La Unión Europa se asoma al abismo de la era post-Merkel

Pablo L. Barbero BERLÍN / E. LA VOZ

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Ángela Merkel impone una condecoración a un soldado que participó en la evacuación de Kabul
Ángela Merkel impone una condecoración a un soldado que participó en la evacuación de Kabul FABIAN BIMMER | Reuters

Los aspirantes a la Cancillería apenas han tocado en su campaña cuáles serán prioridades como motor de la UE

23 sep 2021 . Actualizado a las 07:12 h.

A falta de conocer quién ganará las elecciones generales alemanas del próximo domingo, una cosa parece cierta: la salida de Angela Merkel marcará un antes y un después en Europa. Durante sus 16 años en la Cancillería, la mandataria alemana tomó decisiones clave en materia de inmigración, integración y economía que han obligado al club comunitario a cambiar dinámicas y enderezar el rumbo en varias ocasiones.

Se contabilizan como cinco el número de grandes crisis que tuvo que encarar en estos años: la financiera del 2008, la crisis del euro de hace una década, la oleada de refugiados sirios e iraquíes en el 2015, la pandemia de coronavirus y la crisis climática actual derivada del calentamiento del planeta. Y se puede decir que en todas ellas el papel de Merkel ha sido relevante.

Durante el comienzo de su mandato la líder alemana impulsó la ampliación de la UE hacia el este de Europa. Una aportación indudable al legado europeo, aunque para muchos representa el origen de varios problemas, como la reciente fractura del proyecto europeo o el comienzo de las reticencias en el Reino Unidos que dieron lugar al brexit.

La última prueba de fuego para Merkel fue la aprobación de los fondos Next Generation para impulsar la economía tras el bache de la pandemia. La evolución de Berlín al pasar de garante inquebrantable de la austeridad —factor principal de la crisis del euro, cuando los países del sur de la UE acusaron a Alemania de su estrangulamiento económico— a ser el impulsor para facilitar un endeudamiento conjunto de los Veintisiete ha sido algo formidable. Y una prueba de la canciller es capaz de aprender de sus errores y evolucionar, algo que no todos los líderes políticos manejan.

Un capítulo aparte dentro de los asuntos europeos es el de las relaciones con Francia, principal socio de Berlín tras el brexit y sujeto histórico determinante en la historia de Europa. La UE ha tenido en los últimos 16 años cuatro presidentes franceses de diferentes partidos y una única canciller, lo que habla de la complejidad para mantener el equilibrio del eje franco-alemán durante estos años.

El eje con Francia

Merkel acababa de llegar al cargo cuando Jacques Chirac, ya veterano, estaba casi tomando la salida del Elíseo. Nicolas Sarkozy tenía «un temperamento un poco dominante, pero encontraron un terreno común de entendimiento», según el analista Éric-André Martin. François Hollande llegó al poder con la promesa de renegociar el pacto europeo de estabilidad, algo que nunca aceptó Merkel, y con Emmanuel Macron la relación tardó en arrancar, resume a Efe el experto en política europea.

Berlín plantó cara desde un primer momento a la idea francesa de profundizar en la integración financiera europea con un presupuesto para la eurozona, impuestos europeos e incluso un ministro de Finanzas europeo. Alemania reaccionó a estas ideas con escepticismo, lo que provocó desconfianza en el eje. Sin embargo, la crisis del coronavirus volvió a acercar a los países.

Está por ver cómo evolucionará este eje sobre el que pivota toda la Unión. El domingo Alemania acude a votar sin una idea clara de cómo debe ser el futuro próximo de Europa, pues los partidos en campaña, sorprendentemente, apenas han profundizado en este tema. Lo que está claro es que Merkel no estará para decidirlo.