Patricia Borge: «La normalización del porno hace creer a los jóvenes que así debe ser el sexo»

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Patricia Borge
Patricia Borge

La ganadora del Premio Amparo Pedregal analiza en su trabajo de investigación 'Adolescencia y Sexualidad' el imaginario que  los jóvenes consumen a través de internet y cómo influye en la construcción de su identidad sexual

23 oct 2022 . Actualizado a las 13:29 h.

Patricia Borge (Gijón, 1997), maestra por la Universidad de Oviedo tras cursar un grado bilingüe y especializarse en lengua extranjera (inglés), recibía hace unos días el Premio ‘Amparo Pedregal’ en la modalidad de trabajo de investigación por su tesis fin de master ‘Adolescencia y sexualidad’. Su interés por la temática del trabajo premiado surge al observar y detectar los problemas y las carencias en relación a la coeducación y la educación sexual que los y las escolares presentan en su entorno educativo.

Esas preocupaciones la llevan a realizar inicialmente su trabajo fin de grado en torno a la construcción de las identidades, especialmente de la masculinidad, a través de los videojuegos que son consumidos actualmente por el alumnado. La Tesis Fin de Máster ‘Adolescencia y Sexualidad. ¿Qué hay detrás de las redes sociales? la lleva a cabo para analizar en clave de género el tipo de imaginario que fomenta la pornografía y como ésta puede afectar a la construcción de la identidad sexual del alumnado teniendo en cuenta la promoción y difusión que se da de la misma a través de los perfiles de conocidos influencers en redes sociales. Obtuvo por dicho trabajo Matrícula de Honor. Entre sus planes de futuro se encuentra realizar la Tesis Doctoral para poder seguir profundizando en la temática de la construcción de la identidad de género y la identidad sexual del alumnado a través de las formas de comunicación actuales en las redes sociales e internet

-Hace unos días recibía el Premio ‘Amparo Pedregal’ en la modalidad de trabajo de investigación por su tesis fin de master ‘Adolescencia y sexualidad’ ¿qué ha supuesto para ti el reconocimiento?

-Ha supuesto una enorme alegría ya que para mí realizar este trabajo supuso un gran reto. No solo por la temática elegida, sino por tener que compaginar, por un lado, la realización del máster de género -el cual me permitió tener los conocimientos necesarios para realizar el trabajo- con trabajar como maestra a tiempo completo y al año siguiente, la elaboración del TFM con la preparación de las oposiciones. Además, me complace saber que la temática del trabajo -la influencia de la información expuesta en internet en la construcción de la identidad de la juventud- es reconocida, ya que, desde mi perspectiva, es un potencial factor de riesgo que afectará a las nuevas generaciones que se están educando con dispositivos electrónicos desde prácticamente su nacimiento. En una sociedad que aparentemente avanza hacia la igualdad, se puede ver como los estereotipos de género y la violencia hacia las mujeres siguen perpetuándose en los espacios virtuales con cada vez más fuerza.

-¿Cómo surge la idea de realizar un tesis con esa temática?

-Las experiencias vividas en primera persona como docente, tales como el uso de un lenguaje machista o cargado de connotaciones sexuales violentas hacia las mujeres por el alumnado de Primaria me llevan a investigar las posibles fuentes de información de las que este pueda escucharlo para más tarde replicarlo, como son internet y las redes sociales. Un reciente ejemplo de esta común problemática son las recientes proclamaciones machistas en masa de los alumnos del Colegio Mayor de Madrid Elías Ahúja, en las que los varones, a coro, llamaron «putas» y «ninfómanas» a sus compañeras, incluyendo amenazas tales como «os vamos a follar a todas».

-Tu trabajo se basa en un análisis de las redes sociales y del uso de internet. La tecnología ¿contribuye a que los adolescentes y jóvenes tengan más información y educación sexual?

-La juventud utiliza la tecnología con cada vez más frecuencia y estas se transforman en un espacio más en el que aprender y relacionarse. Una de las principales características de la tecnología junto con el uso de internet es el acceso a un sinfín de información. Entre esta información, se encuentra, por su puesto, información relacionada con la sexualidad, como muestra nuestro estudio. Sin embargo, desde mi perspectiva no podemos llamar a esta información «educación sexual».  Los espacios virtuales reflejan la sociedad en la que vivimos, la cual se caracteriza por las diferencias de clase, género, machismo y homofobia, entre otras cosas. Nuestro estudio pone en manifiesto que la perspectiva de la sexualidad que se está transmitiendo hoy en día, sigue siendo patriarcal y machista, poniendo el foco del placer en el hombre y objetivando a la mujer. Además, esta información normaliza el consumo de pornografía, convirtiéndose esta en la forma que la juventud se acerca a la sexualidad.

