Mentiras de destrucción masiva

OPINIÓN

08 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Quizás hablar hoy de Irak y Afganistán suene raro, pero si nos remontamos a principios del siglo que nos toca vivir podremos observar que ambos países figuraban en el interés mediático internacional. 13 años después, las noticias que nos llegan de allí vienen a cuentagotas y, en muchos casos, terminan por ser insignificantes. Da igual que nos anuncien que más de 200 personas fueron asesinadas en Bagdad hace cinco días (y otras tantas resultaron heridas) al explotar varias bombas en una zona comercial. Nos parezca bien o mal unas víctimas parecen tener más importancia que otras en función de donde hayan muerto. La vida es así y aunque se nos llene la boca con que todos somos iguales se demuestra al final que no es así (para París, Bruselas y recientemente Estambul hubo minutos de silencio por toda España, pero para la capital de Irak no tuvimos ninguno el mismo duelo).

13 años después del inicio de la guerra de Irak se hace público un informe en el Reino Unido sobre las mentiras de aquella invasión. Dirigido por John Chilcot y formado por 12 volúmenes elaborados en los últimos siete años, se concluye que la información de los servicios de inteligencia sobre la presencia de armas de destrucción masiva en Irak no era concluyente y fue exagerada de cara a la opinión pública y al Parlamento británico. En España nos encontramos en el mismo caso: el expresidente Aznar diseñó toda una campaña de mentiras para justificar la necesidad de la participación militar española por el peligro que representaba Sadam Hussein para este planeta y, a día de hoy, no se ha encontrado ningún arma de destrucción masiva.

Fue un fracaso en todos los sentidos: en el humanitario por todas las víctimas que han muerto o han resultado heridas en estos años de guerra; en el político porque ha desaparecido el país y se ha desestabilizado a toda la región; y en el social porque la esperanza de vida y la posibilidad de ganarse la vida humildemente es tarea imposible. Todo esto a modo de resumen por no poner datos económicos, educativos, sanitarios o culturales, que desgraciadamente en estos aspectos sí que ha habido una destrucción masiva de lo poco que tenían.

¿Y ahora qué? ¿Basta con pedir perdón? ¿Es mejor callarse? ¿No se le cae la cara de vergüenza a los dirigentes del PP que han salido en los medios diciendo que España no participó en esta guerra? Yo tengo los recuerdos de aquellos años muy guardados en mi cabeza, porque fue cuando empecé a estudiar en el IES Alfonso II y fueron tiempos de muchas huelgas, reivindicaciones y protestas en la calle. Mayoritariamente este país estaba en contra de aquel invento del Trío de las Azores (nunca supe por qué se le llama así cuando Barroso, que era el primer ministro portugués de aquel entonces, también estaba presente en aquella reunión como anfitrión). De aquellos polvos vienen estos lodos?