La fiesta de pedida de mano que terminó en sangrienta reyerta entre dos clanes madrileños

Domenico Chiappe MADRID / COLPISA

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Imagen de archivo de la Guardia Civil
Imagen de archivo de la Guardia Civil GUARDIA CIVIL | Europa Press

Un desacuerdo entre dos familias durante la celebración de los novios termina con dos muertos por atropello intencional y varios heridos

28 jul 2020 . Actualizado a las 23:16 h.

Dos novios, dos clanes. Uno de Puente de Vallecas y otro de Navalcarnero (ambos en Madrid). Una historia de amor, que termina en tragedia como en una obra de teatro de Shakespeare o de García Lorca. La medición de fuerzas entre cada familia tensaban la relación. Los novios, enamorados, siguieron con su empeño de matrimonio. Así que los clanes aparcaron sus malos humores y aceptaron celebrar el «pedimiento». El primer acto de estas Bodas de sangre se escenificó en el Layso, un bar de «buen ambiente» que cerró para la celebración el domingo en la tarde. A las siete comenzaron a llegar los cien invitados. Barbacoa y alcohol. En el aparcamiento, los coches de los asistentes, que venían de sus respectivos asentamientos.

Con las horas de fiesta, el suspense iba in crescendo y cerca de medianoche estalló. La chispa, según una hipótesis, era un desacuerdo económico entre clanes. O pueden haber sido varios focos iniciales del incendio, según otras. Algún roce durante el festejo. No es muy factible que fuera una desaprobación total al enlace: los novios no habrían llegado tan lejos. Pero era hora de medir fuerzas. El honor, los lazos la hombría, el vigor de las sustancias consumidas. Los novios intentaron calmar los ánimos.

La discusión empezó por la música, asegura Adolfo, propietario del bar en una entrevista de radio. «Uno quería apagarlo y el otro quería seguir tocando un piano que había allí. Empezaron a discutir. Que te empujo, que no me empujes. Que vamos a la calle y lo arreglamos. Así es como pasó, todo por una tontería».

La pelea multitudinaria empezó. Primero adentro del local. Después en la calle, cuando los comensales menos involucrados y más sensatos huyeron. Pero les persiguieron. El segundo acto fue entre el aparcamiento y la carretera. No está claro quién atacaba o quién defendía. Si Navalcarnero contra Vallecas o al revés. O era un fiero todos contra todos sin tregua. Pero los que escapaban subieron a sus coches, donde hubo cristales rotos, carrocerías apaleadas. Los coches, algunos atrapados, y la jauría detrás. Los novios huyeron juntos. A pie, por la carretera M-404. Por esa ruta corrieron otros tantos.

Había ancianos y niños pequeños. Era un extendido domingo por la tarde. Un banquete planificado para el contento hasta la madrugada. Pero terminó con el enfrentamiento. Se volcaron las mesas, comida por el suelo. No había, según la Guardia Civil, evidencia del uso de armas de fuego ni blancas. Pero estaban los coches. Potentes objetos de exterminio. De la gente que logró subir a sus vehículos, hubo quien, en vez de irse, quería perseguir. En diez minutos la furia desatada dejó dos muertos y varios heridos. Por atropello. Una pareja de invitados. Ella, de 27 años y él de 28 años. Con ellos, una chica de 18 años, que sobrevivió, aunque con dos piernas rotas y pronóstico reservado en el Hospital 12 de Octubre de la capital, adonde fue trasladada.

Un niño herido

En un coche de grandes dimensiones, el conductor, al parecer identificado y en busca y captura, los embistió cuando corrían por el arcén de la M-404. Su forma de conducir indica que no fue un golpe fortuito. Había intención: se salió de la calzada para alcanzar a sus víctimas, rompió una alambrada. Entre la oscuridad, el caos y el campo, nadie les vio. Hasta el día siguiente. Ellas estaban cerca de la vía, y un hombre escuchó el ruego de la superviviente, que gemía y alzaba la mano. Cerca de ella, la compañera muerta. Horas más tarde, las autoridades desplegadas en la zona encontraron el cadáver del hombre, lanzado a diez metros del lugar con la fuerza del impacto. La autopsia determinará si la muerte fue instantánea o la pareja agonizó durante la larga madrugada.

Esa misma noche sí se socorrió a otras personas atropelladas, entre ellas un niño. Sus propios familiares llevaron al pequeño y a otros dos adultos al Hospital Rey Juan Carlos de Móstoles. Los novios, jóvenes en la veintena a los que se creía asesinados en las primeras horas, están en paradero desconocido. Un giro final para este drama.

Vientos de venganza

Las tres personas que fueron localizadas la mañana del lunes, dos de ellas muertas y otra herida de gravedad, estaban huyendo del lugar donde se desarrollaba la pelea entre clanes. Cuando un peatón escuchó la petición de ayuda de la superviviente, no se sabía que habían sido arrollados pero un familiar sí había puesto una denuncia por la desaparición del hombre de 28 años y las dos mujeres, de 18 y 27. Nada se sabía de ellos. Llegaron a alejarse muy poco, unos 50 metros de la cervecería, que está casi al borde de la M-404 de Madrid. Esa noche, pocos minutos después de empezar, se había disuelto la pelea con la llegada de la Guardia Civil. Pero, una vez que aparecieron los cuerpos del hombre y la mujer atropellados con intención, según las investigaciones, se teme el inicio de la venganza. La Guardia Civil se ha desplegado por las zonas de influencia de los clanes e intenta que los patriarcas de ambas familias eviten el ajuste de cuentas.