Un poco más al sur, los soldados de Putin tomaron el control de Kreminna, localidad de 22.858 habitantes situada en la región separatista de Lugansk. El gobernador regional, Serhiy Gaidai, informó que cuatro civiles perecieron cuando el vehículo en el que huía fue tiroteado de forma «indiscriminada por los invasores».
Resistir hasta la muerte
Los defensores de Mariúpol insisten en resistir hasta la muerte. Unos pocos miles de soldados ucranianos, entre ellos combatientes del batallón Azov, desafían el ultimátum ruso para deponer las armas atrincherados en una planta siderúrgica de Azovstal, juntos a civiles que no tienen donde refugiarse. Según los prorrusos, los militares que defienden la ciudad portuaria desde hace más de un mes han perdido a unos de sus comandantes, el coronel Volodímir Baranyuk . Algo que Kiev evitó confirmar.
Con la bandera rusa ondeando en el cercano puerto de Berdiansk , la caída de Mariúpol es cuestión de días , pese al heroísmo de los ucranianos, superados en número y en potencia de fuego por el invasor. Su captura sería una gran victoria para el Kremlin : es esencial para lograr el ansiado corredor terrestre que una las repúblicas de Donetsk y Lugansk con Crimea . Pero, además, su conquista le facilitaría concentrar todos sus esfuerzos en conquistar todo el Dombás y levantaría la moral entre sus alicaídas filas .
Con el bombardeo sobre Leópolis, Rusia buscar complicar la misión del Ejército ucraniano de concentrar sus esfuerzos para combatir al enemigo el este del país y de paso frenar la ayuda occidental —Rusia dijo haber destruido una gran partida de armamento extranjero—.
Cinco misiles crucero impactaron sobre infraestructuras militares pero también cayeron sobre objetivos civiles, cobrándose la vida de siete personas , las primeras muertes en esta ciudad alejada de la guerra y punto de llegada de cientos de miles de refugiados. Según el alcalde de Leópolis, Andriv Sadovy, entre los fallecidos hay un niño. Según el fiscal general ucraniano, 205 menores han fallecido desde que comenzó la invasión, hace 54 días.
En el día en que en las redes sociales difundían las imágenes del hundimiento la semana pasada del buque de guerra ruso Moskva, alcanzado por dos misiles ucranianos, familiares de la tripulación exigían la lista de fallecidos y supervivientes. Yulia Tsyvova se enteraba de que su hijo Andréi está entre las bajas. «Tenía solo 19 años, era un recluta» , dijo entre lágrimas Tsyvova al corresponsal de The Guardian.
Putin condecora a la brigada acusada de la matanza de Bucha El presidente Vladimir Putin condecoró este lunes a la brigada acusada de la matanza de civiles en Bucha. «Por su heroísmo y coraje, por la entereza y el valor demostrado por la brigada en los combates para defender la patria y los intereses del Estado en condiciones de un conflicto armado, decreto (...) asignar el título honorífico de Guardia a la 64º. Brigada de Infantería Motorizada», señala el decreto presidencial. El texto no alude a la invasión.
Las tropas rusas abandonaron Bucha el 1 de abril y, desde entonces, se han recuperado más de 350 cadáveres, algunos con heridas de bala en la nuca y con las manos atadas a la espalda. La inteligencia militar ucraniana difundió los datos personales de 1.600 soldados rusos implicados en las atrocidades. La lista corresponde a los integrantes de esa brigada.
Además de la condecoración, Putin se lanzó este lunes a señalar que la «guerra relámpago» de sanciones contra Rusia ha fracasado, dado que la economía rusa está estabilizándose mientras que los estándares de vida de los europeos está bajando. Una afirmación socavada por el alcalde de Moscú, Serguéi Sobianin, que señaló que solo en la capital unas 200.000 personas pueden perder su trabajo debido al cierre de empresas extranjeras.
Caterina Devesa
Nunca se imaginaron que vivirían una guerra y mucho menos que las bombas llegarían a las puertas de su casa, en Mariúpol. Aunque quieren relatar su historia, por seguridad prefieren no dar sus nombres. «Si algún día, que esperamos que sí, podemos volver a Ucrania no queremos tener problemas», aclara la mujer de 25 años a la que identificaremos como Irina. Lo que ella vivió junto a su marido, su madre y su hija de cinco años durante el último mes no se puede resumir fácilmente. «Cuando empezó la invasión rusa , como teníamos varias tiendas de alimentación, recopilamos alimentos y nos escondimos en un búnker de la II Guerra Mundial cerca de nuestra casa. Después, nos movimos al centro, porque estaban bombardeando nuestra zona. Sin embargo, tres días después, regresamos porque esa área también comenzó a ser atacada», relata Irina, que llegó el día 5 a A Coruña tras ser recogida por su cuñada Alina, residente en Carral, en Madrid. Ese es solo el principio de una historia a la que todavía le quedan muchos capítulos para tener un final feliz. Porque aunque ahora ella esté a salvo, junto a su hija de cinco años, y su madre, de 51, el sufrimiento que ha vivido «ya no tiene vuelta atrás». Tampoco el dolor por haber tenido que abandonar «no solo nuestra casa, si no a mi marido y a mi padre. De haber visto morir a amigos y de que todo lo que teníamos haya sido destruido».
Seguir leyendo
Archivado en:
Guerra en Ucrania
Ucrania
Rusia
Vladimir Putin
Polonia