Lula se enreda con Ucrania en busca de mayor protagonismo internacional

héctor estepa BOGOTÁ / E. LA VOZ

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Protesta de ucranianos ante la Embajada de Brasil en Lisboa contra la postura del presidente Lula da Silva frente a la invasión rusa de Ucrania
Protesta de ucranianos ante la Embajada de Brasil en Lisboa contra la postura del presidente Lula da Silva frente a la invasión rusa de Ucrania MIGUEL A. LOPES | EFE

La UE, EE.UU. y Kiev desconfían de su postura equidistante ante la invasión

30 abr 2023 . Actualizado a las 14:12 h.

«Brasil está de vuelta», dijo Lula da Silva cuando ganó las elecciones en octubre. El presidente del gigante latinoamericano anunció que su país volvía con fuerza al escenario internacional, después de cuatro años de cierto aislacionismo con Jair Bolsonaro. Lula siempre ha buscado que Brasil, una potencia demográfica, tenga una mayor trascendencia en la geopolítica mundial. En las últimas semanas ha pasado a la ofensiva diplomática, intentando situarse como mediador en la guerra de Ucrania, tomando posiciones que han molestado a sus socios occidentales.

Todo comenzó el 6 de abril, cuando Lula dijo que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, «no puede quererlo todo», sugiriendo que debería ceder el territorio de Crimea a Rusia. Acabó irritando tanto a Kiev como a la Unión Europea y a EE.UU.

El presidente brasileño viajó después a Pekín para reunirse con su homólogo chino, Xi Jinping, que también quiere mediar en el conflicto. Allí dijo que Washington está incentivando la guerra en Ucrania. «EE.UU. tiene que dejar de fomentar la guerra y empezar a hablar de paz», señaló, obteniendo, en esa ocasión, una dura respuesta de la Casa Blanca. «Brasil está repitiendo la propaganda rusa y china sin observar para nada los hechos», apuntó el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de EE.UU., John Kirby, antes de que el canciller ruso, Serguéi Lavrov, se presentase en Brasilia para reunirse con Lula.

Al día siguiente de esa visita, tras las críticas llegadas también desde Bruselas, Lula condenó explícitamente la invasión rusa de Ucrania, pero su posición equidistante sigue siendo mirada con recelo por Washington. «Su tono no era de neutralidad», señaló la Casa Blanca en plena polémica.

Esta semana Lula ha visitado España y Portugal, ha promovido su plan de crear un «G20 neutral», un grupo de países que trabajen para buscar el fin de la guerra en Ucrania, y ha vuelto a condenar la invasión rusa, pero asegurando que «ahora es necesario detener la guerra» y que «no sirve de nada decir quién tiene razón o no». Brasil tendría un papel preponderante en ese G20, al haberlo promovido, y conseguiría la relevancia que busca Lula.

El presidente también está intentando relanzar el grupo de los BRICS, una alianza económica y comercial de las cinco economías emergentes, formado por su país, Rusia, India, China y Sudáfrica. Es tan importante para Lula que ha colocado a la expresidenta Dilma Rousseff, una persona de su máxima confianza, y de altísimo perfil, como nueva presidenta del banco de los BRICS.

Su intención de posicionar a Brasil como un actor relevante en la política internacional viene de lejos. Lula repite desde el 2003 que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tiene que tener un miembro permanente de América Latina, y que ese asiento tiene que ser para su país.

El presidente sostiene que no cede armas a Ucrania y ni siquiera se las vende a países aliados porque no quiere contribuir a que continúe el conflicto. Corre el peligro, según los analistas brasileños, de perjudicar su relación con Occidente. El presidente estadounidense, Joe Biden, aprobó hace unos días el desembolso de 500 millones de dólares destinados al Fondo Amazonía que promociona Lula, alejando, por ahora, los fantasmas de que la posición de Lula esté suponiendo un punto mayor de ruptura.