¿Por qué despierta interés en Galicia el cultivo experimental de aguacates en Asturias?

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Aguacastur asesora desde Cabranes sobre plantaciones de una fruta que triunfa en Europa
16 mar 2022 . Actualizado a las 12:56 h.Hasta Cabranes, en Asturias, se desplazan con cierta frecuencia gallegos de diferentes partes de la región interesados en conocer cómo se cultiva el aguacate, un fruto subtropical, alimento muy apreciado por sus propiedades y un cultivo con posibilidades y con demanda que sigue a ritmo creciente.
En Cabranes está el origen de la firma Aguacastur. Andrés Ibarra, uno de los socios, apunta un dato que invita a la reflexión: Europa consumió en 2020 en torno a dos millones de toneladas de esta fruta, mientras que la producción española, principalmente centrada en Canarias, sur de Andalucía y Levante, no alcanza ni el 10%. El resto llega de países como México, Colombia...
Entonces, «¿por qué no producir más en España? Actualmente es uno de los cultivos más rentables y hay mercado para todo el mundo. Además, a Europa le encanta el aguacate español y por proximidad, se aseguran unas calidades». La reflexión la hace en voz alta Ibarra, socio con Javier Cívicos y con otros colaboradores, de Aguacastur, que tiene en Cabranes una finca experimental de aguacates de más de una hectárea, que se encarga de realizar plantaciones también para terceros y que ofrece asesoramiento e imparte cursos teóricos y prácticos.
«La formación está teniendo mucho éxito», reconoce Ibarra, que afirma que acuden alumnos de las provincias de A Coruña, Lugo y Pontevedra —tenían previamente contactos con la zona de O Rosal—, así como de otros puntos de Asturias, Cantabria y País Vasco.
Desde Aguacastur defienden el potencial de este cultivo que no es ni tan novedoso ni tan desconocido como parece, al menos por las tierras del Norte. «Estamos viendo que la costa gallega está llena de aguacateros naturalizados», recalca Andrés Ibarra, asegurando que en una primera oleada las plantas llegaron de la mano de los indianos y en una segunda, en la década de los 80, la costumbre española de intercambiar semillas a nivel vecinal facilitó su propagación.
Otro factor de peso en esta apuesta es el convencimiento de que la introducción de cultivos como este pueden ayudar a revitalizar y a frenar la despoblación rural. Ellos, ya hacen venta directa de sus aguacatinos eco. «En nuestra finca observamos muy buenos resultados en cuanto a crecimiento. Creemos que tanto Asturias como Galicia o Cantabria tienen zonas óptimas para este cultivo», explica Ibarra, que incide en la importancia de seleccionar plantas «con buen material genético», revisar las carencias del suelo y adaptar las plantaciones a las condiciones edafo-climáticas del lugar.

Al igual que es optimista al hablar del potencial del fruto, no esconde que existen limitaciones. El viento y el frío no son buenos aliados, igual que no ayuda una mala preparación del suelo. «Nos llama gente de Barreiros, de Chantada, de la provincia de A Coruña... y nosotros les ofrecemos asesoramiento técnico del cultivo», explica: «Lo que queremos es que no caigan en los mismos errores que cometimos nosotros y también por ello, seguimos investigando».
Parte de las tareas de estudio e investigación les han marcado nuevas perspectivas invitándoles a experimentar y a ir introduciendo variedades.
Otras variedades
El socio de Aguacastur que se ocupa principalmente de los ensayos y proyectos reconoce que el aguacate de la variedad hass es el que más demanda actualmente el mercado. «Es la estándar, tiene buena vida de almacenamiento, pero no es ni la que más buena está ni la más productiva. Lo que estamos intentando es probar con otras variedades más resistentes, intentar romper con el patrón del mercado y que nos permita también centrarnos en la venta directa», reconoce el especialista, consciente de la importancia de formar al consumidor, al que no solo hay que ver como cliente. Entre otras variedades cita las siguientes: bacon, fuerte, reed, land hass...
Cuando se le pregunta por los inicios hace unos tres años de esta aventura empresarial, Ibarra menciona el «aguacatón» de Llanes (de 1906) y revela que todo empezó tras encontrar por sorpresa hace unos quince años un gran aguacatero en el monte, en el concejo de Salas, lo que les llevó a explorar a ver si había más y a conocer el porqué de un fruto subtropical en tierras asturianas.