- Dices en tu tesis que «el consumo de contenido pornográfico se ha convertido en un patrón cultural de nuestra época» ¿hasta qué punto es preocupante que los adolescentes asienten su base sexual con ese patrón?

- Desde mi punto de vista, nos encontramos en una situación muy alarmante y peligrosa. El acceso a la pornografía mainstream (aquella más popular o dominante) se da, sobre todo, a través de Internet y a edades cada vez más tempranas, siendo la media a nivel global los 12 años según Save the Children, por lo que su idea de sexualidad está más relacionada con lo que han visto y observado del porno que con lo que ellos y ellas mismas han vivido. Los estudios reflejan que la normalización de la pornografía es tal que muchas veces se entiende que el porno es un modelo de como el sexo debería ser. No obstante, los datos de nuestro trabajo indicaron que la porno mainstream encarna valores patriarcales, misóginos y violentos sobre el sexo. Quedando reducida la sexualidad a la genitalidad, la penetración anal o vaginal y la eyaculación masculina. Mientras que, en general, las mujeres son sujetos pasivos, los hombres muestran agresividad y necesidad de ejercer poder sobre las mujeres. Esta violencia y dominación queda representada tanto en los nombres de los vídeos como por la violencia que estos reproducen, en la que muestran como sexualmente excitante ejercer daño psicológico o físico a las mujeres a la vez que erotizan explícitamente la coacción, la falta de consentimiento o incluso las violaciones, convirtiéndose el porno en una guía de la normalización de la violencia sexual hacia las mujeres.

-¿Hay vinculación entre en consumo de pornografía y el consumo de prostitución?

-Sí. Lo que es cierto es que el tipo de sexualidad y relaciones sexuales que se promueven, normalmente, en la pornografía son aquellas que tienen lugar en la prostitución. Es decir, aquella basada en la violencia y sumisión hacia las mujeres; la objetivación máxima de la mujer y el placer masculino como centro del encuentro sexual, que deja a un lado al femenino, invisibilizándolo.  Por lo que la normalización del ideario de sexualidad promovido en la pornografía, también supone normalizar la prostitución; donde las personas prostituidas son mayoritariamente mujeres  (90%) y  donde los consumidores de prostitución, o puteros, son mayoritariamente hombres (99,7%). En palabras de Esther Torrado, «la pornografía es la teoría de la violencia sexual contra las mujeres y las niñas y la prostitución es la práctica».

- Según tu estudio ¿tienen la misma visión de la sexualidad los y las adolescentes o se establecen diferencia de género?

- Mi trabajo no estudia la perspectiva que los y las adolescentes tienen sobre la sexualidad, sino la visión sobre la sexualidad que se promueve en los perfiles de influencers preferidos por el estudiantado en diferentes redes sociales. Sin embargo, si encontramos diferencias en clave de género en la visión que los y las influencers promueven en sus canales y perfiles. Por ejemplo, los influencers masculinos como AuronPlay y, especialmente, Ibai utilizan un humor sexista que normaliza la pornografía -incluyendo lenguaje, imágenes o escenas propias de la pornografía en sus grabaciones- y utilizan la violencia sexual como gancho para los espectadores: ridiculizar un aborto o publicitar a otros influencers o espacios que cosifican y sexualizan a las mujeres como el canal de Youtube Mostopapi o la sección de la red Social Twitch llamada Pools, Hot Tubs and Beaches. Mientras que, por otro lado, las influencers femeninas -Monismurf y, específicamente, Charli D’Amelio, Marta Díaz y Ángela Mármol- son violentamente hostigadas, cosificadas y sexualizadas por sus seguidores mediante comentarios o ediciones de vídeo que los seguidores crean sobre ellas y que hacen alusión a la intención de los seguidores de masturbarse, eyacular, penetrarlas o incluso violarlas.

- La investigación es un análisis del uso que la población adolescente hace de las redes sociales y las consecuencias en la sexualidad ¿qué conclusiones se pueden destacar de tu trabajo?

