El protagonismo de Yolanda Díaz y su silencio sobre la querella contra Batet abren grietas en Podemos

Gonzalo Bareño Canosa
Gonzalo Bareño MADRID / LA VOZ

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 La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra; la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; y la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en una imagen de archivo
La ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra; la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau; y la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, en una imagen de archivo J.J.GUILLÉN

Garzón y Colau respaldan la estrategia de conciliación con el PSOE de la vicepresidenta segunda, y Belarra y Montero apuestan por presionar a Sánchez

25 oct 2021 . Actualizado a las 08:28 h.

El Gobierno de coalición atraviesa su mayor crisis, pero Unidas Podemos vive también su propio conflicto interno, agravado por el anuncio de la presentación de una querella contra la presidenta del Congreso, Meritxell Batet. Y, en ambos casos, la popularidad y el protagonismo político de Yolanda Díaz aparecen en el centro del debate. La proyección pública de la ministra de Trabajo, volcada en la creación de un nuevo espacio político de izquierda, ha puesto en guardia a Pedro Sánchez, que ha roto lo que hasta ahora era un idilio político con Díaz. La claridad con la que dio a la vicepresidenta primera, Nadia Calviño, las riendas de la negociación sobre la reforma laboral dejó claro que quiere rebajar el protagonismo de la vicepresidenta segunda para impedir que capitalice las medidas sociales. 

Una querella sin consultar a Díaz

Pero la dura reacción de Unidas Podemos a la retirada del escaño a su exdiputado Alberto Rodríguez ha dejado también a Díaz en una incómoda posición, que evidencia las grietas en la formación. Díaz no fue consultada sobre la presentación de la querella contra Batet, impulsada por el secretario de Estado de Agenda 2030, Enrique Santiago, con autorización de la secretaria general de Podemos, Ione Belarra. La vicepresidenta, que se enteró una vez que se hizo público, y que dos días después no se ha pronunciado sobre el asunto, no comparte la estrategia de abierto desafío al PSOE puesta en marcha por Belarra y la ministra de Igualdad, Irene Montero. Y tampoco la comparten el titular de Consumo, Alberto Garzón, que desligó a Unidas Podemos de esa querella aclarando que se presentaría «a título personal» por el diputado expulsado, ni la alcaldesa de Barcelona y líder de los comunes, Ada Colau.

En plena batalla entre los socios de coalición, Díaz ha mantenido silencio en torno a ese querella y se ha centrado en redoblar su pulso personal con Calviño, reivindicando su autoridad como ministra de Trabajo y asegurando que la reforma laboral se derogará pese a las «resistencias».

Ese silencio de quien ostenta la máxima representación del partido en el Gobierno se interpreta en algunos sectores de Podemos como una falta de compromiso de Díaz en un caso que afecta al exsecretario de Organización Alberto Rodríguez, una de las principales figuras de la formación, que acabó abandonado el partido tras comprobar que no hay unanimidad a la hora de presionar al PSOE por su escaño.

En el fondo de esa batalla interna está la apuesta de Díaz, que no milita en el partido morado, por encabezar una plataforma política que trascienda las siglas de Podemos y aglutine a todos los sectores a la izquierda del PSOE. Frente a esa estrategia del «frente amplio» Belarra, Montero y Santiago se resisten a que Podemos deje de ser la referencia de ese espacio y quede subsumido en una plataforma transversal.