El sueño de La Voz

OPINIÓN

18 may 2016 . Actualizado a las 20:28 h.

Les cuento un sueño recurrente que me asalta de vez en cuando: se desarrolla en la redacción de un periódico algo polvoriento. Está atestada de reporteros (algunos son compañeros o excolegas) que son incapaces de avanzar en la composición del diario. De escribir una página; ni una sola línea. Yo ejerzo de redactor jefe y asisto con impotencia a la tragedia, mientras discurren los minutos a fuego lento. La hora del cierre de la edición avanza a contrarreloj mientras amanece en los ventanales. En mi sueño percibo una nítida sensación de pérdida: el dolor que supone para un periodista que un diario no llegue a su cita. Es similar a lo que debe ser una amputación. En la pesadilla recurrente (siempre la misma redacción en blanco y negro, casi gris marengo) me devora la angustia. Cuando me despierto -agitado aún- respiro hondo. La sensación es similar a la que tengo ahora mientras escribo este artículo. Un sentimiento de alivio y una mota de revancha. El regreso de La Voz de Asturias, ese periódico que lloramos en un largo funeral, supone el despertar a la realidad; también es la constatación de que la vida a veces nos da otra oportunidad.

Vuelve La Voz al reencuentro con los lectores. Los del pasado, a los que aún les huele las manos a tinta, los del presente que heredamos de Asturias24, y los del futuro: los infantes y los que aún están por llegar al mundo. En esa rueda del tiempo van girando los recuerdos de un periódico que ayudó a construir la memoria histórica y sentimental de la región a lo largo de casi un siglo. Regresa La Voz de Asturias como espacio plural de ideas, como testigo fiel de los hechos, como suma de verdades, como catalizador o vertebrador de la sociedad asturiana, como segundero de la Historia con mayúsculas y de la historia con minúsculas. En el reguero de noticias que deja atrás un periódico hay espacio para la grandeza y la miseria, para la denuncia y la crítica, para la risa y el llanto, para el estupor o la indignación. También para la instrucción y el entretenimiento. Con ese melting pot vamos depurando la realidad. A ello aspiramos.

Regresa La Voz en el preludio del siglo XXI, adaptada al mundo que hay y al que viene, en formato digital, teletransportada al momento a su pecé, móvil o tableta. Viajará por las redes sociales, las de ahora y las que lleguen en el futuro. Sin fronteras ni barreras, expandiéndose al ritmo de los códigos binarios. Pero la esencia será la misma: contar los hechos que transforman Asturias, mostrar las ideas que hacen posible la metamorfosis y hacerlo con un compromiso de independencia y pluralidad, dando voz a todos, también a los que no la tienen.

Es posible que esta noche me asalte el sueño recurrente. Cuando despierte, seré feliz.