Triunfó Ana Blanco

Ernesto Sánchez Pombo
Ernesto S. Pombo EL REINO DE LA LLUVIA

OPINIÓN

14 jun 2016 . Actualizado a las 08:33 h.

Si los más de ocho millones de españoles que dicen estar indecisos aguardaban a que el debate a cuatro de anoche les aclarase las ideas y les iluminara, se habrán sentido defraudados. Los debates electorales se celebran para los indecisos porque para quienes tienen decidido su voto, lo importante es el posdebate; lo que comentan y discuten los días posteriores sobre quién ganó o perdió y quién hizo las mejores y las peores propuestas. Excepto lo acontecido en 1960, cuando Kennedy venció a Nixon, porque este despreció todas las reglas televisivas, no se conoce caso en el que uno de estos encuentros haya resultado decisivo.

Y tengan la seguridad de que el de anoche tampoco lo va a ser, porque los indecisos se han quedado como estaban y los decididos, si lo juzgan con cierto rigor, quizás muchos se pasen al grupo de los indecisos. No resulta muy productivo que durante más de dos horas se repitan una y otra vez los mismos argumentos, las mismas acusaciones y las mismas falsas promesas que hemos venido escuchando en el último año. Como tampoco lo es que el responsable de todos los males sea Rajoy; el que no quiso formar Gobierno, Iglesias y los que solo buscaban poder, Sánchez y Rivera.

El debate de ayer pasará a la historia por ser el primero de nuestra democracia con los principales líderes. Pero por nada más. Siendo exigentes, habría que decir que tuvo la puesta en escena aguardada, que los debatientes carecieron de originalidad y que por momentos resultó bastante tostón. Rajoy, que se defendió con acierto por momentos, se parapetó tras el «hay que perseverar»; Sánchez en que las políticas populares fueron un desastre; Rivera se agarró a las políticas griegas e Iglesias, otra vez al «creo señor Sánchez que se equivoca usted de adversario». La misma matraca.

A partir de hoy se discutirá en periódicos, radios, barras de cafeterías y en el autobús quien ganó el debate. Está claro. Lo ganó Ana Blanco. Porque sobrevivió a una pesadez somnolienta que nada aportó, rodeada de hombres por todas partes.