anticipadas para primeros de septiembre en Austria. «Con el fin de ayudar a una aclaración íntegra del caso y una investigación transparente», alegó el canciller para justificar la destitución de Kickl, representante del ala dura y considerado el cerebro del partido xenófobo.

Acto seguido, el FPÖ cumplió su amenaza y anunció la retirada en bloque de los cinco ministros que mantenía en el Ejecutivo. A partir de ahora las carteras de Interior, Defensa, Exteriores, Transportes y Sanidad estarán gestionadas por un grupo de expertos. «No ha hecho nada malo», había dicho horas antes el nuevo jefe de la formación ultranacionalista, Norbert Hofer, sobre Kickl, consciente de que tanto la ciudadanía como la oposición reclamaban su salida del ya Gobierno interino a cargo de Kurz.

El bautizado como Ibizagate ha restado popularidad al FPÖ, que pierde entre un 5 % y un 8 % en los últimos sondeos. Aunque también ha golpeado de lleno a la ultraderecha en general, que se frotaba las manos pensando en obtener un buen resultado en las elecciones al Parlamento Europeo, que culminan este fin de semana. Mientras la líder ultra de Francia, Marine Le Pen, intentaba distanciarse de Strache, al que acusó de haber cometido «un grave error», la canciller alemana Angela Merkel pidió a los ciudadanos que no voten por «los políticos que están a la venta».