- Este trabajo evidencia que los y las influencers constituyen una vía de acceso a la pornografía para la juventud a través de las diferentes redes sociales. Todos los perfiles estudiados exponen información sobre sexualidad con una perspectiva machista y violenta o mencionan cuentas o espacios que normalizan la pornografía y/o expresiones o escenas pornográficas, educando en una sexualidad que normaliza la pornografía, erotizando la violencia y sumisión hacia las mujeres. Además, en el estudio se detectaron 4 pasarelas o conexiones entre las redes y el contenido pornográfico. En YouTube se promociona la plataforma OnlyFans, la cual ofrece ingresos a cambio de exponer imágenes íntimas en la red y el canal Mostopapi entrevista a actrices porno y promociona el consumo de plataformas como Pornhub. En Twitch, en la sección Pools, Hot Tubs and Beaches o  «Piscinas, Jacuzzis o Playas», se paga a mujeres semidesnudas para que bailen, se cambien de bikini, etc. Definimos este espacio como un híbrido entre clubs de striptease tradicionales y web cams pornográficas. Por último, destacan en los comentarios de Instagram de los influencers Ibai y Charli D’Amelio cuentas que contienen links a páginas de contenido sexual o pornográfico, del estilo de OnlyFans.

-¿Crees que las familias de los/las adolescentes son conscientes de los contenidos que estos consumen a través de internet y las redes sociales?

-Para nada, creo que las familias desconocen profundamente el contenido que sus hijos e hijas están consumiendo en la red. Sin embargo, creo que esto sucede porque hoy en día es muy cómodo «entretener» a los más pequeños con dispositivos electrónicos para que no «molesten». Cada vez veo más niños y niñas en restaurantes, parques, o incluso por la calle en carricoches enchufados a tablets y móviles como zombies. Y la mayoría de las veces incluso con cascos, lo que hace que las familias ignoren por completo aquello que los y las jóvenes consumen. Es una solución muy cómoda y que absorbe su atención durante mucho tiempo. Lo que no estamos reflexionando es el precio que tendremos que pagar por ello.

- Los controles parentales ¿sirven de algo?

-Creo que no es la solución más eficaz, pero desde luego es necesario hacerlo en ciertos momentos. Pero no sólo los controles electrónicos que censuran ciertas páginas web; ya que hoy en día es fácil que los contenidos sexuales violentos lleguen a los ojos de los menores por muchas vías de manera online, como evidencia nuestro estudio: se puede hablar de porno o sexo violento en mitad de un directo de Twitch, en un vídeo de Youtube, en un comentario de Instagram...  Pero hay estrategias que podemos aplicar. Una forma de controlar el contenido que los y las menores consumen es, por ejemplo, hacerles usar los dispositivos electrónicos en una zona común como el salón y, sin casos, para poder estar alerta en caso de escuchar contenidos violentos. Sin embargo, los y las niñas socializan en el colegio y comparten información sobre lo que consumen en internet, incluyendo temas como la sexualidad o la pornografía. Por lo que la técnica más importante es proporcionar a la juventud una buena educación que les permita analizar y juzgar lo que están consumiendo de manera crítica, desde etapas tempranas como es la educación Primaria.

-Después de haber realizado esta investigación ¿qué se debe hacer para que los jóvenes crezcan con una base sexual correcta?

-Los resultados de la investigación -unidos a los de los estudios que apuntan a una reproducción de la violencia ejercida contra las mujeres que los y las jóvenes ven en el porno en sus propias prácticas sexuales-  manifiestan la necesidad de  establecer políticas públicas que regulen el contenido publicado en la red y programas de educación afectivo-sexual para familias, profesorado y alumnado. Considero que dichos programas deben analizar la pornografía como una parte de la industria del sexo que funciona a base de la explotación de los cuerpos femeninos y que se promociona, en el caso de las personas adolescentes, de forma muy eficaz a través de los espacios virtuales y las redes sociales. Para garantizar la efectividad de estos programas deberíamos empezar por formar directamente al profesorado en las universidades, con asignaturas específicas en tema de igualdad de género, violencia de género y educación sexual. Siguiendo por impartir cursos de la misma temática en los Centros de Formación del Profesorado para los y las maestras y profesores que ya están ejerciendo. El objetivo de dichos programas no debe tener como objetivo la censura de la sexualidad, sino poder formar al alumnado para que no encuentren placer en las imágenes violentas que puedan toparse en la red.