Afganistán, al borde del caos ante la ofensiva talibana y la retirada de EE.UU.

Iria Juiz, R. P. REDACCIÓN / LA VOZ

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Un soldado afgano vigila la base aérea norteamericana de Bagram, abandonada por las tropas estadounidenses el pasado viernes
Un soldado afgano vigila la base aérea norteamericana de Bagram, abandonada por las tropas estadounidenses el pasado viernes MOHAMMAD ISMAIL

Expertos alertan del riesgo de una nueva guerra y de la caída del Gobierno

06 jul 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El caos comienza a apoderarse de Afganistán a un mes y medio de que se complete la salida de las tropas estadounidenses y sus aliados de la misión de la OTAN. El experimento democrático afgano parece llegar a su fin ante el avance de los talibanes y la inoperancia de las fuerzas gubernamentales. Los feroces ataques de los fundamentalistas islámicos en la montañosa provincia de Badakhshan obligaron este lunes a más de mil militares afganos a refugiarse en la vecina Tayikistán. El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani, está cada vez más solo en su palacio de Kabul. La gran pregunta que circula por los despachos de la capital afgana es cuánto durará en la presidencia tras el repliegue de las tropas de Estados Unidos.

estrategia insurgente

Violencia talibán. En los últimos años, la cúpula dirigente talibán han buscado una imagen de cambio y un lenguaje de paz y reconciliación durante las negociaciones en Doha con la Administración Trump. Un año después de la firma del acuerdo, la violencia se ha intensificado en el país. Desde el 1 de mayo, los talibanes han tomado el control de aproximadamente un tercio de los 421 distritos, la mayoría en el norte del país. En declaraciones a la BBC, su portavoz Suhail Shaheen explicaba que muchos de estos distritos han caído en sus manos a raíz de una mediación y después de que los soldados se negaran a combatir, lo que contradice la versión del Gobierno.

Este lunes, los talibanes advirtieron de que todas las tropas extranjeras que sigan en Afganistán después de la fecha límite para la retirada, el 11 de septiembre, serán su objetivo, en medio de las informaciones sobre la permanencia de cerca de mil militares para proteger instalaciones diplomáticas y el aeropuerto de Kabul. Se cree que el grupo es ahora más fuerte en efectivos que cuando fueron desalojados del poder por las fuerzas lideradas por Estados Unidos en el 2001, con hasta 85.000 combatientes a tiempo completo, según estimaciones de la OTAN.

Paralelamente, los herederos del mulá Omar lanzaron hace meses una ola de asesinatos selectivos contra periodistas, jueces, activistas por la paz y mujeres con cargos públicos, demostrando que no han variado un ápice su ideología extremista. 

perspectivas

La estabilidad del país, en riesgo. La incapacidad de las autoridades de hacer frente a los insurgentes ante la retirada de las tropas extranjeras se hace cada día más patente. El general Austin Miller, comandante de la misión liderada por EE.UU., advertía hace un mes que el país corría el riesgo de vivir un nuevo conflicto. Los informes de la inteligencia estadounidense realizaban una evaluación semejante, concluyendo que el Gobierno afgano podría caer en los seis meses posteriores a la retirada militar estadounidense. El presidente del Alto Consejo para la Reconciliación Nacional de Afganistán (el segundo cargo en importancia del país), Abdulá Abdulá, advirtió la semana pasada de que «la supervivencia del país está en peligro».

Durante años, los esfuerzos respaldados por Occidente tuvieron como objetivo desarmar a las milicias del país, pero con el avance de los talibanes, los civiles han tomado las armas alentados y financiados por el propio Gobierno.

La moral de las fuerzas afganas está en mínimos ante la fase final de la retirada de los 2.500 soldados estadounidenses y 7.000 de la OTAN. Se quedan sin el apoyo aéreo de las fuerzas norteamericanas, en muchos casos crucial en su lucha contra los talibanes. 

argumentos de ee.uu.

Un conflicto sin fin. El presidente Joe Biden ha dicho que la retirada militar está justificada, ya que las fuerzas estadounidenses se han asegurado de que Afganistán no se convierta en una base para que los yihadistas extranjeros vuelvan a conspirar contra Occidente. Un argumento para cerrar un capítulo que no quiere pasar a una nueva generación de estadounidenses. La guerra que comenzó en octubre del 2001 como respuesta a los atentados del 11S, deja 2.400 bajas estadounidenses. Aunque la peor parte se la han llevado los propios afganos, con 47.245 civiles muertos.

Estados Unidos y sus aliados de la OTAN acordaron retirar todas las tropas a cambio del compromiso de los talibanes de no permitir que Al Qaida o cualquier otro grupo extremista operen en las áreas que controlan.

Además, el abandono de las tropas estadounidenses el pasado viernes de Bagram, la base aérea al norte de Kabul —corazón simbólico y operativo de la operación en Afganistán— ha dejado un efecto negativo en la seguridad y en la vida diaria de los ciudadanos alrededor de la base y las aldeas cercanas.