Un adolescente venezolano se queda ciego tras dispararle la policía dos perdigones a la cara

Pedro García Otero CARACAS / CORRESPONSAL

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Un grupo de personas llevan ofrendas florales a la entrada del Comando General de la Armada Bolivariana en honor del capitán venezolano Rafael Acosta Arevalo, fallecido tras sufrir presuntamente torturas
Un grupo de personas llevan ofrendas florales a la entrada del Comando General de la Armada Bolivariana en honor del capitán venezolano Rafael Acosta Arevalo, fallecido tras sufrir presuntamente torturas Rayner Peña | EFE

«Lo que me quede de vida se lo voy a dedicar a obtener justicia para mi hijo, que me dijo ?mamá, me quiero morir?, me le arruinaron la vida», asegura la madre del joven

03 jul 2019 . Actualizado a las 12:42 h.

«A mi hijo le quitaron las ganas de vivir (...) no quiere vivir, me lo dejaron ciego, desfigurado. Lo que me quede de vida se lo voy a dedicar a obtener justicia para mi hijo, que me dijo ‘mamá, me quiero morir’, me le arruinaron la vida». Este es el relato de Adriana Parada, madre de Rufo Chacón, de 16 años, quien cuenta así la última atrocidad de la Policía Nacional Bolivariana de Venezuela: un disparo de balines de metal al rostro del joven, a quemarropa. Fue durante una protesta por la escasez de gas doméstico en Táriba, una ciudad dormitorio de San Cristóbal, la capital del fronterizo estado Táchira, y el disparo no solo le desfiguró completamente las facciones, sino que ocho perdigonazos impactaron en uno de sus ojos y cuatro en el otro, y lo dejaron ciego para el resto de su vida.

El hecho aconteció cuando el país aún no se ha recuperado del asesinato de Rafael Acosta Arévalo, capitán de corbeta de la Armada venezolana, quien fue detenido el viernes 21 y una semana después murió en custodia mientras recibía una brutal paliza.

Al igual que en el caso del militar, detenido por su supuesta participación en un complot para asesinar al presidente venezolano, Nicolás Maduro, la Fiscalía ha prometido una investigación inmediata en el caso de Rufo Chacón, y el director de la Policía Nacional Bolivariana en Táchira anunció la detención de dos funcionarios, para los que prometió «todo el peso de la Ley»; y aseguró que «se trata de un hecho aislado a la institución policial».

Sin embargo, el relato de Adriana Parada sobre la actuación de los policía es distinto. «Llegaron golpeando y disparando a todos los que estaban en la protesta» dijo. «Yo mandé a mi hijo a averiguar qué pasaba con las bombonas de gas, y cuando estaba preguntando, le dispararon (...) En este país no hay derechos humanos, mi hijo pide justicia», añadió. Su tío William Parada añadió: «Rufo me dijo que estaban golpeando indiscriminadamente a todos, estuvieran manifestando o no». «Esta dictadura, este régimen que mata a nuestros niños, tiene que caer», dijo.

Antecedentes

Hace dos años, y también en la ciudad de Táchira, un funcionario del mismo cuerpo asesinó a Kluiverth Roa, de 13 años, en medio de fuertes protestas contra el régimen de Maduro. El joven no estaba participando de la manifestación, sino que estaba saliendo del instituto. El impacto de perdigones en sus partes blandas le causó la muerte.

Casi 300 jóvenes, según la oenegé Cecodap, han sido asesinados por las autoridades a lo largo del mandato de Maduro, durante protestas o por ejecuciones policiales en barriadas populares.

Durante este año se han registrado más de 15.000 protestas ciudadanas, unas 50 cada día, y en su mayoría, por servicios públicos como el gas que han sido nacionalizados después de estar en manos privadas.