El filme dirigido por Simon Kinberg ofrece un arranque muy logrado, aunque después el tono no se mantiene, rendido a la apisonadora habitual de las películas Marvel-Fox
12 jun 2019 . Actualizado a las 08:27 h.Los sexagenarios que éramos adolescentes cuando Vértice publicó por primera vez en España La patrulla X en blanco y negro y con las viñetas remontadas, los viejos cinéfilos que no nos dejamos seducir por el vil oropel de las apabullantes imágenes digitales -por mucho que la última entrega de Vengadores te obligue a quedarte con la boca abierta-, carcamales casi incorruptibles ante la «mínima moralina» que esconde tanta maquinita, ya hace tiempo que vemos las películas de superhéroes con cansancio y pereza. Por eso mismo, agradecemos arranques -que luego se quedan en nada- como el que se nos ofrece en X-Men: Fénix Oscura, con la niña mutante telequinésica cambiándoles la música de la radio del coche a sus papás, hecho cotidiano de enfrentamiento generacional que desemboca en tragedia. Tras el prometedor prólogo, el profesor Xavier (James McAvoy) acoge a la mutantita y le dice algunos parlamentos con gancho, no por pirateados menos bellos: «Si rompes algo, yo lo arreglaré», promete la nueva figura paterna a la hijita diferente. «Pero tú no estás estropeada», afirma en un tierno acto de aceptación.
Y luego ya, tras esos minutos, irremediablemente, nos vamos a negro, expuestos a los pies de la apisonadora habitual de las películas Marvel-Fox.
Si acaso hay algún tiempo para disfrutar con unos actores de oficio, seguramente cansados de hacer el fantasma digital, pero que no dejan de tener su gracia disfrazados con látex y perversa sofisticación. Fassbender, dentro de su casco ateniense de Magneto, sigue teniendo gancho pachanguero, pero aquí hay dos que se llevan el gato al agua: Sophie Turner -la Sansa Stark de Juego de tronos-, Fénix con cara de permanente desprecio -hay algo en ella de Joely Richardson, hijísima de Tony Richardson y Vanessa Redgrave- y abducida por una alienígena desopilante encarnada por nuestra siempre bien ponderada Jessica Chastain, esa cara divina, fantasmática, estilizada, de otro mundo, a la que Magneto dispara cientos de balazos violadores en una de las pocas secuencias para recordar.
Dicen que las pelis de los X-Men -aquí, por lo expuesto, más bien habría que decir X-Woman-, como las de los Vengadores, se tomarán, desde ahora, un descanso de unos añitos, dando la alternativa a otros monstruos para hacer caja. Que así sea.
«DARK PHOENIX»
EE. UU., 2019.
Director: Simon Kinberg.
Intérpretes: Sophie Turner, James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Jessica Chastain, Tye Sheridan, Nicholas Hoult, Kodi Smit-McPhee.
Fantasía.
116 minutos.