«X-Men: Fénix Oscura», huerfanitas, alienígenas y telepatía

Eduardo Galán Blanco

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La actriz Sophie Turner (la Sansa Stark de «Juego de tronos»), en una escena del filme dirigido por Simon Kinberg
La actriz Sophie Turner (la Sansa Stark de «Juego de tronos»), en una escena del filme dirigido por Simon Kinberg

El filme dirigido por Simon Kinberg ofrece un arranque muy logrado, aunque después el tono no se mantiene, rendido a la apisonadora habitual de las películas Marvel-Fox

12 jun 2019 . Actualizado a las 08:27 h.

Los sexagenarios que éramos adolescentes cuando Vértice publicó por primera vez en España La patrulla X en blanco y negro y con las viñetas remontadas, los viejos cinéfilos que no nos dejamos seducir por el vil oropel de las apabullantes imágenes digitales -por mucho que la última entrega de Vengadores te obligue a quedarte con la boca abierta-, carcamales casi incorruptibles ante la «mínima moralina» que esconde tanta maquinita, ya hace tiempo que vemos las películas de superhéroes con cansancio y pereza. Por eso mismo, agradecemos arranques -que luego se quedan en nada- como el que se nos ofrece en X-Men: Fénix Oscura, con la niña mutante telequinésica cambiándoles la música de la radio del coche a sus papás, hecho cotidiano de enfrentamiento generacional que desemboca en tragedia. Tras el prometedor prólogo, el profesor Xavier (James McAvoy) acoge a la mutantita y le dice algunos parlamentos con gancho, no por pirateados menos bellos: «Si rompes algo, yo lo arreglaré», promete la nueva figura paterna a la hijita diferente. «Pero tú no estás estropeada», afirma en un tierno acto de aceptación.

Y luego ya, tras esos minutos, irremediablemente, nos vamos a negro, expuestos a los pies de la apisonadora habitual de las películas Marvel-Fox.

Si acaso hay algún tiempo para disfrutar con unos actores de oficio, seguramente cansados de hacer el fantasma digital, pero que no dejan de tener su gracia disfrazados con látex y perversa sofisticación. Fassbender, dentro de su casco ateniense de Magneto, sigue teniendo gancho pachanguero, pero aquí hay dos que se llevan el gato al agua: Sophie Turner -la Sansa Stark de Juego de tronos-, Fénix con cara de permanente desprecio -hay algo en ella de Joely Richardson, hijísima de Tony Richardson y Vanessa Redgrave- y abducida por una alienígena desopilante encarnada por nuestra siempre bien ponderada Jessica Chastain, esa cara divina, fantasmática, estilizada, de otro mundo, a la que Magneto dispara cientos de balazos violadores en una de las pocas secuencias para recordar.

Dicen que las pelis de los X-Men -aquí, por lo expuesto, más bien habría que decir X-Woman-, como las de los Vengadores, se tomarán, desde ahora, un descanso de unos añitos, dando la alternativa a otros monstruos para hacer caja. Que así sea.

«DARK PHOENIX»

EE. UU., 2019.

Director: Simon Kinberg.

Intérpretes: Sophie Turner, James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Jessica Chastain, Tye Sheridan, Nicholas Hoult, Kodi Smit-McPhee.

Fantasía.

116 minutos.