Un padre decide no separar a sus hijas siamesas para evitar que una de ellas muera

J. H. R. LA VOZ

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El conflicto moral de esta familia senegalesa ya ha dado la vuelta al mundo

07 ago 2019 . Actualizado a las 19:50 h.

La encrucijada de un padre de siamesas conmociona a todo el planeta: separarlas para que una viva o arriesgarse a que las dos mueran. 

Aunque Marieme y Ndeye tienen tres años, todavía no saben andar. Puede que sea un retraso poco habitual, pero lo más probable es que se deba a su fisionomía. Ambas tienen su propio corazón, sus pulmones y su cerebro, pero comparen el hígado, la vejiga, el aparato digestivo y tres riñones, algo que dificulta el ritmo de su desarrollo.

A principios del 2017, el senegalés Ibrahima Ndiaye viajó con sus hijas de ocho meses a Londres con la esperanza de encontrar un método eficaz que consiguiese separarlas para que pudiesen vivir una vida independiente. Rápidamente y muy a su pesar, todas las pruebas desarrolladas en el Hospital Great Ormond Street de la capital británica establecieron el mismo resultado: «Marieme cuenta con un corazón muy débil y unos niveles de oxígeno muy bajos que no aguantarían una vida independiente».

En estos dos últimos años, el padre junto a doctores y expertos del comité de ética, se ha visto ante la encrucijada de practicarles una operación que no permitiría a Marieme sobrevivir, pero que podría proporcionarle a Ndeye una vida diferenciada o, por el contrario, evitar una separación que les llevaría a ambas a la muerte.

Ndiaye ha optado por la segunda pensando en la «igualdad» de sus hijas que «tienen cerebros y corazones separados».

«Están juntas, son iguales. Great Ormond Street ha sido muy honesto y muy claro conmigo en todo momento. Vinimos como pacientes, pero ahora somos más que eso, les considero mi familia. Nunca me he sentido presionado para aceptar una operación, nunca me han faltado al respeto», dijo en declaraciones al periódico The Observer.

Las siamesas, que ahora tienen tres años, empezarán la guardería a partir de septiembre en Cardiff, adonde se mudaron con su padre tras llegar al Reino Unido y después de que su madre volviera a Dakar, donde la pareja tiene otros cuatro hijos mayores.

Su esperanza era que las pequeñas pudieran someterse a un proceso de separación seguro para ambas como el que han pasado Safa y Marwa Ullah, unas gemelas paquistaníes de dos años que estaban unidas por la cabeza y que el pasado julio fueron dadas de alta del Great Ormond Street para continuar su recuperación desde casa.

Tras tomar esta difícil decisión, Ndiaye afirmó sentirse «un hombre afortunado de ser parte de este viaje» y poder «cuidar y hacer felices» a sus hijas.

«Sé que habrá un momento en que tendrán que irse. Pero en este punto están luchando y también me están dando una razón para vivir. Son mi inspiración, se lo doy todo. Nunca las dejaré caminar solas», destacó.